Soy uno de los 47 millones de ciudadanos -mencionados esta semana por usted en New York- que no hemos salido a las calles a pedir cambios en el manejo político y económico de España. Soy uno de los que "no abren los telediarios. No se les ve, pero están ahí" como ha dicho usted. Efectivamente, aquí estamos y le voy a contar primero mis impresiones sobre porqué algunos de los millones de ciudadanos no protestan en las calles de Madrid. Y luego sobre la situación de España.
Para el primer asunto las razones son simples. Para empezar, no están todos en la capital, viven en sus pueblos y ciudades. Un billete de tren (o autobús) a Madrid no encaja en sus ajustados presupuestos. Por otro lado, muchos madrileños no han salido a las calles porque están trabajando; o porque terminada la jornada van a cuidar a sus hijos o simplemente a descansar. Otros no van porque esos 3 euros del billete en metro significan el desayuno del día siguiente. Y, finalmente, porque tienen todo el derecho del mundo a no hacerlo; a expresar de otro modo su descontento. Pero, que no estén en las calles reclamando no significa en absoluto que aprueben su gestión y las medidas de su gobierno.
Claro está que usted, como las diputada Fabra; o como sus ministros, que van y vienen de grandes corporaciones, no entienden o no quieren entender estas sencillas situaciones. Viven desconectados de la vida cotidiana; de las necesidades ciudadanas. Usted y grupo no se reúnen con los hombres y mujeres comunes; prefieren hacerlo con los empresarios de la CEOE o miembros de la realeza. Han olvidado que están ahí para favorecer a la mayoría de españoles, no a "los mercados". Para defenderlos, no para reprimirlos. Para conservar sus trabajos, no para facilitar sus despidos. Para mantener el acceso a una educación digna y atención sanitaria de calidad.
Ya es hora de que rinda cuenta a los españoles de cómo se manejan las arcas del estado, sin amagos y sin trucos. Le pregunto algo muy simple. ¿Como es posible que una nación que actualmente es la 12ª economía del mundo; 2º destino turístico mundial por ingresos; 1ª red europea en autovías y autopistas; 1er productor mundial de energía solar termoeléctrica, 2º productor mundial de energía solar fotovoltaica, 4º productor mundial de energía eólica; 2º fabricante europeo de vehículos... esté quebrado y al borde del abismo? ¿A donde va el dinero que esos 47 millones de ciudadanos aportan directamente a través de sus impuestos o indirectamente a través del IVA?
¿No será que hay dinero... pero está mal distribuido? Le pregunto señor Rajoy; recordándole que millones de ciudadanos españoles tienen sueldos por debajo de la media europea y ven este año recortados aún más sus ingresos. Acaba de presentar esta semana los presupuestos del reparto de dinero del estado... ¿y que nos encontramos? Al Ministerio de Educación y Cultura ha recortado -17,2 % mientras que al Ministerio del Interior apenas un -6,3%. Al Ministerio de Sanidad ha recortado -22,6% mientras que a Defensa apenas un –6,0%. Al Ministerio Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha reducido -13,2 % mientras que al Ministerio de la Presidencia le ha subido un 0,6%. Están claras sus prioridades. No siga diciendo que se preocupa por la mayoría de la población.
Hay muchos problemas en España. Le menciono dos de los más graves. Primero, el 24% de los ciudadanos españoles sin trabajo y un índice similar de los jóvenes que ni estudia ni trabaja. Segundo, la corrupción. Ya en el 2009 la Fiscalía revelaba que la corrupción política en España había sustraído en la última década (y en solo 28 casos juzgados) 4158 millones de euros. Es ahí donde están los problemas. A quienes debe investigar son a los usan el estado como un botín; a los grandes evasores de impuestos. Y a quienes debe rescatar son los ciudadanos, no a los bancos fallidos como Bankia o la CAM; a quienes se destina 16.000 y 22 000 millones respectivamente, en lugar de cerrarlos, (garantizando los ahorros de los ciudadanos). Con ese dinero hubiera sido posible otorgar un crédito de unos 6000 euros a los más de 5 millones de personas sin trabajo.
Usted y su gobierno no tienen ninguna idea coherente para salir del hoyo. Ninguna idea eficaz para impulsar el crecimiento. Sus recetas, impuestas por capitales internacionales se limitan a gastar menos y pagar deudas. Nos dice que no debemos vivir por encima de nuestras posibilidades, al mismo tiempo que sigue endeudando a España. Esta semana sus ministros han anunciado que la deuda en el 2013 llegará al el 90,5% del PIB, el mayor nivel del último siglo. Dicen que no hay dinero para nada pero ayudan con miles de millones a bancos ineficientes y grandes corporaciones automovilísticas, mientras los autónomos y las pequeñas empresas, que son el principal motor de la economía, sobreviven a duras penas y ven incrementados sus impuestos. Sepa usted que cada mes quiebran 6 mil autónomos en España.
Su ministro Montoro nos dice: "Es inevitable que los que paguen sean los ciudadanos". Como si no conociéramos la excesiva concentración de riqueza en manos de las élites. Las 200 familias más ricas de España tienen un capital aproximado de 135 000 millones de euros, equivalente al PIB de un país como Austria o Portugal. Esta semana el mismo ministro Montoro dice "pretendemos que sea el último año de recesión". En la misma línea su ministro Luis de Guindos funge de analista económico. Los españoles no han elegido a su partido para que "pretenda" o para que comente el "incendio". Los han elegido para apagar el fuego y reverdecer la tierra. Nada de eso; todo lo contrario. Sus acciones represivas para acallar el descontento parecen gasolina y sus medidas económicas que debieran ser abono parecen cenizas y relaves.
Claro, a usted y su partido le gustaría que la gente se quedara callada ante todo esto; que pusieran la otra mejilla, como enseña la religión subvencionada por el estado ¿verdad Sr. Rajoy? Varias décadas atrás el gran pensador Ortega y Gasset- escribió: "El Estado tradicional... se ha ido formando un surtido de ideas sobre el modo de ser de los españoles. Piensa, por ejemplo, que moralmente pertenecen a la familia de los óvidos, que en política son gente mansurrona y lanar, que lo aguantan y lo sufren todo sin rechistar, que no tienen sentido de los deberes civiles... La frase que en los edificios del Estado español se ha repetido más veces ésta: ¡En España no pasa nada! La cosa es repugnante... pero esta vez se han equivocado". No se equivoque más Sr. Presidente. No subestime a su pueblo.
Ponga por encima de todo y sobre todo al ser humano: al ciudadano. Haga lo posible y lo imposible por no afectar más a la sociedad española. Cambie las leyes y la Constitución si es preciso. Ya lo hizo el año pasado sin consultar a la sociedad, apoyando al otro partido con el que se turnan los gobiernos. Haga todo y más. Para eso le han dado el poder; no para que se fume puros en New York o se vaya a ver partidos de fútbol en plena crisis nacional. Deje usted de acatar los mandatos de "los mercados" que no es más que un eufemismo para referirse a los especuladores financieros. Acate los reclamos del pueblo. ¿Sabe usted señor presidente como concluyó aquel articulo el Sr. Ortega y Gasset?: "Nosotros gente de la calle, de tres al cuarto y nada revolucionarios, somos quienes tenemos que decir a nuestros conciudadanos: ¡Españoles, vuestro Estado no existe! ¡Reconstruidlo!". No permita que esta frase cobre actualidad. Usted pasará, pero la historia lo juzgará.