| Un caso práctico: un periodista que teletrabaja |  |  |  |
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| 30-05-1999 ¿Puede un periodista teletrabajar sin acceso a una redacción y al mismo tiempo mantener un contacto estable con sus fuentes? ¿Están las empresas y las fuentes de información preparadas para el cambio tecnológico y cultural que estos incipientes esfuerzos representan? ¿Saldrán beneficiadas las partes implicadas en el proceso? Hace unos días recibí un e-mail de un profesional del periodismo que me formulaba una serie de cuestiones de muy difícil contestación. En su correo electrónico me aseguraba tener sus propias respuestas a esas preguntas, por lo que me animo ahora a contestarle públicamente con la intención de generar algún tipo de debate, al tiempo que animo a nuestros lectores a que se animen a enviarnos sus propias experiencias en esta aventura del teletrabajo en la que muchos tratamos de desenvolvernos. Las preguntas de referencia son las siguientes:
El principal problema de todo teletrabajador, sea cual sea su ámbito profesional, siempre va a ser el aislamiento respecto a la empresa. Esto no sólo supone una distancia física respecto del domicilio social, sino también un distanciamiento "emocional" de la cultura de la empresa. La ausencia de contacto con otros compañeros de trabajo, o la sensación de quedar ajenos a los "chismorreos de la oficina" son siempre un obstáculo a la hora de comprender y asimilar no ya los objetivos a corto plazo de la empresa, sino que muchas veces impide ver el panorama global y la dirección en que se mueve. Pero quizá en el caso del periodista que se ve lejos de la redacción el problema se acentúa, pues la sensación de verse lejos de las fuentes de la información puede asemejarse al horror vacui o miedo al vacío. No obstante, son muchos los periodistas que trabajan como profesionales freelance desde hace mucho tiempo, y quizá muchos de ellos, aun sin saberlo, realmente están teletrabajando. Esto sucede por la que fuente de información está siempre "lejos". La redacción cumple la tarea de centralizar esa información, y esta tarea puede ser llevada a cabo por "redacciones virtuales" que, en cierto sentido, pueden llegar a estar "más cerca" que la propia oficina física tradicional. Pondremos un ejemplo que ya está funcionado: PrensaTec, que se autodenomina "la sala de prensa del sector tecnológico español". Básicamente, PrensaTec (http://www.prensatec.com) es una base de datos de notas de prensa que permite las siguientes funcionalidades: consultar las notas de prensa enviadas por la empresas (muy numerosas) que están adscritas a la plataforma; crear y modificar las notas de prensa; y un sistema de recepción automática por correo electrónico de notas de prensa, personalizable por el periodista en cuanto a la temática y fuente, la periodicidad y la fecha del envío. Proyectos como este independizan al periodista del momento y el lugar en que es distribuida la información, y de alguna manera lo sitúan "más cerca" de esa información al permitirle bajársela hasta su escritorio cada mañana. Indudablemente, podemos decir que aún estamos en los comienzos. Y que el periodista que desee teletrabajar aún sigue enfrentado a dos problemas básicos (al igual que el profesional que trabaja en la redacción o desea hacerlo): hallar las fuentes, en este caso en la Red, y "colocar" su producto en un medio de difusión. Pero creo poder decir que, en respuesta a la primera pregunta, efectivamente Internet permite a un periodista trabajar sin o lejos de una redacción y al tiempo sentirse "cerca" de sus fuentes. Con respecto a la problemática de la mentalización de los otros sectores implicados, sin duda nos enfrentamos (como decía antes, tanto para el caso del periodista que teletrabaja como para cualquier otro profesional) frente a posturas en muchos casos inmovilistas. No obstante cada día se hace más frecuente, como ocurre en el mismo caso de PrensaTec, ver empresas o instituciones que comienzan a hacer uso de Internet para la distribución de la información que emana de ellas. En cuanto a si las empresas y las fuentes de información están hoy día preparadas tecnológicamente para adaptarse al cambio que se intuye, debemos ser más optimistas: en realidad, cualquier empresa, por pequeña que sea, dispone ya hoy a precios realmente asequibles de la infraestructura necesaria para acometer este tipo de proyectos: conceptos como PC, red de área local, conexión a Internet, y en muchos casos intranet, no son ya desconocidos para la mayor parte del tejido empresarial de nuestro país. Que no significa que muchas de las PYMEs no hayan implantado aún arquitecturas para el procesamiento digital de la información que generan. Pero no hay duda que es, en la mayoría de los casos, un obstáculo mayor la voluntad de los empresarios a la introducción de esquemas de teletrabajo, que la dificultad o el coste que supone la implantación de la tecnología necesaria para llevar a cabo un proyecto concreto. Y en referencia a la última cuestión, mi respuesta no sólo es negativa, sino rotunda: el teletrabajo no es sólo útil para quien lo practica (quienes teletrabajan) sino en general para las empresas que saben flexibilizar sus estructuras organizativas por las ventajas que de ello se derivan, y no sólo me refiero a reducciones de costes, sino también por su mejor adaptación a las variaciones en los tiempos y volúmenes de los bienes o servicios demandados por sus clientes, entre otras ventajas, así como para la sociedad en su conjunto. Una comunidad como la que hoy forma todo país industrializado, o en nuestro caso concreto, como la del conjunto de ciudadanos de los Estados que conforman la Unión Europea, no puede avanzar hacia la Sociedad de la Información centrándose únicamente en la mejora de las infraestructuras, la liberalización del mercado de las telecomunicaciones o la reducción del coste de las comunicaciones, sino que no puede, ni debe, olvidar las principales aplicaciones que se aprovechan de estos factores, como la teleformación, la telemedicina y el propio teletrabajo. RODRIGO GONZALEZ FERNADEZ teletrabajorg.blogspot.com | |||
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