Teletrabajo: en búsqueda de la dignidad laboral |
Adrián Ruiz Arach | |||
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23-02-2004 Hace muchos años que se practica esta fórmula de trabajo, tal vez en forma no demasiado extensiva dado que el fenómeno comunicacional de Internet y la renovación de las cúpulas decisoras en las empresas recién están modificando este paradigma laboral. Pero les aseguro que quien intente teletrabajar, no sin esfuerzo, obtendrá ingresos dignos con mejor calidad de vida. Hablar de teletrabajo hace algunos años hubiera sido para mi algo no menos que enigmático. Estaba acostumbrado a una relación con mis empleados y mis clientes “face-to-face” y a presentaciones del trabajo propuesto en reuniones que, además de largas y tediosas, me obligaban a mi o al responsable de la cuenta a mantenernos en vilo ante cualquier alternativa para salir airosos. El cambio hacia una modalidad de trabajo más dinámica pero a la vez más distendida como el trabajo a distancia, ni siquiera podía pasar por mi mente. Pero dicen que, naturalmente luego de una catástrofe se renueva todo. Y sucedió la catástrofe económica. En Argentina, en diciembre de 2001 miles y miles de empresas como la mía –una agencia de publicidad y editorial- quedaron fuera de carrera. Fue entonces que decidí, ante este nuevo (des)orden económico, replantear el modelo de negocios y de trabajo de la empresa y comencé por reorganizar los sectores de forma freelance. Tanto ventas como diseño, programación y medios, estuvieron hasta hace un año manejados en forma externa pero con concurrencia al sitio de trabajo. Haciendo más cuentas llegué a la conclusión que era más barato y eficiente contratar un servicio corporativo de ADSL y que cada área trabajara por objetivos desde donde quisiera. En este punto la empresa, sin quererlo, se iba perfilando como un proyecto de teletrabajo. Allí tomé la iniciativa de contactarme con clientes extranjeros. Viajé a España y luego de 4 meses capté un cliente. Esto puede resultarle al lector un tanto engorroso de llevar a cabo y lo es. Pero vale la pena puntualizar con esta breve historia que nada es casual y que, como decía Graham Bell: “Nunca vayas por el camino trazado, porque conduce hacia donde otros han ido ya”. Con este cliente, la empresa comenzó la “era” de trabajo a distancia. Nos llevó dos meses más poner a punto la comunicación pero el trabajo encargado estaba en marcha: un portal de coches, desarrollado en ASP y SQL Server, que hoy luego de 1 año de vida y aunque recién estamos trabajando sobre su posicionamiento, tiene unas 50.000 visitas mensuales. Seis meses después y ya de regreso en Argentina, teniendo como referencia este único trabajo, me asocié a distancia con otros españoles para desarrollar sitios desde Argentina, y aunque la relación comercial es incipiente, hemos construido un promedio de dos sitios mensuales para terceros. Actualmente estamos construyendo un sitio para captar clientes y teletrabajadores ofreciendo servicios de diseño para agencias de publicidad y editoriales. De esta experiencia puedo rescatar algunos puntos para tener en cuenta a la hora de emprender teletrabajo:
Los beneficios para ambas partes son muchos y variados y de acuerdo con el rubro. Considero que los más importantes son: Para el cliente
Para el teletrabajador
Yo se que existen, como en toda otra materia, detractores de esta metodología, sin embargo el teletrabajo se realiza desde hace mucho tiempo, tal vez desde que Graham Bell, el mismo de la célebre frase citada más arriba, inventó el teléfono. Inmediatamente surgió la venta por catálogo. Esto es un servicio a distancia, con mínimo contacto con el cliente. Obviamente esto es perfectamente extrapolable a la era de internet. Leí un artículo en el que decía que a nadie le interesa este formato de negocios. Se venderían menos coches para ir a trabajar y las petroleras facturarían menos, hablaba la autora de la nota. En ningún caso se preguntaba que haría el teletrabajador con el tiempo libre que le quedaría si no lo perdiera en uno de los tantos embotellamientos cotidianos de las grandes urbes. Tal vez esta filosofía de trabajo sirva más para temas creativos, como a fines de la década de los ’70 se plantearon los directivos de Hewlett Packard cuando veían que sus desarrolladores que vivían en San Diego perdían no menos de cuatro horas en las idas y venidas al Silicon Valley además del cansancio físico y mental que ese viaje diario suponía. La solución fue el teletrabajo desde sus hogares exigiéndoles un mínimo de tiempo conectado y trabajando sobre los archivos del servidor. Seguramente no se podrá implementar en forma amplia, pero les aseguro que quien intente teletrabajar, no sin esfuerzo, obtendrá ingresos dignos con mejor calidad de vida. Adrián Ruiz Arach |
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