La relación entre el Presidente y la Primera Dama en Chile era, hasta ahora, un asunto que no suscitaba mayores comentarios. Leonor Oyarzún de Aylwin mantuvo un discreto segundo plano. Martita Larraechea de Frei apoyó incondicionalmente a su marido y el recuerdo más nítido es que andaban siempre de la mano. Luisa Durán acompañó a Ricardo Lagos lo estrictamente necesario. Los hijos de Michelle Bachelet, una mujer separada y sin pareja conocida, le tenían alergia a la exposición pública.
La pareja presidencial no era tema, pero la aparición en escena de Sebastián Piñera y Cecilia Morel cambió esa percepción, porque dejó en evidencia cómo las fortalezas de uno son las debilidades del otro y cómo ella comienza a ejercer un contrapeso frente a la personalidad de su marido.
Cuando la Primera Dama le pide al Presidente en Londres que "no lo muestres", aludiendo al archirrepetido papelito que daban cuenta que los mineros estaban vivos, le pone coto al sobregiro permanente de su marido.
Cuando el martes pasado se premió a los 33 en un acto solemne en La Moneda, Piñera lanza una talla, a la que ella responde rápida y asertivamente. "Estaría feliz si mi esposa me quisiera la mitad de lo que demostraron las mujeres de los mineros", dijo. Cecilia Morel, sentada detrás suyo, le retrucó y él mismo repitió sus palabras: "Dice que si yo me sumerjo a 700 metros me puede querer tanto como sus esposas a ustedes".
El senador UDI, Hernán Larraín, no pasó el hecho por alto. "Al Presidente le falta filtro, a veces, para hacer o decir cosas (aludía a la frase nazi que estampó en el libro de visitas de la Presidencia alemana). Ayer mismo (el martes) le echó una talla a su señora que la corrigió ahí sobre la marcha. No sé si eso lo vamos a poder evitar".
Lo cierto es que si él representa con sus actos a todo el país, ella interpreta perfectamente a quienes pueden sentir un poco de vergüenza ajena con la exuberante personalidad del mandatario y sus folclorismos. A Hermógenes Pérez de Arce, quien en su blog sigue atentamente el devenir político, no le molestó: "Puede que no tenga eco importante dada la personalidad de él. Lo hace porque cree que le reditúa. Las encuestas van a decir si le suma o le resta".
"Sebastián no puede. Yo lo quiero a mucho, le conozco todos sus defectos -agrega la amiga- pero la gente le tiene mucho susto porque tira pesadeces. A ella le ha dicho pucha que estái gorda…- mírate tú, le responde ella".
Y las encuestas hablaron. El miércoles La Segunda publicó que las mediciones internas hechas por La Moneda -antes del rescate de los mineros- arrojaron cerca de un 80% de valoración positiva para Cecilia Morel. Piñera obtuvo un 53% en la última encuesta Adimark después de que se los hallara con vida.
La Primera Dama se ha convertido en un factor de peso dentro de la gestión de su marido. "Ella se ha revelado como una mujer súper cariñosa, empática, preocupada y genuinamente conectada con los demás. Todo lo que le falta a Piñera", sostiene un analista político.
Dos maneras de ser que no nacen ahora, sino que son el reflejo de una historia marcada por diferencias de las que han sido testigos los íntimos amigos del Presidente y las mejores amigas de Cecilia Morel.
No es maleducado, es mal aprendido
La diseñadora Ana María Gutiérrez, señora de Fabio Valdés, uno de los mejores amigos de Piñera desde que fueran compañeros en el colegio Verbo Divino, evoca uno de sus desencuentros: "Me acuerdo patente un viaje en que nos bajamos del barco a recorrer y se agarraron a grito pelado, como italianos. ¡Yo hago esto!.. ¡Tú no sabes nada! Nosotros nos quedamos mirando este espectáculo. Se dijeron zamba y canuta. La discusión era si nos subíamos a una micro o a un taxi. Al cuarto de hora estaban como si no hubiera pasado nada".
Los viajes suelen ser causa de conflictos. "Millones de veces los he visto pelear. Una vez estábamos en Italia, Sebastián iba a 160 kilómetros por hora y se pasó una conexión. La Cecilia lo subió y lo bajó", cuenta Cristián Boza, el arquitecto que construyó las míticas cuatro cabañas en el Lago Caburgua.
"La Chica (como le dicen sus amigas) toda su vida lo ha estado atajando, tratando de que no se sobregire. A veces la escucha, a veces no. Sebastián tendría que nacer de nuevo para no ser sobregirado, pero la Chica nunca ha tirado la toalla de pretender cambiarle ciertas formas", opina la compositora Michelle Salazar, ex integrante del grupo Mazapán y amiga desde los años del colegio Jeanne D'Arc.
Dentro de esas formas está cierta falta de deferencia hacia los demás que tiene el Presidente. Pablo Piñera, su hermano y Gerente General del BancoEstado, siempre repite que "Sebastián no es maleducado, es mal aprendido". Cuando invita a comer es habitual que se levante de la mesa y se vaya a ver televisión o a dormir y deje a sus comensales con su mujer de anfitriona. O lo contrario. "El puede demorarse lo que quiera en llegar a la mesa, no da ni una explicación o dice que estaba viendo las noticias. Después desaparece y la Chica a veces comenta uy, se fue a acostar", afirma Ana María Gutiérrez.
Sus amigas coinciden en describirla como sensible, empática, capaz de ponerse en el lugar del otro. "Sebastián no puede. Yo lo quiero a mucho, le conozco todos sus defectos -agrega la amiga- pero la gente le tiene mucho susto porque tira pesadeces. A ella le ha dicho pucha que estái gorda…- mírate tú, le responde ella".
El analista consultado repara en una característica que, según él, Piñera hace esfuerzos por ocultar: el machismo. "Tiende a minimizar a las mujeres desde el punto de vista intelectual. Varias veces ha contado como gracia que la primera vez que le entregó una chequera a Cecilia lo llamaron del banco para decirle que se había sobregirado y que cuando llegó a la casa ella le dijo 'pero cómo si todavía me quedan cheques".
Un aspecto que su amiga Ana María Gutiérrez ha observado. "Lo típico es que la hace callar, porque la Chica opina mucho, de política, de la actualidad, de todo. ¡¿Hasta cuándo?! le dice Sebastián, pero ella no engancha. En una época enganchó harto, internamente ella quedaba mal, pero hoy sabe manejarlo súper bien. Me da gusto que le dijera "no lo muestres' (por el papelito)".
La Moneda compartida
Antes del arribo de la pareja a La Moneda los roles estaban claramente definidos: ella en lo privado, él en lo público. Algo que siempre destacaron con admiración uno del otro. Ella mandaba en la casa, él asumía; era el costo de ser un marido y padre ausente. Ahora los dos comparten protagonismo en el mismo espacio. Un escenario nuevo, especialmente para Piñera que se manejó solo en la política y en los negocios. Morel posee carácter, personalidad y no está jugando un rol secundario como otras primeras damas. Ella está en las cosas que realmente importan.
Por su perfil cercano a la gente, confiable y empático será el rostro de una de las campañas más ambiciosas del área de salud del gobierno para fomentar la vida sana. Hace más de un mes fue escogida y la idea es que tenga un gran despliegue mediático.
Piñera y Morel podrían convertirse en el complemento perfecto, uniendo la inteligencia racional con la emocional. Cerebro y corazón. Pero no todos lo ven así. "Uno nota más las debilidades emocionales de Piñera cuando escucha hablar a su mujer. A él, eso sí, no le importa siempre y cuando se quede en lo estrictamente emocional. Ella puede ser un gran complemento, pero como es machista y es su mujer la que lo aconseja o le da una instrucción de carácter político, le complica", señala el mismo analista.
Por lo mismo, no descarta que el rol político que está asumiendo Cecilia Morel pudiese transformarse en una suerte de competencia con el que es su marido por 37 años.
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