Carol Bown (*)
Los escándalos de corrupción que han salido a la luz en los últimos días dan cuenta de lo importante que resulta controlar en qué se gasta cada peso del presupuesto nacional y, por otra parte, ser implacable con el mal uso o desvío de recursos públicos. Lo ideal sería tener autoridades y funcionarios probos, responsables y de conducta moralmente intachable, que hicieran impensable que algo así pudiese suceder. Lástima que eso sea prácticamente imposible. Lo posible es que el control se realice en forma eficaz, constantemente, en todas las reparticiones públicas y que se haga valer la responsabilidad directa de las autoridades en la rendición de cuentas de sus presupuestos en forma exacta y completa. | "Dos de cada tres pesos del presupuesto 2007 irán al gasto social" ha dicho la presidenta Bachelet. Y de esos dos pesos, ¿cuántos van a llegar realmente a la gente? Hoy el gobierno no tiene que preocuparse de dar explicaciones políticas, lo que tiene que hacer es investigar, buscar y encontrar culpables, castigarlos y, lo más importante, pedirle perdón a quienes más lo necesitan, porque esos dineros eran para ellos y no los recibieron". |
Sin embargo, el problema realmente importante no es ése. Sin quitarle importancia a la probidad de los empleados públicos y a lo grave de los delitos supuestamente cometidos, el problema real es que los recursos no están llegando a la gente.Cada peso desviado para campañas, cada peso gastado en fiestas para funcionarios, es un peso que no llegó a la gente a la que estaba destinada. Son dineros adjudicados a programas sociales que no cumplieron su objetivo porque no llegaron a quienes realmente lo necesitaban. Los programas sociales no han sido creados porque el gobierno tiene ganas de caerles bien a las personas, los programas sociales se crean porque la gente de verdad lo necesita. Los programas sociales son creados para ayudar a los más necesitados.
Estamos de acuerdo en que la redistribución del ingreso es necesaria. Existe consenso respecto del pago de los llamados impuestos redistributivos. Hoy en día, si se habla de baja de impuestos es respecto de aquellos que afectan a todos por igual (por ende, proporcionalmente más a quienes generan menores ingresos). Sabemos que es necesario el gasto social y estamos dispuestos a cumplir con la obligación de pagar impuestos, esperando que éste se produzca.
El problema es que aún conscientes de ello, quienes paguen impuestos ya no van a estar tan tranquilos. No van a tener certeza de si ese dinero, ganado por medio de su trabajo, va a llegar a quienes más lo necesitan. ¿Qué certeza se les puede dar? ¿Cómo les consta que fue gastado como corresponde y no en fiestas o pendones para campañas?
Esta situación se ve agravada por el aumento en el gasto social anunciado. "Dos de cada tres pesos del presupuesto 2007 irán al gasto social" ha dicho la presidenta Bachelet. Y de esos dos pesos, ¿Cuántos van a llegar realmente a la gente? ¿Cuántos se quedarán en el camino en el pago de gastos administrativos? Y mucho peor, ¿cuántos serán malgastados o "desviados" a campañas políticas?
En definitiva, es una vergüenza que se desvíen fondos destinados a programas sociales, pero mucho peor es que esos fondos no lleguen a la gente que realmente lo necesita. Hoy el gobierno no tiene que preocuparse de dar explicaciones políticas, lo que tiene que hacer es investigar, buscar y encontrar culpables, castigarlos y, lo más importante, pedirle perdón a quienes más lo necesitan, porque esos dineros eran para ellos y no los recibieron.
(*) Abogado UC
Investigadora Centro de Políticas Públicas Universidad del Desarrollo.Felicitaciones a Carol Bown
RODRIGO GONZALEZ FERNADEZ
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