No puedo hablar de la Ley General de Educación –tan  humildemente promulgada entre pifias de sus presuntos beneficiarios, los  profesores del Colegio, y los «pingüinos»– mientras no la lea con  detenimiento. Pero, como siempre, me asombra el ambiente favorable y elogios que  de antemano la rodean, pues me parecen referirse a la enseñanza de otro  país.
 Recorramos, por ejemplo, lo que dice la Semana Económica de El Mercurio, el  22 de agosto:
 1. "En efecto, gastamos proporcionalmente menos que países más  desarrollados".
 COMENTARIO. En una lista de 41 países que trae un gráfico  del ensayo de Marcel y Tokman «Cómo se financia la educación en Chile»,  gráfico que corresponde a 2002, sólo SIETE dedican a la educación recursos  públicos equivalentes a porcentajes del PIB inferiores al porcentaje del suyo  que le dedica Chile. VEINTITRES, por consiguiente, incluidos países tan  «desarrollados» como Jamaica, Tailandia, Paraguay, Portugal, etc.,  destinan a educación recursos públicos, medidos en porcentaje del PIB,  superiores a los nuestros.
 Como el 90% de la enseñanza básica y media de Chile es gratuito, y lo  financia exclusivamente el Estado mediante recursos públicos, parece  indiscutible que ese financiamiento, en términos comparativos con el resto del  mundo, es mediocre, si no malo.
 Contrasta la cicatería del gesto público en educación –fundamental para  quienes más lo necesitan–, con el esfuerzo particular del mismo fin. El año  2003, señala el mismo estudio, nuestro financiamiento educativo tuvo un 46% de  origen privado. Y podemos suponer que su muy mayor parte benefició a la  enseñanza del mismo tipo… en básica y media, el 10% o menos del total  nacional.
 2. "Pero es un error preocuparse sólo de este hecho (el gasto  educacional), porque con los recursos que ya gastamos, nuestro sistema escolar  debería tener mejores desempeños".
 
COMENTARIO. Esta afirmación carece de pruebas,  y es inverosímil.
 El recurso del Estado que va directamente a educar –la subvención escolar– es  del orden de los $40 mil pesos por niño/mes, inferior a la mitad de la  indispensable para dar una educación de calidad mínimamente aceptable.
 ¿A título de qué debería un establecimiento que recibe sólo este ingreso  "tener mejores desempeños"?
 Si enseñarle a leer y escribir o las cuatro operaciones a Juanito cuesta cien  pesos, y Ud. gasta en ello cincuenta… ¿qué aprenderá Juanito? Nada.
 Un colegio pagado está cobrando 250 mil ó 300 mil pesos mensuales por alumno.  ¿Cada mes, su costo será 40 mil pesos y su utilidad POR EDUCANDO 200 mil ó 300  mil? ¿Los padres serán tontos, no se habrán dado cuenta?
 No nos preocupa en lo menor el costo mínimo de educar. Ninguna universidad,  ningún instituto, ningún «experto» lo ha calculado (que yo sepa)… sólo  lo conocen, empíricamente, quienes deben pagarlo mes a mes. ¡Y leen en el diario  que deberían "tener mejores desempeños"!
 3. Inversión en jornada escolar completa. "Hasta ahora, ninguna  evidencia sugiere que esta inversión haya rendido frutos".
 COMENTARIO. Ni podrá nunca rendirlo sin los recursos mínimos  ya dichos.
 Por eso los establecimientos de doble jornada suelen empatar el tiempo  suplementario en tonteras, pero baratas.
 Ya verían los enemigos de la doble jornada la catástrofe de volver a la  «simple»… a los colegios con dos, tres y hasta cuatro tandas completas  de alumnos, desfilando a velocidades supersónicas ante profesores que apenas los  reconocen y ya los ven partir… "la jornada diaria (la primera, la segunda,  la tercera o vespertina, la cuarta o nocturna…) ha concluído". ¡Qué mala  memoria, la nuestra!
 4. "Buen desempeño relativo en el contexto latinoamericano"  de los alumnos chilenos, en la prueba PISA.
 
COMENTARIO. Nada nos importan ni nos sirven  los éxitos "relativos" y el "contexto latinoamericano". La  cifra dura es que, de los escolares chilenos de 15 años, según la última PISA un  15% está bajo el nivel mínimo de lectura (no entiende lo que lee), y un 21% en  ese nivel mínimo (apenas entiende lo que lee). ¡Informaciones y declaraciones  triunfalistas! ¡Clarines de victoria! ¡Champaña para celebrar!
 5. "Avance" que significará "la definición de estándares  de aprendizaje de los estudiantes, elaborados por el Ministerio y aprobados por  el NUEVO Consejo Nacional de Educación".
 COMENTARIO. El lector desprevenido podría creer que esos  estándares hoy no existen. Pues se equivoca, existen hace unos diez años, uno  para cada curso y cada ramo de la educación básica y media. Son los nunca bien  ponderados Contenidos Mínimos Obligatorios (CMO) ¿Y quién los elaboró? Sorpresa,  sorpresa, el Ministerio, con la aprobación del ACTUAL Consejo Superior de  Educación.
 Ahora bien, estos CMO han sido una catástrofe, como sabe perfectamente  cualquier profesor, director de establecimiento o educador de experiencia. ¿Por  qué? Por su indebida extensión, complejidad y detalle, que impide pasarlos  adecuadamente –utilizando el tiempo disponible– en más de un 50%… un 75% con  suerte. Y esto, a su vez, se debe a que los CMO comprenden toda clase de  materias inútiles o prescindibles. Lo cual, finalmente, deriva que no los  elaboró el Ministerio, donde nadie sabe nada de nada, sino «expertos»  universitarios, elegidos a dedo, sin experiencia de enseñar, y a menudo con  su «hachita que afilar» (ejemplo: los lingüistas).
 La catástrofe de los CMO se ha comunicado a la PSU (no podía ser de otra  manera, pues ésta tiene por base los conocimientos adquiridos en media),  haciendo de ella el segundo, inmitigado desastre que conocemos.
 Imagine el lector que los CMO exigen estudiar en 2º Medio toda la Historia de  Chile, desde los pueblos prehispánicos hasta el Siglo XIX. Y en 3º Medio, las  civilizaciones DEL MUNDO, completas, desde las más antiguas conocidas hasta las  del Siglo XX.
 Imagine el lector que el egresado de media debe saber contestar esta pregunta  lingüística, que copio de una prueba REAL de PSU: «La frase "Este reloj está  atrasado quince minutos", ¿cumple una función predominantemente expresiva,  apelativa, referencial, fáctica o metalingüística?».
 Aunque el Ministerio, como los maridos engañados, es el último en saber  cualquier cosa, ya sabe que los CMO son indigeribles, y los ha estado cambiando  –al menos en algunos aspectos– por debajo de la mesa, mediante instrucciones a  los establecimientos, sin el VºBº previo del Consejo Superior… es decir, sin  validez legal.
 ¡Y ahora nos apuntan, como el avance educativo del siglo, que los  «estándares de conocimientos» de los alumnos, ex CMO, los elaborará el  Ministerio y aprobará aquel Consejo!
 Única diferencia: será el NUEVO consejo…
 Da lo mismo. Quien se haya asomado a la misteriosa burocracia chilena, sabe  que los consejos o comisiones superiores están compuestos por altos personajes  del rubro que, generalmente, tienen copado su interés y tiempo en otras  entidades (por eso son «altos personajes»). Allí verdaderamente mandan  e influyen. En el consejo o comisión son figuras decorativas, rituales, que  deben fiarse de lo que les dice la infaltable «Secretaría». Ésta  –siempre burocrática y semianónima, y a menudo ideologizada o politizada– es la  que verdaderamente maneja el organismo y sus «aprobaciones», salvo casos muy  excepcionales y especiales.
 6. Se "crea una agencia… para velar por el cumplimiento de dichos  estándares… (y que) realizará visitas inspectivas a los establecimientos… y  emitirá un informe con recomendaciones". Estas no serán  "obligatorias", pero si "tras un período razonable" el  establecimiento no alcanza "los niveles definidos… no podrá recibir la  subvención escolar".
 
Castigado.
 Aunque no reciba la subvención mínima necesaria para dar una educación de  calidad también mínima.
Aunque se lo juzgue por el cumplimiento de estándares  absurdos, como los actuales, y fijados por sus mismos responsables de hoy.
 De todos modos, castigado.
 ¿Y QUIEN y COMO determinará si el establecimiento cumple los estándares?  ¿Será la «agencia» mediante sus «informes»? ¿Aplicará pruebas,  test? ¿Quién elaborará aquéllas, éstos, y garantizará su seriedad, fiabilidad,  ausencia de sesgos ideológicos y políticos, corrección imparcial?
 Espero no se pensará en usar el SIMCE. Pues una prueba tan esperada  anualmente, tan comentada, tan festejada o lamentada, NADIE SABE LO QUE  SIGNIFICA. ¿Puede Ud. decir –lo ha oído siquiera de una autoridad responsable–  qué representan, precisamente, los 200, 250, 300, etc. puntos de SIMCE?¿Lo mismo  cada año?
 Sería lógico –EXISTIENDO UNA SUBVENCION RAZONABLE Y LIBERTAD DE MANEJO DEL  ESTABLECIMIENTO– que no se pagara o se disminuyera la subvención a los  sostenedores que no cumplieran con una calidad mínima, reflejada en unas pocas  metas simples y fácilmente medibles. Mas para eso no se necesita una agencia  nueva. Ella sólo tiene dos posibles realidades: a) aparato burocrático inflado,  engorroso y paralizante. Por tanto, inútil, o b) instrumento burdo o fino para  suprimir o «morigerar» la libertad de enseñanza.
 Hasta aquí las congratulaciones simultáneas con la aprobación de la nueva  ley. Nos falta analizar su texto.
Nota: Este  artículo fue publicado originalmente por La Segunda
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 http://viva-chile.cl/2009/08/otra-educacion-otro-pais/