ESTE ARTÍCULO ME LO ENVIAN DE ESPAÑA Y ESTA MUY APROPIADO PARA EL PROBLEMA DEL ALCALDE DE LAS CONDES VEAMOS
¿Abolir o legalizar?
Una chica de alterne se calza los zapatos en la habitación de un hotel.
Tan solo fueron cuatro pintadas, pero conmocionaron a la tranquila sociedad vitoriana. Quizá nadie esperaba que, además de despreciar a unas personas ya de por sí frágiles, se fuera a achacarles el color de su piel como algo negativo. Las prostitutas que ejercen en la rotonda de Arriaga no se han sorprendido mucho, aseguran activistas que tratan con ellas.
El debate acerca de la prostitución, ya sea en la dura calle o entre los barrotes del apartamento, se ha abierto nuevamente. Todo el mundo quiere lo mejor para nuestras frágiles , pero todo sigue igual. Y ya que la vía para avanzar en sus derechos es una patata caliente que estallará en algún momento, este rotativo ha requerido la opinión de los agentes sociales implicados en el proceso. Legalizar o no. Ésa es la cuestión.
ellas
Toman la palabra
El colectivo de personas que ejercen la prostitución es tan variado y heterogéneo como ellas mismas. Una amalgama de edades, nacionalidades y pensamientos. Por eso son ellas la primeras en cruzar sus opiniones: están profundamente divididas entre las denominadas abolicionistas y las que apuestan por la legalización.
El principal argumento de estas últimas, que defienden colectivos como Hetaira, pasa por tratar la prostitución como un trabajo más. El término proviene de las antiguas mujeres de alterne de la Grecia clásica, mujeres con acceso a la cultura y que eran consideradas socialmente. "Queremos sentirnos protagonistas, tener derechos y papeles, y ser unas ciudadanas más de la sociedad", explican.
"Pero si legalizamos la prostitución, estamos legalizando una forma de violencia contra la mujer", contrarresta la veterana activista Txelo Ordejón. Es por ello que Gizarterako, el colectivo de apoyo a las prostitutas, nunca se posicionará a favor. Coincide en su postura Rocío Mora, portavoz de la pro abolicionista APRA: "No puede considerase un trabajo porque son forzadas a ello". Según sus cálculos, el 95% de las mujeres que llegan a España no saben que el trabajo que les prometían era vender su cuerpo. Y el escueto 5% que sí lo conocía denuncia "unas condiciones de esclavitud".
los vecinos
Testigos de una aberración
"No hace falta hacer un calco, pero si se puede copiar algo de la ley catalana deberíamos hacerlo". Así opina Paquita Sambartolomé, portavoz de la asociación vecinal de Abetxuko. Efectivamente, "Vitoria no es Barcelona", reconoce, "pero no podemos cerrar los ojos a una realidad que está ahí".
En su opinión, muchos ciudadanos pasan por ser puros fariseos . Es por ello que apuesta por empezar sin demoras el debate sobre la regularización de la prostitución. "¿Acaso tenemos miedo a las palabras?", se alza entre indignada y triste Paquita. "Tanto que hablan de la participación ciudadana, podríamos empezar a ser consultados". Vecinos y prostitutas, para bendecir la solución final.
En Arriaga, por su parte, escenario y protagonista de los sucesos de las pintadas, mantienen la misma postura. "Algo hay que hacer", afirmaba hace unos días Imma Díez, "porque si están en la calle se generan problemas con los vecinos, los chavales y los proxenetas".
Inaki Nuño, responsable de la asociación vecinal de Alde Zaharra, se adhiere al trabajo que realiza el colectivo Gizarterako, que no por casualidad tiene sede en este barrio, o del mismo Consejo para la Igualdad. El debate es duro, dicen, y corresponde a los legisladores decidir. Mientras tanto, toda la asistencia social posible.
asociacionismo
Un mar de dudas
Desde el organismo social Ezker Marxista la respuesta es clara. No. "Legalizar la prostitución es una aberración". En opinión de los comunistas, la solución reside en que se garantice un trabajo digno para todas las personas: "Lo importante es que tengan unas condiciones materiales buenas, por lo que puedan renunciar a prostituirse". Para Ezker Marxista sobra decir que, bajo el sistema capitalista, jamás se interpondrán más que parches al drama.
Josetxu Riviere también se considera de izquierdas, y por ello defiende la regularización del trabajo de una prostituta. "Lo tratamos como un tema laboral más, en el que se requieren unos derechos y unos recursos legales para defenderse". ¿Están contra la explotación y la trata de blancas? Por supuesto.
"Ha llegado un punto", explica el miembro del Hikateneo que se asienta en el Casco Viejo, "en el que parece que si estamos a favor de regularizar, también nos gusta el negocio en sí". Riviere focaliza la atención, además, en un hecho muy claro. "Si se legalizara esta dedicación, tendrían Seguridad Social y los papeles en regla".
Entonces la cuestión es la siguiente. ¿Aparecerán ofertas de empleo públicas en el Inem en el que, por ejemplo, se demanden prostitutas?
Todo el mundo duda. No hay excepción ante unas preguntas muy complejas. Miguel es responsable de la Comisión Antisida de Gasteiz, y sus palabras representan un claro péndulo de opiniones: "Hace unos años teníamos muy claro que la prostitución era un trabajo, y por tanto, debía regularizarse. Pero ahora vemos que son los proxenetas de prostíbulo quienes más se alegran de esta medida. Y si personas así están a favor, no puede más que darles miedo".
legisladores
Un Parlamento dividido
25 años de democracia y legislación no han traído todavía ninguna actuación referente a la prostitución. Es la caja de Pandora , la problemática que nadie quiere abrir. Ni gobiernos felipistas, aznaristas o el actual gabinete Zapatero. Ni tan siquiera los gobiernos autonómicos, salvo la Generalitat de Catalunya en una acción que le valió más de un duro reproche. Y es que todos tienen miedo de pifiarla y ver cómo un titular sensacionalista (el Partido X legaliza la prostitución), les da un duro golpe a sus cálculos electorales.
Nadie coincide. Quizá sea Ezker Batua la coalición más regulacionista. Kontxi Bilbao, parlamentaria vasca, se muestra de acuerdo con dar de alta en la Seguridad Social a estas trabajadoras que, además, "pasarían a gozar del rango de autónomas". Se necesitan contratos, cree Bilbao, "para poder sacar del oscurantismo la actividad de unas mujeres en riesgo".
No piensa lo mismo María Jesús Aguirre, antigua diputada de Bienestar Social de la Diputación alavesa. En opinión de la jeltzale, si el modelo catalán ha sufrido tanta contestación responde a los aspectos negativos que no se pueden obviar. "¿Cómo vamos a legalizar el mayor síntoma de esclavitud de la mujer en el siglo XXI?", dice. Y pese a que evite posicionarse, Aguirre reconoce que su moral personal le impedirá regularizar "tal cosa".
En esta ambigüedad se mueve igualmente la parlamentaria de Eusko Alkartasuna Nekane Alzelai. "No podemos dar la espalda a la realidad, por lo que hay que actuar en el ámbito de garantizar la seguridad y la salud de estas personas". De acuerdo, pero ¿y la legalización? Pragmatismo y palabras medidas, ante un tema de alto voltaje.
Al menos desde el Partido Socialista dan un paso más en la línea de indefinición. Gemma Zabaleta, compañera en el Parlamento de las anteriores, cree que en 2007 las cosas se encauzarán: "Estamos esperando un informe del Gobierno que dictamine cuántas personas ejercen en Euskadi, en qué situaciones, con qué peligros... Entonces actuaremos".
Sin embargo, la realidad muestra cada día la existencia de un cuerpo de prostitución muy abultado. ¿Qué pasará una vez que el informe constate lo evidente? Probablemente, confiesa Zabaleta, se siga el camino de la regularización; ya ha pasado en Catalunya, impulsado por el mismo PSC: "Existe un debate muy fuerte en la sociedad, en todos los ámbitos". Y el Partido Socialista, claro, no escapa a esas contradicciones.
De hecho, ante la posibilidad de multar a los clientes de las prostitución, la mayoría de los encuestados se muestra contrario. Tanto EB como PNV y PSE rechazan las medidas en línea prohibitiva.
Pero la legislación bien demuestra la falta de coherencia entre sedes de partido y de gobierno. En Madrid, el alcalde Gallardón ha puesto en marcha una táctica de acoso al cliente, mandando a la Policía Municipal a multar a quien consuma servicios sexuales. De este modo, al igual que se preguntaba Lenin, ¿qué hacer? "Si se ilegaliza, se irá a las mugas, como sucede en Suecia", advierte Aguirre. "Y si se legaliza, damos por válida la violencia".
RODRIGO GONZALEZ FERNADEZ
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