Discurso de Carlos Cerda en Estados Unidos al recibir el galardón de la Fundación Gruber
Magistrado post premio: "Quiero ser juez de todos"
ANTONIETA CÁDIZ
Recordó momentos cruciales de su experiencia judicial durante el gobierno del general Augusto Pinochet, en el que, dijo, estuvo a punto de ser exonerado.
ANTONIETA CÁDIZ
Corresponsal
WASHINGTON. Un apretado recorrido por su trayectoria como miembro del Poder Judicial de Chile hizo ayer el magistrado Carlos Cerda al recibir el Premio a la Justicia que le otorgó la Fundación Gruber, de Estados Unidos, consistente en una medalla de oro y unos 88 millones de pesos.
Leyendo un discurso de cinco minutos en inglés, ante unas 200 personas en la Facultad de Leyes de la Universidad de Georgetown, el magistrado reconoció que se le está premiando por su "comportamiento como juez en un período de la historia cercana de la República de Chile en que los derechos fundamentales de las personas fueron desconocidos", refiriéndose al régimen del general Augusto Pinochet (1973-1990).
Cerda recordó que en esa etapa casi fue expulsado del Poder Judicial: "Asumí un comportamiento consecuente con mi entendimiento del 'ser juez', que engendró dictámenes rechazados por mis superiores y que fueron causa de sanciones que casi acarrean mi expulsión de la judicatura".
En este sentido, agregó que la "represión que sufrió" fue indicativa de una falencia de su parte: la de no ser capaz de convencer a sus superiores, ni a sus pares, acerca de la justificación de sus sentencias.
Cerda reflexionó en cuanto a que la aceptación de las decisiones judiciales se relaciona con la credibilidad en los jueces. Y reconoció que "no ha logrado el efecto persuasivo en plenitud. Hay un sector del país que no reconoce en mí al juez independiente, imparcial y objetivo. Llego aquí con ese vacío".
Sin embargo, también percibe comprensión en las "bases de la institución judicial", y que en este sentido se siente "legitimado". "Creo ser juez de la gente. Quiero ser juez de todos", concluyó el magistrado.
"La Sala Penal de la Corte Suprema ha puesto al Derecho chileno al día"
"A otras les falta mucho", advirtió el ministro a "El Mercurio".
Su reconocimiento en Chile
"Tengo la impresión de que considerando a la ciudadanía como generalidad, yo tengo comprensión respecto de lo que hago. Siento que hay una acogida, lo que es muy importante, porque en parte la credibilidad y la fiabilidad en los jueces dependen de la aceptación del grado de los contenidos en nuestras decisiones".
"Es cierto que el sector más influyente culturalmente, tal vez, a raíz de situaciones coyunturales en que me ha tocado intervenir, me tiene identificado con una cierta postura frente a esa coyuntura, una postura política más bien. Ese prejuicio influye al momento de recibir o rechazar el contenido de mis decisiones, y yo eso lo entiendo. No se puede pensar que en el país yo no tengo aceptación y que así yo lo sienta".
"Me siento en propiedad legitimado como juez de los chilenos, pero es cierto que tengo la esperanza -y pienso que lo voy a lograr, porque yo vivo de mi fe- de que también obtendré comprensión en ese sector, al que por cierto le pido perdón, con toda sinceridad, por no haber sido capaz de legitimarme con mis actuaciones, para que no las confundan con posturas políticas ni actitudes mezquinas".
Ser el "juez de todos"
"Sí, me siento juez de todos, porque incluso muchas de las personas que critican el contenido de mis decisiones son personas que lo hacen desde una tribuna en que los compromisos asumidos son de otro orden, no puramente lo jurisdiccional. Por ejemplo, los políticos. Esas personas están dirigiendo un mensaje a cierta audiencia social, que es de interés para ellos privilegiar, como destinatarios de su discurso. Porque ahí se van construyendo el mañana, el veredicto popular, la posibilidad de llegar al poder máximo de la nación. Hay compromisos de otro orden. Muchas de esas personas yo las conozco. Son personas fantásticas que están en una postura política determinada".
Reparos al premio de la Fundación Gruber
"No los conozco, porque tuve que estar sumergido en el caso. El caso Riggs volvió a mis manos justo ocho días antes de venir a recibir mi premio. Entonces, me tuve que sumergir en el trabajo para explicitar ese procesamiento que yo lo tenía semiconstruido y pensado antes de ese año y dos meses, porque ya se había desaforado al señor Augusto Pinochet".
Sus críticas al Poder Judicial de los 70 y 80, y el té que tomó con Augusto Pinochet Ugarte
"Yo no creo herir al Poder Judicial cuando critico a los cuatro vientos el comportamiento omisivo frente a la defensa de los derechos esenciales durante el gobierno de don Augusto Pinochet Ugarte, que en paz descanse. Digo que en paz descanse con énfasis, porque interrogándolo como juez del caso Riggs estuve tomando té en su casa y conversando de hombre a hombre, y bueno... Tú encuentras la riqueza en todo ser humano, una persona de 92 años, la edad de mi mamá...".
"El ambiente era muy difícil, porque en el Poder Judicial, junto con uno o dos ministros en la Corte de Apelaciones, sentíamos mucha soledad. No tenías ningún apoyo desde arriba, tampoco sistémicamente. La fe me sostuvo, la fe en Dios, la fe en el Derecho y mi vocación".
"Desde los años 2002 y 2003, el Poder Judicial ha actuado con mucha dificultad, porque las evidencias van desapareciendo, pero con enorme eficacia a través de los jueces".
Confianza en el Poder Judicial chileno
"Sí, en los aspectos sustantivos. Sobre todo en el ámbito penal. Creo que la Sala Penal de la Corte Suprema ha puesto al Derecho chileno al día. A las otras les falta mucho, me parece a mí".
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