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Monday, April 21, 2008

Juan Pablo Cárdenas: La Concertación exterminó la prensa independiente

Juan Pablo Cárdenas: La Concertación exterminó la prensa independiente

Periodista Juan Pablo Cárdenas.Periodista Juan Pablo Cárdenas.
 

Por Ximena Póo y Felipe Portales 
Boletín Libertad de Expresión/ PiensaChile.com

El director de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, Premio Nacional de Periodismo 2005, ex director de la revista Análisis revela aspectos inéditos de la política de los gobiernos de la Concertación hacia los medios opositores a la dictadura de Augusto Pinochet y afirma que existe un pacto implícito con el duopolio de El Mercurio y La Tercera.

¿Qué factores llevaron a la desaparición de la revista Análisis y del conjunto de los medios escritos vinculados a la Concertación durante el proceso de transición?

- Se ha dicho con mucha insistencia que fue el mercado el que mató a estas publicaciones; y a pesar de que cada caso tiene sus diferencias, yo puedo dar cuenta de que el fin de Análisis no se debió al mercado sino que a una decisión política que se tomó durante el gobierno de Patricio Aylwin, concretamente en el Ministerio del Interior. En ese tiempo el gobierno inició el proceso de apoderarse de Análisis, que culminó con el engaño a varios de los directores de la revista, a quienes se le compraron sus acciones y eso le dio la posibilidad al subsecretario del Interior, Belisario Velasco, de nombrar nuevas autoridades en la revista, las que luego determinaron su cierre. Eso está debidamente acreditado por los registros de transacciones notariales que se hicieron con las personas que vendieron sus acciones; proceso que se hizo en el entendido que los nuevos accionistas iban a consolidar la revista y no a cerrarla.

- ¿Quiénes fueron esos nuevos accionistas?

- Luis Risopatrón, quien ofició como presidente del nuevo directorio; y el propio Belisario Velasco, quien adquirió más acciones dentro de las que ya tenía como miembro de la sociedad. Debo añadir que la operación fue ilegal, ya que una de las cláusulas que tenía el directorio de Análisis era que cualquier persona que quisiera retirarse y vender sus acciones debía ofrecerlas al conjunto de los accionistas antes que a terceros, cosa que no se hizo. Además, todo indica que la operación se efectuó con gastos reservados del gobierno, puesto que necesitó de fondos para comprar acciones; indemnizar a todos los periodistas por su despido; y cancelar el conjunto de compromisos económicos que la revista tenía pendiente a la hora de su cierre. Es muy raro que gente del gobierno, con recursos propios, compren publicaciones para al poco tiempo decidir su clausura, solventando esos gastos.

- ¿Cuánto duró esta nueva etapa?

-Yo calculo que pasaron unos siete u ocho meses desde mi salida y la clausura.

- ¿A qué se debió su salida?

- Simplemente porque cambió la mayoría del directorio. Incluso, en un acto desesperado, yo les ofrecí a los nuevos miembros del directorio -que asumieron por las acciones que adquirieron- que se retiraran, pagándoles lo que habían invertido; dejándonos a los periodistas como únicos propietarios de la publicación. Pero no quisieron. Luego me propusieron la extraña fórmula de que siguiera como director un año, poniendo mi nombre; pero que me fuera al país europeo que quisiera, manteniéndome el sueldo. Por cierto no la acepté. Entonces me ofrecieron una indemnización por años de servicio. A mí me correspondían doce meses, pero como había una ley que ponía un tope de ocho, exigí que me pagaran sólo esta cantidad. Luego, con una parte del equipo de la revista formamos otro medio que también tuvo muchas dificultades.

Operación desde La Moneda

- ¿Su convicción es, entonces, que hubo una operación desde La Moneda?

- Sí, en el caso de Análisis hubo una operación política desde La Moneda. Conozco a los principales responsables. En la oficina de Belisario Velasco se hizo una reunión en que se convocó a Fernando Castillo Velasco, Patricio Hurtado y Oscar Saavedra para adquirir sus acciones a cambio de dos millones de pesos que se les dio a cada uno. Obviamente, en el entendido que se reforzaría la revista. En la operación también estuvo involucrado Carlos Bascuñán, yerno de Patricio Aylwin. Ellos fueron los operadores, pero cuando uno conversa con los directores de otros medios se da cuenta de que no fueron los únicos. En el caso de Página Abierta, por ejemplo, el operador fue Enrique Correa que compró las acciones. Yo siempre he planteado que hubo una política de los gobiernos de la Concertación de exterminio a los medios de comunicación contrarios a la dictadura.

- Por tanto, el cierre de Análisis no fue producto del mercado...

- Claro que no, porque la revista estaba además en una muy buena situación. Por supuesto que habíamos empezado a tener dificultades, pero al término del gobierno de Pinochet estábamos en azul, como dicen los contadores. Después comenzamos a acumular algunas deudas con la esperanza de que íbamos a tener publicidad estatal, que se nos negó desde el comienzo; y con la expectativa de que íbamos a tener publicidad de empresas como una forma de apoyar a las revistas, lo que tampoco se concretó. Por esto fuimos acumulando un déficit, pero que no era preocupante.

- ¿Por qué razón cree usted que no recibieron ese avisaje?

- Pinochet había dejado comprometidos tres años de publicidad estatal con El Mercurio y La Tercera, y había dispuesto los futuros recursos de la administración de Aylwin para publicidad. Pero el gobierno podría haber desconocido esos acuerdos. Finalmente, se respetaron esos convenios con lo que a mi juicio se estableció también, desde entonces, una alianza estratégica entre esos medios-principalmente El Mercurio- y los gobiernos de la Concertación, alianza que se extiende hasta el día del hoy: oposición discreta a cambio de publicidad estatal e impunidad.

Las platas holandesas

- ¿Cómo fue el caso de las platas holandesas?

- Nosotros hicimos muchas gestiones para mantener viva a la revista. La más emblemática fue una que no emprendimos nosotros sino el propio gobierno de Holanda, a través de la ministra que vino a representar a su gobierno en el traspaso del mando. Ella se reunió con el directorio de las revistas Hoy, Apsi y Análisis, y de los diarios Fortín Mapocho y La Época, para ofrecernos una ayuda por última vez, aunque muy cuantiosa, para que estas revistas y diarios pudieran consolidarse durante la transición, que ellos preveían difícil. Se nos informó que esta ayuda iba a concretarse a través de un informe que iba a redactar un consultor enviado por el gobierno holandés para analizar la situación de cada uno de los medios. Este consultor efectivamente llegó a las dos semanas, trabajó un poquito más de un mes y se formó una convicción de las necesidades reales.

- ¿Qué concluyó respecto de Análisis?

- En lo que toca a Análisis, el mismo consultor me preguntó qué monto se necesitaba para consolidar la revista en los primeros cuatro años de la transición. Yo le di una cifra de 250 mil dólares, que estimaba para salir del atolladero en los años que venían. El me dijo, entonces, que estaba en condiciones de darnos mucho más dinero. Concretamente nos ofreció 500 mil dólares, los que acepté. A los pocos días el embajador de Holanda me llama para decirme que está en condiciones de girarnos el cheque de esta ayuda, pero me dice que debía resolver el problema que le planteaba el gobierno chileno en el sentido de sostener que cualquier ayuda a los medios de comunicación de este país sería visto como una injerencia indebida en los asuntos internos de Chile, un país democrático. El me dijo que habían acudido a los directores de las tres revistas, y con los directores de los diarios habían actuado en forma independiente. Entonces, los tres directores fuimos a hablar con Enrique Correa, en ese entonces ministro secretario general de Gobierno. El dijo que esto se trataba de un mal entendido y que se resolvía con una llamada telefónica de él mismo. Pero esa llamada nunca la realizó, nadie la realizó desde el gobierno y el embajador se aburrió de esperar hasta que nos notificó que ellos tenían interés de apoyar a los medios, pero también tenían interés de tener buenas relaciones con el gobierno.

- ¿El gobierno planteó claramente que esta era una injerencia indebida que iba a entorpecer las relaciones con Holanda?

- Así es. Eso fue lo que me dijo el embajador holandés. Y esto fue ratificado, además, en un curioso encuentro que tuve en una recepción en la embajada de Noruega, en que el embajador noruego que había ya estado en Chile y que lo volvieron a nombrar por la contribución que había hecho a la lucha democrática, públicamente me convocó ahí delante de todos los comensales del evento diplomático y le enrostra a una persona, Felipe Tomic, diciéndome: "mire, director, yo quiero decirle en presencia de toda esta gente que este señor que está aquí formó parte de una comisión que ha viajado por todos los países europeos haciéndole ver a cada uno de los países que cualquier ayuda a los medios de comunicación y a las ONG iba a ser considerado como una injerencia indebida en los asuntos internos de Chile". Parece que se trató de un mal entendido, ya que no fue Tomic quien había estado en la comisión. Sí se pudo establecer que Sergio Molina estuvo en esa comisión que viajó. Yo doy fe que esa comisión existió, y las consecuencias de sus acciones están a la vista. La razón era que al existir un gobierno democrático eran las instituciones del Estado las que debían recibir la ayuda internacional directamente.

- Ha habido declaraciones suyas sobre esto desde hace varios años. ¿Nunca hubo alguna explicación de parte de las autoridades gubernamentales responsables?

- Yo me he cansado de decirlo, de plantearlo en conferencias, de escribirlo... de hecho en la edición especial de aniversario de los treinta años de la creación de Análisis, en diciembre pasado, aparecen algunos de esos nombres. He mencionado reiteradamente a las personas que estuvieron en el operativo, como ahora, y jamás he recibido un desmentido.

El enojo de Enrique Correa

- Tampoco ha habido una preocupación de los medios de prensa respecto de este tema.

- Así es, y les puedo contar una anécdota muy interesante porque creo que es el momento de hacerlo. En una oportunidad tuve una curiosa invitación al gabinete del ministro de Obras Públicas del gobierno de Aylwin, Carlos Hurtado. En su oficina, donde se hizo un almuerzo con directores de medios de comunicación, me preguntaron qué pasó con Análisis. Yo ya estaba en la revista Los Tiempos. Conté ahí mi versión a grandes rasgos. Cuando nos íbamos, el director en ese entonces de La Segunda -hoy de El Mercurio- Cristián Zegers, me dijo: "Juan Pablo, ¿tú no vas a denunciar lo que acabas de decir? ¿Estarías dispuesto a concederme una entrevista para La Segunda?". Le contesté que sí y le hice ver que era mejor hacer una investigación periodística previa sobre todo esto. Para esos efectos, yo podía dar los nombres y la notaría donde se realizaron las transacciones. Y que después de la investigación le daría la entrevista. Luego, Zegers designó a una periodista que tomó contacto conmigo, y que haría lo mismo con personeros de gobierno. A los dos o tres días, Zegers me llamó y me dijo que lamentablemente no podían hacer nada ya que "esto se filtró y tú sabes las vinculaciones que tenemos con las autoridades; te felicito por tener el coraje de denunciarlo, pero con mucha vergüenza te digo que no puedo hacer nada". Los medios y el Colegio de Periodistas renunciaron a denunciar estos hechos hasta el día de hoy.

- Y las relaciones entre los directores y editores de los medios que estaban desapareciendo ¿cómo se daba? ¿Se planteaba una lucha en conjunto o por separado?

- De hecho nos coordinamos para esto y para una acción que siguió y que también la puedo revelar... En nuestra desesperación, los directores de las tres revistas -Marcelo Rozas, Marcelo Contreras y yo- nos fuimos, ante la dilación del Secretario General de Gobierno que nos prometía ayuda y avisaje estatal, a conversar con el ministro de Hacienda de Aylwin, Alejandro Foxley. A él le contamos todo lo que habíamos vivido con el bloqueo de las platas del gobierno holandés. Foxley se tomaba la cabeza a dos manos y decía que no podía entender una cosa así. El decía que ellos estaban ahí, entre otras cosas, por la lucha ejemplar de los periodistas. "Los veo muy estresados, los voy a ayudar", dijo. Llamó a Pablo Piñera a su oficina, quien era su subsecretario y hoy gerente del Banco Central, y después de cuchichearse, nos pregunta el monto de la ayuda del gobierno holandés. Yo le cuento que para el caso de Análisis eran 500 mil dólares. El nos pregunta sobre qué nos parecía que a las tres revistas les diera lo mismo. El habló de crear un mecanismo con Pablo Piñera para darnos ese dinero. Luego nos dijo: "ahora váyanse, tomen un trago a mi salud y que tengan un buen fin de semana (era viernes)". El martes nos convocó intempestivamente el Secretario General de Gobierno, Enrique Correa, a los tres directores con los tres gerentes, para una reunión a puertas cerradas en su oficina. Como era con los gerentes nosotros pensamos ingenuamente que era para concretar los anuncios. Para nuestra perplejidad, en cambio, nos retó muchísimo, nos amenazó con las penas del infierno y nos advirtió que así no iba a haber un peso de ayuda a ninguno de los tres medios.

- ¿Cómo justificó aquello?

-Señalando que él se consideraba muy ofendido por el hecho de que nosotros le hubiéramos planteado esto al ministro de Hacienda y no hubiésemos esperado las buenas gestiones que él estaba haciendo para resolver el problema de los medios democráticos. Se refería a una gestión que hipotéticamente estaba haciendo con el gobierno de Italia y que iba a significar una ayuda mejor a la que ofrecía el gobierno holandés. Ahí entendimos que era un completo volador de luces. Esa fue la situación.

Publicidad estatal

-¿Cómo se trabajó el tema de la publicidad estatal?

- Nosotros tratamos de agotar todas las instancias. Al margen de eso tuvimos decenas de reuniones con los jefes de servicio de las empresas del Estado para requerir publicidad directamente y no pasó nada. La única ayuda que recibimos fue un aviso de la Polla Chilena de Beneficiencia, gracias a Orlando Cantuarias que estaba a cargo en ese momento.

- Entonces, sería un mito esto de que "la mejor política de comunicación es la que no existe". Habría existido, pero para destruir a medios como Análisis.

- Es clarísimo que sí existió. Aquella famosa frase de la no existencia de una política fue de Eugenio Tironi, a quien también le reclamamos ayuda cuando estaba en el gobierno. Una cosa es lo que el proclamaba... aunque él se manifestó dispuesto a hacer algo por los medios; pero seguramente se topó con una instrucción superior, con algún impedimento, como le sucedió a Foxley.

- Por tanto, no es que no existiese una política de comunicación; sino que se habría desarrollado una destinada a exterminar los medios que, se suponía, le eran afines a la Concertación.

-Yo creo que a estas alturas no se puede dudar de ello: hubo operativos, recursos y operadores orientados claramente en esa dirección. Cada uno de los medios fue desapareciendo en diversos momentos producto de esa política. Se mantuvo más tiempo la revista Apsi, que tenía vinculaciones con el Partido Socialista y que era estaba mucho más vinculada a las colectividades que formaban parte del gobierno. Ese no era el caso de Análisis, que era completamente autónoma... Pero ni siquiera Apsi pudo sobrevivir, ya que ¡la política fue inmisericorde con cualquiera que tuviera ciertos niveles de independencia y que se veía que pudiera constituir una amenaza! Aquí la evaluación fue brillante. Yo creo que cerebros como (Edgardo) Boeninger y Correa fueron los gestores de esta política. Debieron pensar "estos medios tarde o temprano nos van a comenzar a hacer oposición y más vale convenir alguna forma de acuerdo con los medios tradicionales, que están abrumados por sus culpas y deudas, que ayudar a estos medios". Incluso, creo que con El Mercurio se estableció una relación especial que se prolonga hasta hoy.

"Fui expulsado por el directorio"

- ¿Qué tipo de relación cree que existe entre el Gobierno y El Mercurio?

-Como periodista tengo la convicción de que El Mercurio tiene la información, datos y recursos para hacer pedazos a quienes hoy están en La Moneda y que pueden haber estado involucrados en diferentes actos de corrupción. Esto explicaría por qué, de repente, asoman indicios sobre noticias de corrupciones gubernamentales en las páginas de El Mercurio las que luego desaparecen o se les quita importancia. Y porqué los gobiernos de la Concertación han ido acentuando aún más su consideración especial a dicho diario. Es decir, un pacto implícito.

- Usted sufrió también el despido de la dirección del diario electrónico Primera Línea de La Nación.

- Sí, cuando asumí en 2000 la dirección del diario electrónico Primera Línea, de la empresa dueña de La Nación, fui también víctima de una política del gobierno, porque desde el primer día en que se supo que los miembros del directorio del diario me designaron, empezó sobre ellos una presión enorme para que me echaran del cargo.

-¿Desde dónde venían las presiones y qué resultado tuvieron?

- A los dos meses, cuando el diario estaba desarrollado con una gran cantidad de visitantes y absolutamente consolidado, se me insistió en que renunciara, a lo que me negué. Entonces fui expulsado por el directorio, producto exclusivamente de instrucciones superiores, ya que tanto el directorio como la gerencia quisieron mantenerme en el cargo, dilatando lo más posible mi permanencia porque veían mi expulsión como un acto de gran injusticia y hasta de torpeza, dada la inversión que se había hecho. Antes de concretarse la expulsión, el directorio incluso me instó a que yo mismo hiciera gestiones para lograr revertir la situación. Hablé para esto con el ministro secretario general de Gobierno, Claudio Huepe, quien me señaló que actuaba bajo instrucciones superiores. Le envié, entonces, una carta al presidente Lagos, señalándole que estaba en sus manos evitar que se produjera esta expulsión injusta que, independientemente que fuera yo el afectado, significaba un grave atentado a la libertad de expresión. El presidente no hizo absolutamente nada.

- ¿Eso confirmaría que se consolidó una política contraria a la libertad de expresión?

- Absolutamente. Y tampoco El Mercurio ha querido que se desarrollen medios electrónicos y ha tenido un largo litigio respecto a la publicidad estatal en medios electrónicos. Se ganó esa batalla en tribunales, pero a contrapelo de lo que quería El Mercurio.

- ¿El caso Clarín sería un elemento más de esa política?

- Claro, la oposición tenaz que ha hecho El Mercurio en contra de la devolución de los bienes de Clarín a su legítimo dueño, Víctor Pey, es un hecho. Y la acción de todos los gobiernos de la Concertación en esa dirección ha sido también muy fuerte. No hay duda que los intereses del duopolio (La Tercera - El Mercurio) se verían muy afectados si asomara una competencia. Los casos ilustrativos en esta materia ya son varios.

- Frente a todo esto ¿no ha habido reacción alguna de los dirigentes de la Concertación?

- Como periodista gasté mucha saliva con diversos políticos conversando del tema. Después de lo que aconteció en Análisis tuve una entrevista con Eduardo Frei, quien era presidente de la Democracia Cristiana, para exponerle cómo personas de su partido habían estado involucradas en esta operación. Frei me escuchó en silencio y dijo que lamentaba lo ocurrido. Después, como presidente de la República, me nombró agregado de prensa en México -un acto generoso- pero todo indica que nunca tomó en cuenta la gravedad de mi denuncia. En fin, hablé con mucha gente, incluyendo parlamentarios. Todos se encogían de hombros y decían que les parecía insólito... como hasta ahora.

Diarios extranjeros en Chile

- ¿Qué sabe sobre el fracaso de la instalación de diarios extranjeros en Chile?

- Por años hubo una iniciativa de la empresa francesa dueña de Le Monde de establecer un diario en Chile. Incluso entiendo que una persona estuvo instalada dos o tres años en Chile reuniéndose con autoridades de gobierno para hacer realidad aquello. Yo particularmente conozco la que hizo el diario El País, que llegó a una fórmula de acuerdo con La Nación, que fundamentalmente sería la editora. El País pondría la experiencia y el diseño; y los recursos se pondrían en conjunto con un grupo de empresarios chilenos representados por el rector de la Universidad de Chile, Luis Riveros. Fue en la oficina del rector, durante el gobierno de Lagos, en donde me enteré de que esta operación había sido muy exitosa. Para celebrar el acuerdo, me comentó que Lagos lo invitó, junto con dos representantes del diario El País a La Moneda. Durante el almuerzo, Francisco Vidal -entonces ministro secretario general de Gobierno- les señaló que el Presidente quería que se incorporara al acuerdo un representante de otros intereses. Esto irritó muchísimo a Jesús Polanco (dueño de Prisa, fallecido en 2007) y a Juan Luis Cebrián, director de El País, quien dijo que este acuerdo había costado muchísimo y que no se podían cambiar las reglas ahora, considerando que ellos siempre habían tenido la idea de crear un diario independiente, que no tuviera vínculos formales con el Gobierno, aunque ellos eran simpatizantes del proyecto de la Concertación. Allí abortó el proyecto.

- ¿Cuál es su conclusión respecto de estas iniciativas fallidas?

- Lo que pasa, insisto, es que pesa un acuerdo implícito con El Mercurio. Los gobiernos de la Concertación nunca han estado en disposición de hacer algo que pueda romper este pacto de hecho que tienen con Agustín Edwards.

- ¿Y cómo describiría la consecuencia de estos cierres y proyectos abortados; y la existencia de una extrema concentración en la propiedad de los medios de comunicación?

- La consecuencia directa es que no ha habido, desde hace mucho tiempo, una prensa crítica que habría sido tremendamente necesaria para estimular la justicia y terminar con la impunidad; para profundizar los cambios democráticos que hasta hoy no se realizan; y, sobre todo, para frenar la corrupción.

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Rodrigo González Fernández
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Patricia Politzer enjuicia primera Cuenta de Responsabilidad Social del Ejército

Patricia Politzer enjuicia primera Cuenta de Responsabilidad Social del Ejército

Patricia PolitzerPatricia Politzer.

Por Patricia Politzer, periodista, miembro del directorio del Capítulo Chileno de Transparencia Internacional. 
El texto corresponde al análisis que hizo durante la presentación del Primer Reporte de Responsabilidad Social del Ejército el pasado 12 de diciembre.
De: CiperChile.cl (Los subtítulos son de ZonaImpacto.cl
)

Agradezco al Ejército el privilegio de comentar este Primer Reporte de Responsabilidad Social. Sospecho que muchos de ustedes están sorprendidos ante mi presencia en este podio. Lo cierto es que la más sorprendida soy yo.

Soy miembro del directorio del Capítulo Chileno de Transparencia Internacional, pero no soy especialista en Responsabilidad Social y mucho menos en Defensa. Tampoco soy particularmente amiga de las Fuerzas Armadas, por el contrario, durante gran parte de mi vida he sido muy crítica frente a su actuar.

En esta oportunidad, supongo que el Ejército pensó en mí como periodista. Asumo, entonces, que corresponde hablar desde esa posición.

Ejército querido

Los periodistas -a diferencia de los sociólogos- entregamos la conclusión al comienzo. Es lo que llamamos el titular, la noticia. Esta mañana, al dar a conocer su Primer Reporte de Responsabilidad Social, el Ejército dio un paso más en su deseo de ser querido por la ciudadanía.

Sin duda una noticia curiosa. En el inconsciente colectivo, los ejércitos están para ser temidos y no amados. Sin embargo, el Ejército de Chile lleva varios años empeñado en ser comprendido, respetado, valorado y querido por todos los chilenos. Así se establece en numerosos documentos oficiales. En este informe, se reitera una vez más que el Ejército se reconoce como una empresa con 16 millones de accionistas a los que debe rendirle cuentas sobre su quehacer.

Este Reporte de Responsabilidad Social se elaboró en base a las normas establecidas por el Global Reporting Iniciative, una institución independiente y respetada internacionalmente, que nació al amparo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente a fin de incrementar la calidad de las memorias de sostenibilidad.

Este no es un dato menor. Para cualquier organización se trata de una tarea compleja. Al Ejército nadie se la pidió. La Responsabilidad Social es un tema cada vez más relevante en el mundo empresarial, pero, al menos hasta ahora, no es una práctica que se haya puesto de moda entre las Fuerzas Armadas.

El Ejército cuenta con una Memoria Anual, con diversas publicaciones y, por cierto, con un sitio web, para que los interesados puedan informarse sobre los temas más diversos. Hoy se están comprometiendo, además, a contarnos -cada dos años- qué están haciendo en el ámbito económico, social y ambiental. Se trata de tareas a las cuales el Ejército no está obligado, pero que sus altos mandos consideraron como un compromiso ético frente a la sociedad chilena del siglo XXI.

Son actividades que dan cuenta de un Ejército que no volvió a los cuarteles para vivir como lo hacía antes de la dictadura. Son tareas que muestran un Ejército que desea insertarse activamente en la sociedad, más allá de que vivan en poblaciones militares y de que su profesión les otorgue beneficios que otros servidores públicos no tienen, como ocurre con la salud y la previsión.

Buenas prácticas comunitarias

En ciertos capítulos, el Reporte podría confundirse con el de una aplicada ONG. Se informa, por ejemplo, sobre la igualdad de género, adquisiciones a través de ChileCompra, recuperación de aguas servidas, reducción del consumo energético, iniciativas para la conservación de la biodiversidad y numerosos misiones de paz en el extranjero.

En síntesis, buenas prácticas comunitarias de un Ejército que busca ser querido.

El Reporte constituye, sin duda, un importante ejercicio de transparencia. Y es que para ser queridos tenemos que sacarnos las máscaras y mostrarnos tal como somos. El ex comandante en jefe, Juan Emilio Cheyre, solía decir que el Ejército debe desnudarse ante los chilenos. No parece una frase muy marcial, pero da cuenta de la fuerza con que el general quería que todos entendieran la importancia de la transparencia en el proceso de transformación del Ejército.

La transparencia es un factor clave en la convivencia democrática. Sin embargo, no es cosa fácil. Bien lo sabemos los periodistas cuando intentamos que se cumplan las disposiciones sobre acceso a la información.

Hace tres años, reporteando para mi último libro, decidí probar cuán transformado y transparente estaba el Ejército. El general Cheyre no dudó en autorizarme a visitar cualquier unidad y para hablar con quién quisiera.

A través de múltiples visitas y entrevistas, comprobé que el Ejército estaba en un proceso de cambio que iba mucho más allá de la modernización de los regimientos o la creación de un cuerpo de soldados profesionales. Saber que desde 1990 los generales disminuyeron de 45 a 36 o que los regimientos pasaron de 71 a 41 no refleja el verdadero cambio.

Dificultad en el cambio cultural

Hace unos días, el general Oscar Izurieta reiteró sin eufemismos que el Ejército está empeñado en un cambio de paradigma. Un desafío ambicioso. Lograrlo implica un cambio cultural que no se produce de un día para otro.

En mis conversaciones con oficiales, suboficiales y soldados, en diferentes recintos militares, pude palpar la dificultad de ese cambio cultural. Sentí la fuerza de la vocación militar, capaz de mantenerse inalterable aunque el barco gire bruscamente en otra dirección; supe de las contradicciones que la mayoría tiene para asumir un pasado que se resiste a rechazar; escuché lugares comunes y explicaciones políticas que no se sustentan en ninguna realidad; oí comentarios absurdos frente a crímenes inconcebibles. Percibí la lealtad que se tiene con el alto mando, aunque no se comparta o no se entienda bien la nueva doctrina.

Conocí profesores que enseñan a los militares sobre Sócrates y sobre los derechos humanos. Supe que para los soldados de hoy la guerra es un fracaso y que su misión es no sólo mantener la paz sino que promoverla globalmente.

Recuerdo especialmente un almuerzo en la Escuela Militar con un grupo de cadetes mujeres. Para mi sorpresa no todas provenían de familias militares. Fue una conversación larga e intensa. Pasamos por las anécdotas, la soledad, los llantos ahogados de las primeras noches hasta las exigencias en los estudios y un agitado debate político, que incluyó -por cierto- las violaciones a los derechos humanos.

Con indignación, una de ellas precisó que todas habían nacido mucho después del golpe militar, "nos dejan estancados en el '73 ¡estamos en el 2005!" -me dijo categórica. En un tono más triste, otra contó que, al verla de uniforme, un niño se le acercó en la calle mientras su padre se apuraba a retirarlo, explicándole que tuviera cuidado porque -le dijo- "ellos matan a la gente".

Al terminar la reunión, me advirtieron sin tapujos que esperaban objetividad en mi libro. Obviamente lo que les preocupaba eran los temas políticos y de derechos humanos.

Espero haber cumplido, no sólo con ellas sino con todos los que en aquellos días me hablaron con honestidad y confianza.

Memoria del pasado y deseo del futuro

Todos quieren mirar hacia el futuro, dar vuelta la página como insisten una y otra vez. Desean ser parte de ese Ejército querido que promueve el alto mando. Pero los fantasmas del pasado tienen la mala costumbre de volver a presentarse con una u otra excusa.

Desde hace algunas semanas, creo entender mejor esta tensión entre pasado y futuro. Se lo debo al escritor mexicano Carlos Fuentes, que dictó recientemente una conferencia en la Biblioteca de Santiago.

A propósito de la literatura, señaló que el presente es ese instante en que se unen la memoria del pasado y el deseo del futuro. En esa conjunción surge la palabra del presente.

Esta reflexión de Carlos Fuentes, me hizo percibir que, por más genuino y potente que sea el deseo del alto mando por convertirse en un Ejército querido y respetado por todos, no podrá lograrlo sin continuar dedicándole atención y reconocimiento a los dolores del pasado. Pienso que sólo así las palabras de hoy tendrán la fuerza necesaria para dar los frutos esperados.

Como todo informe sobre Responsabilidad Social, el Reporte del Ejército se centra en el ser humano. Para explicar su relación con el desarrollo sostenible enfatiza la renovada valoración de la persona humana, sin discriminación de raza, sexo, creencia u opinión. Al mismo tiempo, subraya que en el mundo se extendieron principios universales como la democracia y el respeto a los derechos humanos.

Más actos simbólicos

Pero las palabras suelen no ser suficientes, pueden convertirse rápidamente en letra muerta. Las Fuerzas Armadas conocen bien la importancia de los símbolos. Y en esta perspectiva, no cabe duda de que el homenaje que el ejército le rindió al ex comandante en jefe, el general Carlos Prats, a los 30 años de su asesinato fue un hecho de especial trascendencia.

Así también, no deja de ser significativo que esta semana, en vez de conmemorar una muerte, el Ejército esté aquí entregando al país un Reporte de Responsabilidad Social.

Quizás se requieran más actos simbólicos como éstos para que el pasado, que vive en la memoria, se acomode en forma fluida con el deseo de futuro. Ese nexo parece ineludible para consolidar un auténtico cambio cultural.

La voluntad del alto mando parece inamovible en esa dirección. Su tarea no ha sido fácil ni exenta de riesgos. Los oficiales que impulsaron la transformación del Ejército iniciaron su obra con Pinochet en la comandancia en jefe, y en oposición a un cuerpo de generales duros que se disputaba la sucesión. El elegido fue el general Ricardo Izurieta, un oficial de carrera intachable. Como comandante en jefe debió enfrentar la larga crisis política de la detención de Pinochet en Londres, pero eso no le impidió desechar el continuismo e iniciar la transición hacia un Ejército coherente con los principios democráticos.

Los "oficiales del libro"

Dentro del Ejército, a los oficiales que lideran la transformación se les conoce como los "oficiales del libro". Se ganaron este apodo porque sumaron a su instrucción castrense una exigente formación académica. Son militares cultos, globalizados, con postgrados en Chile y en las mejores universidades del mundo, capaces de establecer relaciones de igual a igual con cualquier civil.

Su visión del Ejército para el Siglo XXI conlleva, entre otras cosas, el desafío modernizador, el respeto por la vida privada, la obligación ética y política de respetar los derechos humanos y la tesis de que el Ejército no es heredero de ningún gobierno.

Este Primer Reporte de Responsabilidad Social -el primero que emprende un ejército en el mundo- es un esfuerzo contundente en esa dirección. Sin embargo, un documento de esta naturaleza debe incluir también el reconocimiento de errores. En este punto, el Reporte parece débil. Se informa, por ejemplo, del daño causado al humedal de Lluta por un vehículo militar, de tres casos de abuso de autoridad, 24 casos de consumo de drogas y dos sumarios administrativos por faltas a la probidad.

Sin ser suspicaz, simplemente considerando el número de personas involucradas en el Reporte, intuyo que, estadísticamente, los errores publicados son escasos.

Para la inmensa mayoría de los seres humanos la autocrítica no es algo natural ni espontáneo. Sin embargo, esto es aún más difícil en una institución militar donde el ascenso -es decir el futuro profesional- depende de una calificación impecable.

Perry M. Smith, general en retiro de la Fuerza Aérea estadounidense decía que "hay personas que nunca mentirían en provecho propio, pero sí lo hacen en beneficio de la institución". Sospecho que ése concepto -el mentir o el callar, para no ser tan duros- requiere de una revisión. Asumir un error es una responsabilidad ética.

Jerarquía con discernimiento individual

Si el Ejército aspira a ser querido y respetado por el conjunto de la sociedad, el componente ético resulta esencial, y así lo establecen sus documentos oficiales.

Hoy los militares combinan su instrucción con una educación humanista. Entre ambas ha existido históricamente una cierta tensión. Muchos piensan que el pensamiento crítico, que surge del saber humanista, interfiere con la disciplina para cumplir órdenes. Esta idea, ampliamente discutida entre los teóricos, implica que el soldado que recibe educación humanista no podría diferenciar de manera correcta entre situaciones que exigen reflexión y aquellas que demandan acción.

Este es un concepto pobre de los militares. Pero es el pensamiento con el que se han justificado los mayores horrores del siglo XX. La peligrosa idea de estar obligado a cumplir una orden sin importar ni cuestionar su fundamento ético. Obedecer sin pensar puede llegar a ser inevitable en alguna situación extrema pero -en el siglo XXI- el mundo entiende que toda persona es responsable de su conducta.

En este punto, el Reporte de Responsabilidad Social reitera que el Ejército combina la disciplina y la jerarquía con la aplicación del discernimiento individual, con el buen criterio en el momento de tomar decisiones, y subraya también el derecho de todo subalterno de exponer su propio discernimiento y buen criterio.

Pero, por más que lo recalquen los instructivos, la disciplina militar y la necesidad de una hoja de vida intachable son cosa seria. Por lo tanto, es probable que, en este aspecto, el cambio cultural sea más complejo y la transformación requiera aún de más tiempo y mayores énfasis. En dos años más podremos comprobar si los soldados chilenos desarrollaron una mayor autocrítica y si se reconocen voluntariamente más equivocaciones en el quehacer cotidiano. Sería una buena señal de conducta ética y de discernimiento individual.

La mayor prueba

En el ámbito estrictamente militar, la tragedia de Antuco es hasta ahora la mayor prueba que han enfrentado los nuevos mandos. Ante una crisis de esa magnitud es muy fácil que se imponga la inercia de las prácticas históricas.

El destino suele jugar con la ironía. El general Cheyre insistió hasta el cansancio en que para mi libro debía visitar la Oficina de Información del Contingente. Quería que comprobara la preocupación y el trato respetuoso que se tenía hacia los conscriptos y sus familias.

El 18 de mayo de 2005 me encontraba entrevistándolo en su oficina cuando le dieron el primer aviso de que al parecer había un accidente grave en el regimiento de Los Angeles. Obviamente, la conversación quedó suspendida.

Desde ese momento, no sólo me conmoví con la horrenda tragedia de Antuco -como todos los chilenos- sino que, además, fui un testigo obsesivo de cómo el general Cheyre y sus encargados de comunicaciones se mantenían fieles a su política de transparencia.

La televisión mostraba a los familiares enardecidos pidiendo información y luego explicaciones. Los periodistas informaban sobre detalles horrendos e injustificables. La opinión pública supo casi de inmediato que el drama no fue responsabilidad del temido viento blanco sino de los errores cometidos en la instrucción de los conscriptos: vestimenta inadecuada, exigencias impropias para un contingente recién llegado, decisiones absurdas e inhumanas frente a un clima peligroso.

La política de transparencia fue criticada desde fuera por imprudente e insensible con quienes sufrían la tragedia. Dentro del Ejército, muchos oficiales -ofendidos por los ataques públicos- reclamaron un retorno a las fórmulas tradicionales de un Ejército capaz de restringir y controlar la información en forma estratégica, para evitar el daño institucional.

Pocas organizaciones han vivido una crisis como aquélla. Fue un duro examen para poner en práctica las buenas intenciones que se plasman con tanta facilidad en el papel.

Transparencia y la responsabilidad social

Napoleón decía que "tres diarios adversos son más peligrosos que mil bayonetas". Desde aquellos tiempos hemos aprendido que la verdad siempre se sabe y que ocultarla sólo provoca daños mayores.

El general Oscar Izurieta y su alto mando están convencidos de que ése es el camino a seguir y que no habrá vuelta atrás. Aseguran que Chile tiene un Ejército republicano que ha vivido una verdadera revolución, que ya no depende de la voluntad y visión de un comandante en jefe sino de una doctrina que está totalmente institucionalizada.

La transparencia y la responsabilidad social son parte esencial de esta nueva doctrina. Sin embargo, para que éstas tengan un efecto cierto se requiere de una contraparte que controle y pida cuentas. En una sociedad democrática, esa responsabilidad recae en nosotros, los civiles, más allá de las autoridades de gobierno. Como señala el fallecido militar y diputado español, Julio Busquets, en la medida en que el Ejército esté fuertemente unido a la ciudadanía será muy difícil que alguien logre usarlo en su contra.

Dije hace un momento que el Ejército sabe de símbolos. Al invitar a una periodista a comentar su Primer Reporte de Responsabilidad Social imagino que están llamando a la ciudadanía a leerlo, a comprenderlo y también a criticarlo.

Para que el Ejército logre su objetivo de ser respetado, valorado y querido por la gran mayoría de los chilenos, necesita ser conocido. Lo desconocido provoca temor. Más aún cuando la memoria nos golpea con un pasado doloroso.

El respeto y el cariño surgen de una relación mutua, de una relación recíproca.

En los últimos años, el Ejército ha hecho numerosos esfuerzos de transparencia y de inserción en la sociedad como una institución necesaria y cercana. No estoy segura que haya logrado despertar el interés que esperaba de parte de los civiles.

Al escuchar al comandante en jefe, general Oscar Izurieta, no cabe duda de que seguirán empeñados en la tarea. No siempre es fácil que el otro entienda que necesitamos su respeto y su cariño. A veces hay que insistir con mucha paciencia para despertar la comprensión del otro.

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Rodrigo González Fernández
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=?iso-8859-1?Q?[Posible SPAM]=20?= CHILE, LA DISCUSION DE CHILLAN: Los ojos puestos en la rienda olímpica

DEPORTES
 
Los ojos puestos en la rienda olímpica
 

 

 

 

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Lunes 21 de abril de 2008. 

En la remozada medialuna de Pemuco participando en el Nacional de Pruebas Ecuestres, nos encontramos nada menos que con Luis Gerardo Soto de la Asociación Cautín, viejo corralero, criador y jinete, que se coronó campeón de Chile del Movimiento a la Rienda en el reciente Campeonato Nacional de Rodeo en Rancagua. 

Lo singular de este hombre es que en su triunfo hay un elemento que es novedoso en las medialunas de Chile, ya que se inclina por las corrientes más modernas en el manejo del caballo, incorporando conceptos como "Doma Racional" y "Rienda Olímpica", que están muy lejanos a los conceptos antiguos de cómo dominar un caballo, donde la fuerza y en algunos casos la brutalidad, estaban presentes.

A tal punto este corralero se ha entusiamado con estas nuevas técnicas que no pasan inadvertidas para ningún jinete que quiera sentir armonía con el caballo y dominarlo en forma completa sin recurrir a los golpes, que está dispuesto a ser el primer huaso que podría competir en una olimpiada en "Rienda Olímpica". 

Se trata de una disciplina internacional, para la que el caballo de raza chilena estaría genéticamente bien adaptado ya que trabaja con la rienda en forma singular, y extranjeros expertos que han asesorado a la Federación de Criadores han señalado que nuestro caballo, el pura sangre chileno, podría competir de igual a igual con otras razas del mundo en las olimpiadas. 

Luis Gerardo Soto, aseguró que de contar con el apoyo de la Federación, estaría dispuesto a especializarse en la "Rienda Olímpica", modalidad que ya maneja y la que ha conocido en otros países sudamericanos. 

De todos modos, aclara que hay mucho que entrenar y requiere de un trabajo fuerte entre jinete y caballo ya que al revés del "Movimiento a la Rienda" chileno, la "Rienda Olimpica", no permite tirones ni uso fuerte de espuela.. 
 
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=?iso-8859-1?Q?[Posible SPAM]=20?= VATICANO - El Papa Benedicto XVI en Estados Unidos - "La promoción de los derechos humanos sigue siendo la estrategia más eficaz para extirpar las desigualdades entre Países y grupos sociales, así como para aumentar la seguridad"

DERECHOS HUMANOS Y EL PAPA BENEDICTO XVI
 
VATICANO - El Papa Benedicto XVI en Estados Unidos -
 
"La promoción de los derechos humanos sigue siendo la estrategia más eficaz para extirpar las desigualdades entre Países y grupos sociales, así como para aumentar la seguridad"

Nueva York (Agencia Fides) - Recibido por el Secretario general, Ban Ki-moon, y el Presidente de la Asamblea General, Srgjan Kerim, junto a representantes de las 192 naciones que forman parte de la misma, el Santo Padre Benedicto XVI ha dirigido el viernes 18 de abril su palabra a la Asamblea General de la ONU, en Nueva York. "Los principios fundacionales de la Organización -el deseo de la paz, la búsqueda de la justicia, el respeto de la dignidad de la persona, la cooperación y la asistencia humanitaria- expresan las justas aspiraciones del espíritu humano y constituyen los ideales que deberían estar subyacentes en las relaciones internacionales" ha dicho el Papa al inicio de su discurso, subrayando que "se trata de cuestiones que la Iglesia Católica y la Santa Sede siguen con atención e interés".
Benedicto XVI ha observado que en nuestros días experimentamos "la manifiesta paradoja de un consenso multilateral que sigue padeciendo una crisis a causa de su subordinación a las decisiones de unos pocos, mientras que los problemas del mundo exigen intervenciones conjuntas por parte de la comunidad internacional". Ha afirmado a continuación: " cuestiones de seguridad, los objetivos del desarrollo, la reducción de las desigualdades locales y globales, la protección del entorno, de los recursos y del clima, requieren que todos los responsables internacionales actúen conjuntamente y demuestren una disponibilidad para actuar de buena fe, respetando la ley y promoviendo la solidaridad con las regiones más débiles del planeta". En particular el Santo Padre ha citado " aquellos Países de África y de otras partes del mundo que permanecen al margen de un auténtico desarrollo integral, y corren por tanto el riesgo de experimentar sólo los efectos negativos de la globalización".
En el contexto de las relaciones internacionales es más necesario que nunca reconocer el papel superior que "desempeñan las reglas y las estructuras intrínsecamente ordenadas a promover el bien común y, por tanto, a defender la libertad humana". "Dichas reglas - ha continuado el Pontífice - no limitan la libertad. Por el contrario, la promueven cuando prohíben comportamientos y actos que van contra el bien común, obstaculizan su realización efectiva y, por tanto, comprometen la dignidad de toda persona humana. En nombre de la libertad debe haber una correlación entre derechos y deberes, por la cual cada persona está llamada a asumir la responsabilidad de sus opciones, tomadas al entrar en relación con los otros". Benedicto XVI ha citado en particular algunas aplicaciones de los resultados de los descubrimientos de la investigación científica y tecnológica, que "a pesar de los enormes beneficios… representan una clara violación del orden de la creación, hasta el punto en que no solamente se contradice el carácter sagrado de la vida, sino que la persona humana misma y la familia se ven despojadas de su identidad natural".
Continuando su discurso, el Santo Padre se ha centrado en el reconocimiento de la unidad de la familia humana y en el principio de la responsabilidad de proteger. "Todo Estado tiene el deber primario de proteger a la propia población de violaciones graves y continuas de los derechos humanos, como también de las consecuencias de las crisis humanitarias, ya sean provocadas por la naturaleza o por el hombre. Si los Estados no son capaces de garantizar esta protección, la comunidad internacional ha de intervenir con los medios jurídicos previstos por la Carta de las Naciones Unidas y por otros instrumentos internacionales.… es la indiferencia o la falta de intervención lo que causa un daño real. Lo que se necesita es una búsqueda más profunda de los medios para prevenir y controlar los conflictos, explorando cualquier vía diplomática posible y prestando atención y estímulo también a las más tenues señales de diálogo o deseo de reconciliación".
La fundación de las Naciones Unidas coincidió "con la profunda conmoción experimentada por la humanidad cuando se abandonó la referencia al sentido de la trascendencia y de la razón natural y, en consecuencia, se violaron gravemente la libertad y la dignidad del hombre". Refiriéndose a la humana dignidad, "fundamento y el objetivo de la responsabilidad de proteger", Benedicto XVI ha recordado el 60° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos del hombre: "El documento fue el resultado de una convergencia de tradiciones religiosas y culturales, todas ellas motivadas por el deseo común de poner a la persona humana en el corazón de las instituciones, leyes y actuaciones de la sociedad, y de considerar a la persona humana esencial para el mundo de la cultura, de la religión y de la ciencia… la universalidad, la indivisibilidad y la interdependencia de los derechos humanos sirven como garantía para la salvaguardia de la dignidad humana". Los derechos reconocidos y delineados en la Declaración "se basan en la ley natural inscrita en el corazón del hombre y presente en las diferentes culturas y civilizaciones. Arrancar los derechos humanos de este contexto significaría restringir su ámbito y ceder a una concepción relativista, según la cual el sentido y la interpretación de los derechos podrían variar, negando su universalidad en nombre de los diferentes contextos culturales, políticos, sociales e incluso religiosos. Así pues, no se debe permitir que esta vasta variedad de puntos de vista oscurezca no sólo el hecho de que los derechos son universales, sino que también lo es la persona humana, sujeto de estos derechos".
El Santo Padre ha animado a continuación a promover los derechos humanos en cuánto constituyen "la estrategia más eficaz para extirpar las desigualdades entre Países y grupos sociales, así como para aumentar la seguridad", y ha exhortado a "redoblar los esfuerzos ante las presiones para reinterpretar los fundamentos de la Declaración y comprometer con ello su íntima unidad, facilitando así su alejamiento de la protección de la dignidad humana para satisfacer meros intereses, con frecuencia particulares".
"Cuando se presentan simplemente en términos de legalidad, los derechos corren el riesgo de convertirse en proposiciones frágiles, separadas de la dimensión ética y racional, que es su fundamento y su fin… es fácil olvidar que son el fruto de un sentido común de la justicia, basado principalmente sobre la solidaridad entre los miembros de la sociedad y, por tanto, válidos para todos los tiempos y todos los pueblos… los derechos humanos han de ser respetados como expresión de justicia, y no simplemente porque pueden hacerse respetar mediante la voluntad de los legisladores".
El Papa ha invitado a continuación a hacer uso del discernimiento, "una virtud indispensable y fructuosa", en el contexto de las nuevas situaciones que surgen y de las tentativas de conectarla a nuevos derechos. "El reconocimiento del valor trascendente de todo hombre y toda mujer favorece la conversión del corazón, que lleva al compromiso de resistir a la violencia, al terrorismo y a la guerra, y de promover la justicia y la paz. Además, esto proporciona el contexto apropiado para ese diálogo interreligioso que las Naciones Unidas están llamadas a apoyar, del mismo modo que apoyan el diálogo en otros campos de la actividad humana… Por otra parte, las Naciones Unidas pueden contar con los resultados del diálogo entre las religiones y beneficiarse de la disponibilidad de los creyentes para poner sus propias experiencias al servicio del bien común. Su cometido es proponer una visión de la fe, no en términos de intolerancia, discriminación y conflicto, sino de total respeto de la verdad, la coexistencia, los derechos y la reconciliación".
En la parte conclusiva de su discurso, el Papa ha subrayado que "los derechos humanos deben incluir el derecho a la libertad religiosa, entendido como expresión de una dimensión que es al mismo tiempo individual y comunitaria… Es inconcebible, por tanto, que los creyentes tengan que suprimir una parte de sí mismos -su fe- para ser ciudadanos activos. Nunca debería ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos. Los derechos asociados con la religión necesitan protección sobre todo si se los considera en conflicto con la ideología secular predominante o con posiciones de una mayoría religiosa de naturaleza exclusiva".
Benedicto XVI ha expresado por último, la esperanza de que "la organización sirva cada vez más como signo de unidad entre los Estados y como instrumento al servicio de toda la familia humana", y en este ámbito la Iglesia "está comprometida a llevar su propia experiencia "en humanidad", desarrollada a lo largo de los siglos entre pueblos de toda raza y cultura, y a ponerla a disposición de todos los miembros de la comunidad internacional". (S.L) (Agencia Fides 21/4/2008; Líneas: 102 Palabras: 1.437)

Links:
Texto completo del discurso del Santo Padre, plurilingüe
http://www.evangelizatio.org/portale/adgentes/pontefici/pontefice.php?id=1081

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