¿JOAQUIN LAVIN VUELVE A LA POLITICA?
Está dedicado a hacer clases, a recuperar el tiempo perdido con su familia, a trotar todos los días. Pero es un paréntesis. El ex candidato tiene ganas de subirse otra vez al escenario de la política, quizá desde una alcaldía. "Volvería feliz a Las Condes, o a Santiago", dice. Tampoco descarta ser senador o futuro ministro de un gobierno de la derecha, aunque su visión de la Alianza es crítica. La presidencial la descarta por ahora, "pero, como dice Piñera siempre, nadie tiene clavada la rueda de la fortuna. Y eso corre para mí y corre para él".
Por Paula Coddou
La mañana después del 11 de diciembre de 2005 a Joaquín Lavín le cambió la vida. Terminaron bruscamente quince años de política intensa, quince años en que primero fue promesa, luego presidenciable y, por último, candidato derrotado. En parte por eso, empezó a trotar. Para despejarse, pero también para experimentar otro tipo de adrenalina, la necesaria para un tipo competitivo como él. "Iba a mil por hora y, de repente, frené en seco. Y esa frenada fue dura", reconoce hoy. "Estaba muy cansado, un poco triste, desilusionado. Entonces, me hice la clásica pregunta: '¿qué voy a hacer ahora?"'. Después de un mes de vacaciones, decidió que quería pocas cosas, y mucho tiempo para él. Comenzando por recuperar su vida familiar y de pareja. Un año después de esa decisión, con su sonrisa de siempre y unas canas más, cuenta que "hoy llego a comer a la casa con la María Estela y los niños, y para mí es increíble. Antes llegaba a las 11, 12 de la noche, una bandeja arriba de la cama y sería todo", recuerda. Ahora lleva y trae a sus niños a las fiestas, como todo el mundo, y se va los fines de semana fuera de Santiago. "Para mí, eso no existía", cuenta. Ni eso, ni entrenar cinco días a la semana para correr, ni juntarse todos los sábados a las 8 y media de la mañana con un grupo de maratonistas en los faldeos del cerro Manquehue.
Sólo tres de sus siete hijos continúan viviendo en la casa, y eso le ha permitido volver a "pololear" con su mujer, María Estela León. Terminaron de construir una casa de campo en Portezuelo, a 30 kilómetros de Chillán, en el extenso campo del padre de Lavín, y este verano lo pasaron allá. "Llevo más de un año fuera de la política y estoy feliz. Se puede vivir", dice riéndose.
El martes pasado, Lavín fue abuelo por primera vez. Nació su nieta, Florencia, de su hija María Estela. Su tercera hija, Asunción, se casa el 28 de abril, y Paulina hace los votos perpetuos como consagrada de los Legionarios de Cristo el 25 de agosto, en Madrid. Está contento por ella, pese a que no la pudo ver durante todo el año y medio que duró su formación.
Hoy, la oficina del ex candidato presidencial está en un segundo piso del moderno campus de la Universidad del Desarrollo, en San Carlos de Apoquindo, al lado de la de su amigo Ernesto Silva Bafalluy, uno de sus más fieles "samurái" y rector de la universidad que fundaron en Concepción hace algunos años. Durante 10 años, Lavín viajó sagradamente todos los jueves a esa ciudad a hacer clases. Ahora volvió a esa rutina semanal. También a hacerles clases a los alumnos de primer año de Economía en Santiago. Y a ser un tipo más suelto de lo que era, antes de que tanta campaña en el cuerpo y un sentido de marketing innato lo tuvieran visiblemente constreñido.
A la entrada está su secretaria Lorena, que lo sigue desde los tiempos en que era secretario general de la UDI, en 1992. Joaquín Lavín está a cargo del Centro de Políticas Públicas de la UDD, y también da cursos en el MBA. Cuenta que los alumnos le preguntan por sus campañas, y le comentan siempre la contingencia, "'Oiga, señor, ¿qué hubiera hecho con el Transantiago?'. A veces preguntan para sacar la vuelta", dice el profesor.
¿Y qué les contesta usted?
Les contesto que por ningún motivo lo hubiera hecho así. Michelle Bachelet debió haber seguido su intuición femenina, porque salió por ahí que ella lo quería postergar. Y está claro que fue a la carrera...
Joaquín Lavín le tiene simpatía a Bachelet. "Le tengo a ella muy buena, es una persona de muchos valores, una mujer que, pese a su experiencia de vida, no guarda ningún rencor. Tiene un espíritu muy acogedor, y eso de que ella hace sentirse a la gente realmente cercana, es verdad". Esa sensación, piensa, se va a acentuar tras el cambio de gabinete. "Me pareció que el discurso de la Michelle fue notable. Estuvo muy bien, como la gente la quiere ver siempre. Volvió a aparecer la Michelle cercana, honesta. En la política nunca se reconocen los errores así, y no me imagino a Ricardo Lagos diciendo eso. Ella sí lo hizo".
Con Michelle candidata, Lavín tuvo la empatía que jamás consiguió con Ricardo Lagos, con quien tuvo una relación "fría, tensa", precisa. "Michelle Bachelet debe estar sufriendo hoy más que nadie con lo del Transantiago".
¿Qué le parecieron los nuevos nombramientos?
René Cortázar es la mejor persona que se pudo haber elegido para llegar a Transportes: serio, ejecutivo, con vocación de servicio público probada. Lo mismo Viera-Gallo.
Lavín había comentado el día antes del cambio que está preocupado por la Presidenta. "En ese cargo uno sabe que no está para pasarlo bien. Pero creo que le ha tocado más duro que lo que cualquiera se imaginó. Por eso no me gusta la actitud de la Alianza de pura pelea, porque siento que en momentos como éste, hay que ayudar".
En esa postura, Lavín está a cierta distancia de su partido. "Para llegar al gobierno no basta con decir lo malo, sino que la gente se tiene que identificar con un proyecto. La gracia de la campaña del 99 es que había algo positivo por lo que votar. En 2009, la Alianza tiene que buscar lo mismo. Tal vez llegue al gobierno por descarte, pero se trata de que la gente vote por un proyecto", dice mientras se toma el segundo café cortado de la mañana, uno de los pocos vicios que debe tener.
¿La derecha no ha logrado capitalizar el descontento del Transantiago?
Eso no es tan así. Probablemente a la gente le siga gustando más la Concertación si preguntas, pero si preguntas entre Lagos y Piñera, ¿por quién vota usted?, hoy va a ganar Piñera. Y si preguntas Piñera-Soledad Alvear, va a ganar Piñera. Si la elección fuera mañana, gana la Alianza de todas maneras. Ahora, claro, hace tres años yo también ganaba, por lo que ganar ahora no es ninguna garantía de ganar en 2009.
"He recibido todos los golpes al ego"
Lavín dice, hablando de su antigua derrota, que cuando la vida cierra una puerta, Dios abre una ventana. Una de las "ventanas" fue "Banigualdad", experiencia copiada al Grameen Bank o banco de los pobres, que creó el Premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus, en que se otorgan créditos a gente de pocos recursos. "Darles oportunidad", dice Lavín. "Con los créditos, en la educación, en todo". Oportunidad sería la palabra que más repetiría, si hoy estuviera en campaña. "Vengo de vuelta del asistencialismo", reconoce. "Como alcalde muchas veces tuve que hacer asistencialismo y me criticaban harto. Pero eso, repetido, es un tonel sin fondo". Lo que más le gusta de esta iniciativa, agrega, es que en su gran mayoría son mujeres las que reciben los préstamos.
¿Banigualdad es una buena plataforma para usted?
No estoy pensando en eso. Es una manera de canalizar el servicio público.
Para algunos, su interés por entrar estos días a la propiedad del equipo de fútbol Unión Española es otra manera de tener visibilidad.
"A mí siempre me ha gustado el fútbol. Soy de la Católica", responde. "Es probable que, en todo lo que suene a Lavín, la gente va a decir que hay algo político, ¡pero qué fin político va a tener Unión Española! Y no voy a ser la persona más visible... probablemente habrá otro presidente del club".
La idea de entrar a la Unión se le ocurrió hace cuatro meses, mirando el boom de los clubes. "El fútbol chileno va a cambiar de pelo, viene una revolución y será entretenido estar ahí", dice. Partió sondeando Ñublense, equipo de su zona vivió en Chillán varios años, pero ya tenía nuevo directorio. "Alguien entonces me dijo que la Unión Española necesitaba apoyo". Armó un grupo con el economista Hernán Cheyre y otros, y comenzaron a hablar con los dirigentes. "Me encantaría que resultara, es un proyecto entretenido, con impacto social fuerte", agrega. Pero algunos socios lo han tomado como una pequeña guerra de la independencia y no quieren criollos en el club de descendientes de hispanos. Nadie sabe en qué terminará la polémica. El 13 de abril hay una asamblea y, hasta el momento, no hay otra oferta distinta a la que está preparando el grupo de Lavín. "Quizá se pueda buscar un intermedio, que este grupo también lo integren personas de la colonia", concluye.
Banigualdad, Unión Española, ¿no son maneras de seguir vigente?
Si yo quisiera figurar, podría hacerlo de mil maneras distintas a estar en Unión Española. Empiezo a dar conferencias de prensa sobre el Transantiago (tema en el que marcó un fuerte contrapunto con la Alianza, al pedir soluciones y no críticas) y listo.
¿Pero qué piensa de no existir ya políticamente? Después de haber estado muy cerca, de tener más de un millón de votos.
Bueno, lo tomo como algo lógico. Que haya otros candidatos, que no figure en las encuestas. Para eso hay que estar en acción, y yo no lo estoy.
¿Por qué no quiere, o los demás ya no lo quieren?
Es una decisión personal. Y no es para siempre. Pero después de vivir en forma tan intensa durante tantos años, con todo lo bueno y lo malo, necesitaba un período fuera para poder hacer otras cosas. Pero la vocación siempre está.
Y la ambición.
Es que la ambición no es por un cargo, es por estar en un lugar donde servir mejor. Para todo en la vida se necesita ambición, pero hoy no tengo ninguna. He recibido todos los golpes al ego que se pueda recibir. Estar aquí y después acá, arriba y después abajo, no figurar. Estar fuera de la política es una decisión personal. Pero la vocación de servicio público sigue y en algún momento voy a volver. ¿Cuándo? No sé.
¿En la vuelta 2009?
No estoy pensando en términos presidenciales.
¿Eso lo descarta?
Por ahora esa puerta está cerrada, al menos para el 2009. Si me hablas de años más, no sé qué va a pasar. Me gustaría volver al servicio público, pero a lo mejor como alcalde, senador, no sé, eso tengo que pensarlo. Depende más de mí. Quiero estar en algo que me guste, y me gustan más los cargos ejecutivos.
¿Le gustaría Las Condes ahora que De la Maza anunció que no sigue?
Volvería feliz a Las Condes, o a Santiago. Claro que ahí está Raúl Alcaíno, que lo ha hecho fantástico y me encantaría que siguiera, y creo que lo va a hacer. Son cosas que hay que pensar, pero tengo claro que después de un tiempo voy a volver al servicio público.
¿Sigue pensando en una senaturía por la Quinta Región?
Es una opción también. Todavía está. Por eso digo que no sé si va a ser como alcalde, como senador. A mí me gusta más ser alcalde.
¿Qué dice Estela de que vaya a volver?
En su corazón, no le gustaría que yo volviera. Cuando apareció en la prensa que a lo mejor sería candidato a senador por la Quinta Región, me esperó con los niños a comer y entre todos me pidieron una explicación. Yo les dije que era una idea, que no había nada concreto. Ellos prefieren al papá y marido 100 por ciento de ahora. Pero también saben que es mi vocación. Y habrá que buscar la manera de armonizar las cosas.
¿Usted sería igual de generoso con su mujer si ella quisiera entrar más en política?
Difícil la pregunta. Me costaría harto. No por los niños, sino por lo que significa la actividad política misma, por la que yo he pasado. Pero ella tiene vocación de servicio público y está feliz ahora, porque antes todo era en relación al marido. Y ahora es ella.
En el círculo cercano al ex candidato se comentó mucho que Estela León sufrió más que Lavín durante la última presidencial. "Sí, ella quedó más afectada", reconoce su marido. "Uno va creando un cuero más duro, estás acostumbrado. Y la María Estela, y también mis hijos, pensaron que a lo mejor algunas personas que ellos conocían se iban a jugar más".
¿Y usted, cómo lo procesó?
Fue como cuando hice el servicio militar. Fue duro, pero cuando tomas distancia te acuerdas de lo entretenido, y sientes que esos 15 años de servicio público valieron la pena.
¿Qué fue lo más difícil?
Los días siguientes a cuando Sebastián Piñera se lanzó como candidato. Fue lo más duro. Porque en una semana, de repente, muchas de las personas que me apoyaban ya no lo hicieron: 'Pucha, Joaquín, lo siento mucho, pero soy de este otro partido'... Y uno dice: '¿y tú tampoco vas a estar aquí?'.
El 99, en su campaña, Lavín era un hit, y todos se querían tomar fotos con él. Los últimos meses de 2005, cada vez menos. ¿Cómo lo marcó eso? "Es un ejercicio de humildad. Lógicamente, es un golpe al ego. De alguna forma es lo que les pasa a los artistas que eran súper populares y, de repente, ya no. Pero yo tengo una formación espiritual más profunda en ese sentido. Si uno lo hiciera por algo meramente humano, te pondrías a llorar, dirías ¡fracasé!, pero como hay otras razones, eso te ayuda mucho. Y la vida de oración, de reflexión, ha sido también clave".
"Todos los caminos están abiertos"
Lavín juega con la argolla matrimonial en el dedo gordo de su mano, y pide otro cortado. Se le ve relajado. Tiene el escritorio lleno de libros. Especialmente sobre el futuro: La tierra es plana, de Thomas Friedman; The Extreme Future, de James Canton; The World in 2020, 60 tendencias en 60 minutos. Los leyó en el verano. "A la Alianza le falta un proyecto y éstas son cosas nuevas. Estoy buscando en el mundo ejemplos de lo que va a pasar", dice.
¿Para qué tanta lectura si no está en política, al menos por ahora?
(Ríe) Pero si no dije que no quería estar, dije que voy a volver, voy a volver. ¿Cuándo, cómo y dónde? No sé. Todos los caminos del futuro están abiertos.
Al menos, desde la Concertación algunos le ven futuro. El senador socialista Camilo Escalona dijo el domingo pasado en El Mercurio que Lavín era el más peligroso de los presidenciables, "pero lo tienen en el clóset, encerrado con llave", declaró.
Lavín se ríe diciendo que no podría "salir del clóset", y más serio agrega que esas palabras "las interpreto como un piropo de Escalona. Yo logré una conexión con el mundo popular, lo que hizo que el año 99 estuviera a nada (de ganar)... Y esa condición sigue existiendo pero, claro, no sé cómo se va a manifestar en el futuro. Pero ese potencial está. Cuando yo era candidato, Piñera siempre decía que nadie tiene clavada la rueda de la fortuna. Yo creo que es verdad. Y eso corre para mí y corre para él.
¿Por qué no mantuvo un liderazgo importante dentro de la UDI?
Por supuesto que los veo menos que antes, pero sigo siendo amigo. Ha sido una decisión personal, porque es difícil en esto estar a medias. Ahora, si estoy afuera, estoy afuera; cuando me meta de nuevo, voy a estar. Pero ahora tiene que ser así. Nunca he sido una persona de comisiones políticas ni de vida partidaria.
¿Le devolvería la mano a Allamand si apareciera en el escenario?
Por supuesto contesta sin titubear. Fue de las personas que más se la jugaron por mí, y él lo pasó mal durante mucho tiempo. Hoy estoy feliz de que esté muy bien, y si tiene un futuro político por delante, feliz lo apoyaría.
Lavín ha tomado vuelo propio hace rato. En 2006 hizo un mea culpa frente a las violaciones a los derechos humanos lo que le acarreó duras críticas y no fue al funeral del general Pinochet. "Por supuesto que lo primero me creó conflictos. Y lo del funeral, fue una decisión personal. Pero en eso tengo mi pensamiento formado y no sentía que debía estar ahí. Me siento muy libre, de pensar, de hacer, de actuar. No me siento con la responsabilidad que tuve algunos años, de estar con la mitad del país mirándome. Me siento muy libre y si vuelvo al servicio público, va a ser para partir de nuevo".
¿Eso significa que le gustaría ser independiente? Porque sigue militando en la UDI.
Me refiero a la libertad de pensar. Nunca he reconocido las órdenes de partido, no creo que sea la forma correcta de actuar en democracia. Aquí lo que se necesita es libertad personal por sobre todo.
¿Esa libertad ha ido en aumento?
Sí. Ya no soy la persona que representa a un sector, ahora soy Joaquín Lavín no más.
Por Paula Coddou
La mañana después del 11 de diciembre de 2005 a Joaquín Lavín le cambió la vida. Terminaron bruscamente quince años de política intensa, quince años en que primero fue promesa, luego presidenciable y, por último, candidato derrotado. En parte por eso, empezó a trotar. Para despejarse, pero también para experimentar otro tipo de adrenalina, la necesaria para un tipo competitivo como él. "Iba a mil por hora y, de repente, frené en seco. Y esa frenada fue dura", reconoce hoy. "Estaba muy cansado, un poco triste, desilusionado. Entonces, me hice la clásica pregunta: '¿qué voy a hacer ahora?"'. Después de un mes de vacaciones, decidió que quería pocas cosas, y mucho tiempo para él. Comenzando por recuperar su vida familiar y de pareja. Un año después de esa decisión, con su sonrisa de siempre y unas canas más, cuenta que "hoy llego a comer a la casa con la María Estela y los niños, y para mí es increíble. Antes llegaba a las 11, 12 de la noche, una bandeja arriba de la cama y sería todo", recuerda. Ahora lleva y trae a sus niños a las fiestas, como todo el mundo, y se va los fines de semana fuera de Santiago. "Para mí, eso no existía", cuenta. Ni eso, ni entrenar cinco días a la semana para correr, ni juntarse todos los sábados a las 8 y media de la mañana con un grupo de maratonistas en los faldeos del cerro Manquehue.
Sólo tres de sus siete hijos continúan viviendo en la casa, y eso le ha permitido volver a "pololear" con su mujer, María Estela León. Terminaron de construir una casa de campo en Portezuelo, a 30 kilómetros de Chillán, en el extenso campo del padre de Lavín, y este verano lo pasaron allá. "Llevo más de un año fuera de la política y estoy feliz. Se puede vivir", dice riéndose.
El martes pasado, Lavín fue abuelo por primera vez. Nació su nieta, Florencia, de su hija María Estela. Su tercera hija, Asunción, se casa el 28 de abril, y Paulina hace los votos perpetuos como consagrada de los Legionarios de Cristo el 25 de agosto, en Madrid. Está contento por ella, pese a que no la pudo ver durante todo el año y medio que duró su formación.
Hoy, la oficina del ex candidato presidencial está en un segundo piso del moderno campus de la Universidad del Desarrollo, en San Carlos de Apoquindo, al lado de la de su amigo Ernesto Silva Bafalluy, uno de sus más fieles "samurái" y rector de la universidad que fundaron en Concepción hace algunos años. Durante 10 años, Lavín viajó sagradamente todos los jueves a esa ciudad a hacer clases. Ahora volvió a esa rutina semanal. También a hacerles clases a los alumnos de primer año de Economía en Santiago. Y a ser un tipo más suelto de lo que era, antes de que tanta campaña en el cuerpo y un sentido de marketing innato lo tuvieran visiblemente constreñido.
A la entrada está su secretaria Lorena, que lo sigue desde los tiempos en que era secretario general de la UDI, en 1992. Joaquín Lavín está a cargo del Centro de Políticas Públicas de la UDD, y también da cursos en el MBA. Cuenta que los alumnos le preguntan por sus campañas, y le comentan siempre la contingencia, "'Oiga, señor, ¿qué hubiera hecho con el Transantiago?'. A veces preguntan para sacar la vuelta", dice el profesor.
¿Y qué les contesta usted?
Les contesto que por ningún motivo lo hubiera hecho así. Michelle Bachelet debió haber seguido su intuición femenina, porque salió por ahí que ella lo quería postergar. Y está claro que fue a la carrera...
Joaquín Lavín le tiene simpatía a Bachelet. "Le tengo a ella muy buena, es una persona de muchos valores, una mujer que, pese a su experiencia de vida, no guarda ningún rencor. Tiene un espíritu muy acogedor, y eso de que ella hace sentirse a la gente realmente cercana, es verdad". Esa sensación, piensa, se va a acentuar tras el cambio de gabinete. "Me pareció que el discurso de la Michelle fue notable. Estuvo muy bien, como la gente la quiere ver siempre. Volvió a aparecer la Michelle cercana, honesta. En la política nunca se reconocen los errores así, y no me imagino a Ricardo Lagos diciendo eso. Ella sí lo hizo".
Con Michelle candidata, Lavín tuvo la empatía que jamás consiguió con Ricardo Lagos, con quien tuvo una relación "fría, tensa", precisa. "Michelle Bachelet debe estar sufriendo hoy más que nadie con lo del Transantiago".
¿Qué le parecieron los nuevos nombramientos?
René Cortázar es la mejor persona que se pudo haber elegido para llegar a Transportes: serio, ejecutivo, con vocación de servicio público probada. Lo mismo Viera-Gallo.
Lavín había comentado el día antes del cambio que está preocupado por la Presidenta. "En ese cargo uno sabe que no está para pasarlo bien. Pero creo que le ha tocado más duro que lo que cualquiera se imaginó. Por eso no me gusta la actitud de la Alianza de pura pelea, porque siento que en momentos como éste, hay que ayudar".
En esa postura, Lavín está a cierta distancia de su partido. "Para llegar al gobierno no basta con decir lo malo, sino que la gente se tiene que identificar con un proyecto. La gracia de la campaña del 99 es que había algo positivo por lo que votar. En 2009, la Alianza tiene que buscar lo mismo. Tal vez llegue al gobierno por descarte, pero se trata de que la gente vote por un proyecto", dice mientras se toma el segundo café cortado de la mañana, uno de los pocos vicios que debe tener.
¿La derecha no ha logrado capitalizar el descontento del Transantiago?
Eso no es tan así. Probablemente a la gente le siga gustando más la Concertación si preguntas, pero si preguntas entre Lagos y Piñera, ¿por quién vota usted?, hoy va a ganar Piñera. Y si preguntas Piñera-Soledad Alvear, va a ganar Piñera. Si la elección fuera mañana, gana la Alianza de todas maneras. Ahora, claro, hace tres años yo también ganaba, por lo que ganar ahora no es ninguna garantía de ganar en 2009.
"He recibido todos los golpes al ego"
Lavín dice, hablando de su antigua derrota, que cuando la vida cierra una puerta, Dios abre una ventana. Una de las "ventanas" fue "Banigualdad", experiencia copiada al Grameen Bank o banco de los pobres, que creó el Premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus, en que se otorgan créditos a gente de pocos recursos. "Darles oportunidad", dice Lavín. "Con los créditos, en la educación, en todo". Oportunidad sería la palabra que más repetiría, si hoy estuviera en campaña. "Vengo de vuelta del asistencialismo", reconoce. "Como alcalde muchas veces tuve que hacer asistencialismo y me criticaban harto. Pero eso, repetido, es un tonel sin fondo". Lo que más le gusta de esta iniciativa, agrega, es que en su gran mayoría son mujeres las que reciben los préstamos.
¿Banigualdad es una buena plataforma para usted?
No estoy pensando en eso. Es una manera de canalizar el servicio público.
Para algunos, su interés por entrar estos días a la propiedad del equipo de fútbol Unión Española es otra manera de tener visibilidad.
"A mí siempre me ha gustado el fútbol. Soy de la Católica", responde. "Es probable que, en todo lo que suene a Lavín, la gente va a decir que hay algo político, ¡pero qué fin político va a tener Unión Española! Y no voy a ser la persona más visible... probablemente habrá otro presidente del club".
La idea de entrar a la Unión se le ocurrió hace cuatro meses, mirando el boom de los clubes. "El fútbol chileno va a cambiar de pelo, viene una revolución y será entretenido estar ahí", dice. Partió sondeando Ñublense, equipo de su zona vivió en Chillán varios años, pero ya tenía nuevo directorio. "Alguien entonces me dijo que la Unión Española necesitaba apoyo". Armó un grupo con el economista Hernán Cheyre y otros, y comenzaron a hablar con los dirigentes. "Me encantaría que resultara, es un proyecto entretenido, con impacto social fuerte", agrega. Pero algunos socios lo han tomado como una pequeña guerra de la independencia y no quieren criollos en el club de descendientes de hispanos. Nadie sabe en qué terminará la polémica. El 13 de abril hay una asamblea y, hasta el momento, no hay otra oferta distinta a la que está preparando el grupo de Lavín. "Quizá se pueda buscar un intermedio, que este grupo también lo integren personas de la colonia", concluye.
Banigualdad, Unión Española, ¿no son maneras de seguir vigente?
Si yo quisiera figurar, podría hacerlo de mil maneras distintas a estar en Unión Española. Empiezo a dar conferencias de prensa sobre el Transantiago (tema en el que marcó un fuerte contrapunto con la Alianza, al pedir soluciones y no críticas) y listo.
¿Pero qué piensa de no existir ya políticamente? Después de haber estado muy cerca, de tener más de un millón de votos.
Bueno, lo tomo como algo lógico. Que haya otros candidatos, que no figure en las encuestas. Para eso hay que estar en acción, y yo no lo estoy.
¿Por qué no quiere, o los demás ya no lo quieren?
Es una decisión personal. Y no es para siempre. Pero después de vivir en forma tan intensa durante tantos años, con todo lo bueno y lo malo, necesitaba un período fuera para poder hacer otras cosas. Pero la vocación siempre está.
Y la ambición.
Es que la ambición no es por un cargo, es por estar en un lugar donde servir mejor. Para todo en la vida se necesita ambición, pero hoy no tengo ninguna. He recibido todos los golpes al ego que se pueda recibir. Estar aquí y después acá, arriba y después abajo, no figurar. Estar fuera de la política es una decisión personal. Pero la vocación de servicio público sigue y en algún momento voy a volver. ¿Cuándo? No sé.
¿En la vuelta 2009?
No estoy pensando en términos presidenciales.
¿Eso lo descarta?
Por ahora esa puerta está cerrada, al menos para el 2009. Si me hablas de años más, no sé qué va a pasar. Me gustaría volver al servicio público, pero a lo mejor como alcalde, senador, no sé, eso tengo que pensarlo. Depende más de mí. Quiero estar en algo que me guste, y me gustan más los cargos ejecutivos.
¿Le gustaría Las Condes ahora que De la Maza anunció que no sigue?
Volvería feliz a Las Condes, o a Santiago. Claro que ahí está Raúl Alcaíno, que lo ha hecho fantástico y me encantaría que siguiera, y creo que lo va a hacer. Son cosas que hay que pensar, pero tengo claro que después de un tiempo voy a volver al servicio público.
¿Sigue pensando en una senaturía por la Quinta Región?
Es una opción también. Todavía está. Por eso digo que no sé si va a ser como alcalde, como senador. A mí me gusta más ser alcalde.
¿Qué dice Estela de que vaya a volver?
En su corazón, no le gustaría que yo volviera. Cuando apareció en la prensa que a lo mejor sería candidato a senador por la Quinta Región, me esperó con los niños a comer y entre todos me pidieron una explicación. Yo les dije que era una idea, que no había nada concreto. Ellos prefieren al papá y marido 100 por ciento de ahora. Pero también saben que es mi vocación. Y habrá que buscar la manera de armonizar las cosas.
¿Usted sería igual de generoso con su mujer si ella quisiera entrar más en política?
Difícil la pregunta. Me costaría harto. No por los niños, sino por lo que significa la actividad política misma, por la que yo he pasado. Pero ella tiene vocación de servicio público y está feliz ahora, porque antes todo era en relación al marido. Y ahora es ella.
En el círculo cercano al ex candidato se comentó mucho que Estela León sufrió más que Lavín durante la última presidencial. "Sí, ella quedó más afectada", reconoce su marido. "Uno va creando un cuero más duro, estás acostumbrado. Y la María Estela, y también mis hijos, pensaron que a lo mejor algunas personas que ellos conocían se iban a jugar más".
¿Y usted, cómo lo procesó?
Fue como cuando hice el servicio militar. Fue duro, pero cuando tomas distancia te acuerdas de lo entretenido, y sientes que esos 15 años de servicio público valieron la pena.
¿Qué fue lo más difícil?
Los días siguientes a cuando Sebastián Piñera se lanzó como candidato. Fue lo más duro. Porque en una semana, de repente, muchas de las personas que me apoyaban ya no lo hicieron: 'Pucha, Joaquín, lo siento mucho, pero soy de este otro partido'... Y uno dice: '¿y tú tampoco vas a estar aquí?'.
El 99, en su campaña, Lavín era un hit, y todos se querían tomar fotos con él. Los últimos meses de 2005, cada vez menos. ¿Cómo lo marcó eso? "Es un ejercicio de humildad. Lógicamente, es un golpe al ego. De alguna forma es lo que les pasa a los artistas que eran súper populares y, de repente, ya no. Pero yo tengo una formación espiritual más profunda en ese sentido. Si uno lo hiciera por algo meramente humano, te pondrías a llorar, dirías ¡fracasé!, pero como hay otras razones, eso te ayuda mucho. Y la vida de oración, de reflexión, ha sido también clave".
"Todos los caminos están abiertos"
Lavín juega con la argolla matrimonial en el dedo gordo de su mano, y pide otro cortado. Se le ve relajado. Tiene el escritorio lleno de libros. Especialmente sobre el futuro: La tierra es plana, de Thomas Friedman; The Extreme Future, de James Canton; The World in 2020, 60 tendencias en 60 minutos. Los leyó en el verano. "A la Alianza le falta un proyecto y éstas son cosas nuevas. Estoy buscando en el mundo ejemplos de lo que va a pasar", dice.
¿Para qué tanta lectura si no está en política, al menos por ahora?
(Ríe) Pero si no dije que no quería estar, dije que voy a volver, voy a volver. ¿Cuándo, cómo y dónde? No sé. Todos los caminos del futuro están abiertos.
Al menos, desde la Concertación algunos le ven futuro. El senador socialista Camilo Escalona dijo el domingo pasado en El Mercurio que Lavín era el más peligroso de los presidenciables, "pero lo tienen en el clóset, encerrado con llave", declaró.
Lavín se ríe diciendo que no podría "salir del clóset", y más serio agrega que esas palabras "las interpreto como un piropo de Escalona. Yo logré una conexión con el mundo popular, lo que hizo que el año 99 estuviera a nada (de ganar)... Y esa condición sigue existiendo pero, claro, no sé cómo se va a manifestar en el futuro. Pero ese potencial está. Cuando yo era candidato, Piñera siempre decía que nadie tiene clavada la rueda de la fortuna. Yo creo que es verdad. Y eso corre para mí y corre para él.
¿Por qué no mantuvo un liderazgo importante dentro de la UDI?
Por supuesto que los veo menos que antes, pero sigo siendo amigo. Ha sido una decisión personal, porque es difícil en esto estar a medias. Ahora, si estoy afuera, estoy afuera; cuando me meta de nuevo, voy a estar. Pero ahora tiene que ser así. Nunca he sido una persona de comisiones políticas ni de vida partidaria.
¿Le devolvería la mano a Allamand si apareciera en el escenario?
Por supuesto contesta sin titubear. Fue de las personas que más se la jugaron por mí, y él lo pasó mal durante mucho tiempo. Hoy estoy feliz de que esté muy bien, y si tiene un futuro político por delante, feliz lo apoyaría.
Lavín ha tomado vuelo propio hace rato. En 2006 hizo un mea culpa frente a las violaciones a los derechos humanos lo que le acarreó duras críticas y no fue al funeral del general Pinochet. "Por supuesto que lo primero me creó conflictos. Y lo del funeral, fue una decisión personal. Pero en eso tengo mi pensamiento formado y no sentía que debía estar ahí. Me siento muy libre, de pensar, de hacer, de actuar. No me siento con la responsabilidad que tuve algunos años, de estar con la mitad del país mirándome. Me siento muy libre y si vuelvo al servicio público, va a ser para partir de nuevo".
¿Eso significa que le gustaría ser independiente? Porque sigue militando en la UDI.
Me refiero a la libertad de pensar. Nunca he reconocido las órdenes de partido, no creo que sea la forma correcta de actuar en democracia. Aquí lo que se necesita es libertad personal por sobre todo.
¿Esa libertad ha ido en aumento?
Sí. Ya no soy la persona que representa a un sector, ahora soy Joaquín Lavín no más.
Paula Coddou.
SALUDOS CORDIALES
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
CONSULTAJURIDICACHILE.BLOGSPOT.COM
Telefomo: 5839786
TELEFONO: CEL. 76850061
RENATO SANCHEZ 3586 SANTIAGO,CHILE
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