Año Polar Internacional
2 de marzo de 2007.- Sin demasiada pena ni gloria, ayer, 1 de marzo de 2007, comenzó el Año Polar Internacional (API o IPY, según su denominación en inglés). En realidad, y desgraciadamente, el evento no tiene la transcendencia que merece. Al menos hasta la fecha, pues éste es el cuarto API que se celebra en la historia.
El primero, ¡parece mentira!, se celebró en el lejano 1887, el segundo en 1932 y el tercero en 1957, coincidiendo con Año Geofísico Internacional y la creación del primer Tratado Antártico, que se publicó el año siguiente, garantizando en teoría la preservación del séptimo continente. El último API empezó ayer y realmente durará dos años, prolongándose hasta el 28 de febrero de 2009.
Demasiado poco para un tesoro tan enorme y tan frágil. Parece que los polos nos quedan un poco lejos. Por fortuna las noticias que nos llegan desde allí están cambiando la tendencia. Así acabamos de conocer un extraordinario suceso, descubierto en una de las más de 850 misiones científicas que se desarrollan en la actualidad para aumentar el conocimiento sobre estas frías regiones terrestres.
Lo han realizado los del 'Polarstern', rompehielos alemán en el que trabajan una cincuentena larga de científicos de una docena de países entre los que, por fortuna, no falta España. El área de trabajo elegida ha sido el entorno de la península Antártica.
No se ha hecho por casualidad, sino porque se trata, según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, de la zona de la Tierra que se está calentando a mayor velocidad, como consecuencia del recalentamiento terrestre.
Este aumento de las temperaturas produjo que dos enormes plataformas glaciares, las llamadas Larsen A y B, se desprendieran del continente Antártico en 1995 y 2002, respectivamente. Esta ruptura descubrió una enorme porción del Océano Glaciar Antártico que permanecía tapada por aquellos hielos, desde hace al menos 5.000 años.
Los del 'Polarstern' se aprestaron a mirar a 850 metros bajo la superficie del agua, para ver qué pasaba allí. Lo que han visto ha sido un mundo nuevo. De paso, han constatado la altísima velocidad de la dinámica biológica submarina. En los 12 años que esas aguas llevan destapadas del hielo, cientos de especies se han aprestado a colonizar tal aqua incógnita. Descubrieron sobre todo seres primitivos, como esponjas, crinoideos y holoturias, pero también rorcuales.
Sorprendente investigación que se encuadra entre las controladas por el Consejo Internacional de Ciencia , así como la Organización Meteorológica Mundial, en las que trabajan más de 10.000 investigadores de 50 países.
Sus conclusiones permitirán comprender mejor un mundo próximo a nosotros, pero del que sabemos menos que de algunos planetas. Un mundo tan próximo que, como ha constatado el trabajo del 'Polarstern', es hipersensible a lo que pasa en el otro lado del planeta. Es decir, aquí mismo, en nuestras ciudades. Y que lo que hacemos nosotros tiene severas consecuencias allí.
Unas consecuencias que inciden en profundos, rapidísimos e inevitables cambios en unas regiones que, a su vez, influyen sobre nuestro mundo. Hoy sabemos los efectos del deshielo de la península Antártica, mañana (los científicos señalan 50 años como máximo, de seguir la actual tendencia climática), conoceremos los graves efectos que va a producir el deshielo absoluto del casquete del Polo Norte.
El objetivo es conocer el actual estado ambiental en las regiones polares, medir cambios en esas áreas tan sensibles al calentamiento global, mejorar observatorios, aumentar el conocimiento sobre la interacción de los polos y el resto del planeta, e investigar procesos históricos sustentables en sociedades circumpolares.
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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