Convencido de que si su partido no se democratiza y le otorga mayor participación en la toma de decisiones a las bases, su colectividad no tiene ninguna opción real de ser gobierno. "Sin participación castramos las aspiraciones de nuestra gente y, por ende, castramos al partido", sostuvo en una abierta y franca conversación con Ercilla. N° 3.293 del 8 al 21 de mayo del 2006 | "La UDI fue grande gracias a Lavín, pero en la última elección caímos en picada al 22% de los votos". | Para el alcalde de Las Condes, Francisco de la Maza, el fantasma de Pinochet y el pasado de la dirigencia histórica de la Unión Demócrata Independiente (UDI), en la cual muchos formaron parte del equipo de confianza del régimen militar ocupando hasta destacados cargos públicos, constituye un real impedimento para que la UDI logre insertarse entre sus pares de otras naciones, como el Partido Popular de España y el Conservador de Inglaterra. No lo dice abiertamente, pero cree que deben renovarse las directivas al calor del consenso y con la decidida participación de las bases para que los denominados "históricos" den un paso al costado para asegurar el futuro del partido y lo conviertan en una opción viable de ser gobierno. "Tenemos un muy buen programa asegura De la Maza, pero nos falta mucho para convencer a la gente". El alcalde hizo públicas sus discrepancias, lo que molestó a la dirigencia tradicional, durante el congreso que se realizó en las Termas del Corazón el verano pasado. Su postura no tuvo mucha acogida; incluso los que lo apoyaron en las sombras, como los ediles de La Florida y Recoleta, poco o nada hicieron para que De la Maza no saliera magullado de aquel encuentro. Es más, la senadora Evelyn Matthei y la alcaldesa de Concepción, Jacqueline van Rysselberghe, le reprocharon que pusiera en el debate público sus posturas disidentes acerca de la manera en que la UDI resuelve sus conflictos. Pero De la Maza sigue arremetiendo. "Si no escuchan a la gente asegura, estarán castrando a la militancia y, por ende, también al partido". ¿Qué hay de distinto entre el Francisco de la Maza que salió molesto de las Termas del Corazón y el de ahora? ¿Cuánta agua ha corrido bajo el puente? Nada, la verdad es que yo sigo siendo el mismo, con la misma libertad de siempre. Dado que mi participación histórica en política se originó con Lavín, con proyectos que venían desde Las Condes, y ya que después de la elección de diciembre aún me queda un mandato, hasta diciembre de 2008, he optado por entregar mi visión de cómo veo el futuro del sector en caso de que nosotros no hagamos ciertos cambios que me parecen fundamentales para insertarnos con posibilidades reales de llegar al gobierno. Creo que la participación y la apertura de espacios hoy son clave en política. La gente tiende a rechazar aquellas recetas impuestas, por muy inteligentes que sean. Desde ese punto de vista, aumentar las libertades, así como se ha hecho en el plano económico, me parece correcto también en el plano individual, al margen de que uno tenga discursos que puedan ir en beneficio o no de esas libertades. Pero finalmente debe ser la gente la que decida respecto de sus propias decisiones. Hablo de decisiones que no vulneran la ley. Pongamos eso en el plano político. Acabamos de ver un resultado en la DC en que Soledad Alvear obtuvo la presidencia de su partido con una holgura enorme. Y ella fue, precisamente, quien al interior de su colectividad propició la tesis de un militante, un voto. Eso mismo me revela que efectivamente existe una desconexión muy grande entre las cúpulas de los partidos y los militantes de base del país. La Soledad Alvear, en este consejo ampliado en donde se adoptó la decisión de ratificar la tesis de un militante un voto, ganó por sólo 12 votos, lo que representó una proporción mínima de los consejeros que votaron. Sin embargo, en la elección con los militantes ganó por una amplia mayoría, lo que significa que muchas veces decisiones en las cúpulas no representan la elección o la opinión de las bases. Si eso lo llevamos al terreno de la UDI, ¿qué le ha costado a su partido, según usted, mantener decisiones cupulares? Se lo pregunto porque, paralelamente, quienes sostienen la teoría de las decisiones de cúpulas aseguran que esas políticas los ha llevado a ser considerados como el principal partido político de Chile. Yo discrepo absolutamente de eso. La UDI llegó a ser el partido más grande porque tuvo el liderazgo de Joaquín Lavín, que era, precisamente, contrario a esa forma de hacer política. Hoy día ese paraguas está debilitado y la UDI está con un discurso que no ha cambiado sustancialmente desde el año 1990 hasta ahora. De acuerdo con eso, la pérdida electoral va a seguir como fue en la última elección, que pasó del 27% en el año 2001 al 22% el año 2005. Del mismo modo puede seguir bajando al 15% en el 2009. Si no hay un cambio profundo en participación de militantes en cierta toma de decisiones, esa disminución electoral va a seguir así. Pero hay dos cosas en la realidad de la UDI. En el congreso de las Termas del Corazón usted fue duramente recriminado por correligionarios suyos por sus dichos
Fui recriminado por la forma, básicamente, pero nadie me ha discutido el fondo todavía. Pero en la forma también tengo una visión diferente. Por ejemplo, yo siento que la Concertación nos tiene copados todos los espacios políticos del país. ¿Por qué dejaron que eso sucediera? Simplemente, porque hay más oposición a veces dentro de la misma Concertación respecto de lo que hace el Gobierno que desde la oposición. Y eso es producto de que ellos están acostumbrados a debatir públicamente los temas. Nuestro sistema de actuar es tratar de no discutir las cosas públicamente, que es lo que a mí se me criticó cuando dije que la UDI debía avanzar hacia el concepto de un militante un voto. Desde mi punto de vista es básico que en alguna medida una discusión pública de distintos temas se pueda dar al interior de la Alianza, de manera que la gente sepa que no somos un regimiento, sino que un grupo humano que está dispuesto al servicio público ¿Se imagina a la UDI realizando primarias internas? Yo creo que es fundamental que lo haga cuando hay dos candidatos que cumplen ciertos grados de requisitos en las mismas condiciones para postular a un cargo de representación popular. Lo contrario, al final, achica a la gente que quiere participar en una coalición política. El senador Pablo Longueira sostiene que la tesis de un militante un voto lleva a los partidos a un grado de tensión y de estrés tremendo, que incluso puede llegar a generar fisuras innecesarias. Yo no creo que sea así. Al revés, creo en la democracia, y creo que la mejor forma de resolución de conflictos es a través de la propia democracia. La cultura en Chile es muy democrática; nosotros cuando votamos estamos acostumbrados a que si perdemos, asumimos la derrota; es decir, la legitimamos altiro. Y si ganamos, también. Lo vi en 1999, cuando Lagos le ganó a Lavín por un estrecho margen, pero él se quedó con toda la cancha, con todo el poder y nadie dijo nada. Lo veo también como alcalde cuando hago votaciones pequeñas en distintos barrios. Siempre la minoría respeta la decisión de la mayoría. Por lo tanto, el conflicto se diluye. Eso lo veo con la Soledad Alvear, que ganó por un amplio margen y ya salió Mulet diciendo que apoya a la nueva presidenta DC y está dispuesto, junto a Lorenzini, a hacer lo que la Soledad les pida. El tema es que si bien es cierto que la democracia tensiona por ciertos momentos, incluso a los países cuando hay elecciones y obviamente a los partidos, lo importante es que los descomprime violentamente cuando se toma una decisión por la vía democrática. En definitiva, no le tengo miedo a la democracia. ¿Cómo se siente hoy usted dentro de la UDI? La verdad
Se lo pregunto porque para nadie es un misterio que sus propuestas no han tenido mucha acogida
Pero aclaremos que no han tenido éxito en la cúpula, que duda cabe, basta ver las declaraciones de la gente que está ahí, pero eso no me impide seguir pensando como pienso. LA NEGATIVA DE LAVIN Cuando Lavín decidió mantenerse al margen de este debate, ¿se sintió solo? No, en absoluto. Tengo un gran cariño por Joaquín Lavín y creo que en política, cuando ya uno es mayor de edad y es adulto, sabe lo que hace. ¿Pensó que su tesis tendría el respaldo de Lavín? Usted fue uno de sus llamados samuráis. Yo le dije a Lavín que mi visión era que había que hacer un cambio profundo al interior de la UDI, abrir espacios, mayor participación, legitimarse más en función de lo que es la democracia, en las libertades personales, las libertades de emprendimiento y las libertades en general del hombre. Y le dije que yo pensaba que él podía hacer ese cambio más rápido, puesto que yo lo podía decir, pero me era más difícil lograrlo. Entonces, como a mí me interesa que las cosas se hagan, le propuse que él presidiera la UDI en un período. Parece que no le gustó su propuesta. Me dijo que estaba con un proyecto distinto, lo que es absolutamente legítimo. Que ya estaba retirado de la contingencia política y no podía aceptar lo que yo le estaba proponiendo. Entonces, al parecer, no le quedó otro camino que tomar sus propias banderas. Bueno, no me quedó otra, porque yo de verdad tengo la convicción de que esto es lo que hay que hacer. Entonces, ¿habrá elecciones internas en la UDI o una designación de una nueva directiva? Siento que el asunto va por la segunda opción. Nosotros tenemos un muy buen programa de gobierno y tenemos un muy buen discurso. Creemos que podemos hacer mejor las cosas. Pero para eso tenemos que tener un camino que nos dé la posibilidad de llegar al gobierno. Y hoy, creo, no la tenemos. ¿Me dice que la derecha, en general, no tiene posibilidad de ser gobierno? En la situación en que estamos hoy día, no veo ninguna razón para que la gente diga eso, salvo que pillemos una corrupción profunda o que la Concertación se haga un autogol gigantesco. Pero veo que la Concertación está preocupada del tema de la corrupción y creo que va a mejorar esa forma de desgaste que ha tenido en estos últimos años. Además, tengo la impresión de que Michelle Bachelet no va a hacer un mal gobierno. Las condiciones económicas vienen auspiciosas, ellos son más acogedores que nosotros, pues tienen más diversidad de opinión pública. Nosotros sólo acogemos a la gente que piensa como nosotros, que tiene un mensaje único; por lo tanto, eso también nos limita. Y hay varias limitaciones. Algunos de sus filas se quejan de que a los partidos de derecha les cuesta más contar con militantes con vocación de servicio público, pues prefieren la empresa privada para desarrollarse. Yo me he llevado una gran sorpresa. Lo dijo a Ercilla el senador Longueira. Pero eso es porque no se han creado los espacios necesarios. ¿De participación? Sí. Yo tuve un grupo de gente reunida, 35 jóvenes profesionales de entre 25 y 32 años, y todos con muchas ganas y voluntad de participar en el servicio público, pero la queja reiterada era que no había espacios. Según usted, entonces, el futuro de la UDI depende sólo de la UDI. Siempre el futuro de uno depende de uno mismo. Pero a veces depende de circunstancias. Claro, pero lo más importante es lo que uno mismo puede hacer para definir un camino para llegar al gobierno, que en este caso es la motivación mayor que puede tener un servidor público. Es, precisamente, desde el gobierno de donde mejor se puede servir a la gente, aplicando las ideas, los proyectos, la forma de pensar respecto de ciertas materias que todavía están pendientes, tales como la educación, la salud, la seguridad, todos temas que no se han resuelto adecuadamente. "ME HAN DADO PUROS PORTAZOS" ¿Va a recorrer el país como lo anunció? Voy a hacer visitas a distintos lugares de Chile de todas maneras, a partir de ahora mismo. ¿Al interior del partido? Exactamente, con ese propósito. Después quedaré, como es lo más probable, en un ala disidente. O sea, ¿no ve ninguna posibilidad de ocupar un cargo en la directiva nacional? ¿O de generar una mesa de consenso que pueda acoger sus ideas? Es que hasta ahora las declaraciones de todos los dirigentes de la UDI son, a lo que yo he planteado, puros portazos. Pero, como usted ha dicho, los portazos son a la forma y no al fondo. Pero también ha habido temor al fondo. La forma es algo que quedó atrás. Creo que la diversidad al interior de nuestro sector para generar matices de diferencias o de discusión es muy importante para captar más electorado. En este mundo global hay mucha gente que no percibe cuáles son las diferencias entre la Alianza y la Concertación. De hecho, mucha gente dice "para qué vamos a ir a votar, si es lo mismo". Yo siento que no es lo mismo y que de alguna manera, para generar más diferencias o para marcar ciertas diferencias, es importante que nosotros nos abramos al interior de la Alianza a una discusión pública de diversas materias. Lo que no significa que lo hagamos de una manera que no corresponde; hay que hacerlo con mucho respeto, con mucho cuidado y con mucha altura de miras, y teniendo claro que las discusiones que se hagan en un minuto tienen que zanjarse y todos tendremos que acatar lo que diga la mayoría. Pareciera que ése es uno de los temores de la dirigencia histórica de la UDI. Me refiero a enfrentar temas públicos con debates internos también públicos. Los históricos argumentan que cuando en la Concertación hay discusiones internas, se le llama diversidad. Pero cuando los hay en la Alianza o en la UDI, se les denomina ingobernabilidad. Pero eso es por una razón muy simple. Nosotros no tenemos mecanismos institucionalizados de resolución de conflictos. De hecho, le puedo preguntar por qué tuvimos dos candidatos de la Alianza en la última elección presidencial. Por lo mismo, porque no tenemos un mecanismo que nos diga que en caso de que esto suceda la forma de zanjarlo es por esta vía, que pueden ser las primarias internas. Y eso es lo que debemos construir para que nos permita diversidad de opiniones, pero con una institucionalidad que finalmente resuelva eso por la vía democrática. ¿La UDI le teme a eso? Claro, cuando eso nos sucede a nosotros somos anárquicos, no tenemos gobernabilidad. Y eso se siente, porque no hemos creado formas para resolver esas situaciones. Y la única forma de hacerlo es por la vía de la cultura democrática, de que la gente zanje por mayorías la determinación de por qué camino debemos ir. "NO CASTREMOS AL PARTIDO" ¿Ve usted el procedimiento de otros partidos a los que le gustaría se sumara la UDI, me refiero a materias de procedimientos internos? La diré una cosa. RN se ha ido estructurando en el tiempo, lo que finalmente le va a reportar dividendos. Ellos están participando en una carrera también de elección de directiva. Tienen la fórmula de un militante un voto y, finalmente, la directiva que se elija por ese procedimiento va a tener una legitimidad que va a permitir llevar a RN por un camino me guste o no me guste a mí, eso es independiente sin discusiones internas hasta que en dos años más se elija a una nueva directiva, se reelija a la que hay o se vea otra que pueda captar la adhesión de los militantes. A mí me parece que eso es lo correcto. Y no hay que tenerle miedo a las discusiones ni a la participación de la militancia. Si uno no discute, está castrando las ideas. Y si uno no le da espacios a la militancia del partido, está castrando al partido. ¿Me dice que la UDI se está castrando? Bueno, creo que la UDI tiene un pasado histórico exitoso, cada uno podrá tener distintas visiones del por qué de ello, pero creo que, sin duda, hoy día no basta poder mirar hacia atrás para tener éxito en el futuro. Para ello debemos saber qué cosas debemos cambiar para hacerlo mejor. Es decir, saber qué nos faltó en el pasado y qué podemos hacer para adelante para convencer a la gente de que vote por nosotros. Entonces, todo apunta a la democratización interna. Es que la democratización es un elemento que engloba muchas cosas. Entre ellas, abrirse a las discusiones, a formas distintas de matices respecto de ciertos temas y, desde luego, en la medida en que eso se puede abrir públicamente va generando un enriquecimiento interno. Lo complejo sería hacer eso sin tener mecanismos claros de cómo se resuelven los conflictos. Uno puede establecer, por ejemplo, que las discusiones tienen un tiempo y después, bueno, el consejo general o ampliado resuelve. Y ahí la discusión se tiene que terminar, como es probable que la discusión se termine el primero de julio, cuando se determine la nueva directiva de la UDI. Muchos de estos temas van a quedar zanjados, pero eso no significa que uno pueda pensar cuál es el futuro de la UDI en caso de que no haya cambios importantes. ¿Cómo ha visto el proceso de renovación de directiva que han tenido otros partidos de la Concertación? Creo que todos están es una discusión de esta naturaleza. Me parece que hay una crisis de participación. Yo apuesto a que debiéramos defender el voto voluntario con inscripción automática, eso es parte de las libertades. Para mí es clave que haya ciertas defensas de la libertad del ciudadano. Esta crisis de participación de la gente que adhiere a un partido político y las puertas están un poquito estrechas, por así decirlo, genera desilusión, desencanto y alejamiento. Y muchas veces, los consejeros de la DC no reflejaron el sentir de la gente. En la medida que menos la reflejen, es muy baja la posibilidad que capten la preferencia de su electorado. Yo siento que hoy el PPD, el PS y la DC sortearon con éxito su elección, pero la UDI también debe hacer un grado de autocrítica mayor acerca del cómo se han hecho las cosas y de cómo enfrentar el futuro. ¿OPOSICION EN LUNA DE MIEL? ¿Actúa bien la UDI o cree que el Gobierno de Bachelet merece más oposición? Un partido no puede hacer oposición cuando un gobierno recién lleva 90 días. Uno debe ser oposición fuerte cuando cree que las cosas que se están haciendo no van en directo beneficio de las personas. Eso es intransable y hay que defenderlo siempre. Pero también creo que cuando hay cosas que van en directo beneficio de las personas, hay que apoyar. ¿Cuál es la línea que la UDI mantiene hoy? Creo que no hay una línea definida, producto de que estamos en una especie de luna de miel entre el Gobierno nuevo y la oposición. Pero eso se va a ir definiendo, dependiendo de cuáles sean las definiciones que vaya adoptando el Gobierno de Michelle Bachelet en el futuro. Pero quiero remarcar que uno siempre debe justificar por qué es oposición en beneficio de lo que uno cree y piensa respecto de la calidad de vida de los ciudadanos del país. Esa es la base, porque la gente se da cuenta cuando se ejerce la oposición simplemente por la oposición. Y también se da cuenta de cuando uno es oposición constructiva, cuando defiende las cosas en las que cree o apoya las decisiones que van en beneficio de la gente. ¿Está conforme con ser alcalde o aspira a algo más? Esta pega es lo más entretenido que hay. ¿No quiere dar un saltito más allá, al Parlamento, por ejemplo? En absoluto. Para mí es mucho más enriquecedor ser alcalde, sobre todo en una comuna como ésta. Arturo Castillo Vicencio EN ERCILLA |
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