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Monday, February 26, 2007

Corrupcion a la francesa desde la Nacion

Corrupción a la francesa

78% de los franceses consideran a su Gobierno “bastante o muy” corrupto. 70% cree que el Presidente es corrupto y 68% dice que los parlamentarios también lo son.

La Nación
Tim King, escritor

Durante todo el último verano europeo, Suez, una compañía energética francesa, hizo lobby para obtener aprobación parlamentaria a su propuesta de fusión con Gaz de France. Suez invitó a veinte políticos clave a una excursión de tres días a Berlín, que incluía entradas a la final del Mundial, entre las selecciones de Francia e Italia. ¿Seguro que con esto no aspiraba a influir en el voto parlamentario? El debate sobre la corrupción está de nuevo en onda en Francia, como en Gran Bretaña y Alemania. Pero no es del tipo que atrae titulares ni de la mega corrupción en el nivel corporativo, como en BAE o Siemens: Francia pasó por eso hace pocos años con su compañía petrolera, total.
Se trata más bien de esa corrupción de cada día, insidiosa y ambigua, la que los cínicos llaman “así es el mundo”. Un estudio que viene realizando desde hace cinco años Cevipof, el Departamento de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Políticas, establece que 78% de los franceses consideran a su Gobierno “bastante o muy” corrupto, 70% cree que el Presidente es corrupto y 68% dice que los parlamentarios también lo son. Mientras el país se aproxima a una serie de elecciones (presidencial en abril, parlamentaria en junio), esto resulta deprimente, en especial para los políticos que buscan la reelección.
Pero Cevipof tiene para ellos noticias tranquilizadoras: un tufillo persistente a corrupción no arruina sus posibilidades en las urnas electorales. Ni siquiera una condena judicial por corrupción es un impedimento para una carrera en la política. De hecho, puede en la práctica ayudar. Hay varios ejemplos de políticos condenados que han sido reelectos. El más reciente es Alain Juppe, ex miembro del Parlamento, ex alcalde de Burdeos y ex Primer Ministro (y el “mejor de nosotros”, según ese maestro de la ironía que es Jacques Chirac). Condenado en 2004 por malversar dinero de los contribuyentes para el pago de activistas de su partido, Juppe logró que su sentencia original de diez años de suspensión de cargos públicos fuera reducida a doce meses.
Tras un agradable período sabático en Canadá, regresó a casa diciendo que quería de vuelta todos sus viejos cargos, comenzando por la alcaldía de Burdeos. Pero estaba en ejercicio un buen alcalde y las siguientes elecciones no estaban previstas sino hasta 2008. ¡Ningún problema! Un tercio del Concejo Municipal (del partido de Juppe) renunció disciplinadamente, lo que forzó a una nueva elección. Juppe retomó el cargo con una mayoría de 56%. Pero esa cifra representa menos de la mitad de la historia, porque en los comicios votó menos de la mitad del electorado de la ciudad: 55% se abstuvo.
Si bien una condena por corrupción tal vez no afecte a los partidarios duros, aliena a muchos otros de votar o los lleva hacia el único partido que plantea un programa para erradicar la corrupción de la política: el Frente Nacional. La corrupción entre los políticos fue la segunda razón para votar por Jean Marie Le Pen en la última elección. Eso fue precisamente la razón por la que Severerine Tessier fundó Anticor, una asociación de políticos que combaten la corrupción, sobre todo entre sus colegas. Dado el aumento de las abstenciones y del apoyo a Le Pen, ella cree que algo debe hacerse para mejorar la imagen de los políticos antes de la elección de este año.
Para empezar, Anticor busca hacer obligatoria la no elegibilidad de todo político condenado por faltas financieras. Luego viene el área gris del lobby. La misma Tessier es una asistente parlamentaria que trabaja en la Asamblea Nacional, en París. Los asistentes son empleados directamente por cada diputado. Si éstos no son reelectos, sus asistentes pierden el trabajo. Los bajos salarios y la inseguridad laboral los hacen vulnerables a las empresas que buscan influencia ante los políticos. Se les ofrece todo tipo de incentivos, incluidas sinecuras bien pagadas a cambio de impulsar una determinada causa. “El lobby en sí mismo es aceptable”, me dijo Tessier, “pero tiene que darse dentro de límites definidos”. Pero, ¿dónde están los límites? ¿Qué pasa con esas entradas al Mundial? Cevipof establece que muchas personas tienen dificultad en definir lo que es o no es aceptable, en especial en la vida diaria. Por ejemplo, abusar de la amistad con un político local para conseguirle a un amigo un departamento o empleo: 70% dice que no es grave. Para obtener empleos o viviendas todo vale.
Pero un alcalde que acceda a ayudar sólo si se unen a su partido es considerado corrupto. Más ambiguo resulta aceptar un crucero pagado por un cliente: la mayoría dice que eso no es corrupto, simplemente es una manera de expresar agradecimiento.
¿Pero qué pasa si el crucero fue mencionado antes? 60% de los encuestados por Cevipof dice que en Francia la corrupción es un problema serio, pero casi un tercio dice que no la denunciaría. La percepción y la tolerancia dependen de la educación y el ingreso. Aquellos sin grados profesionales y de ingresos bajos son más severos; los que tienen mejores calificaciones y son mejor pagados la toleran, porque se benefician de ella o esperan hacerlo en el futuro.
Si esto es cierto, las posibilidades de cambiar las actitudes son escasas. La única manera de controlarla es mediante leyes, lo que es improbable, sin embargo, porque ello necesita de una mayoría de parlamentarios no corruptos… A menos que Anticor se lleve de excursión a aquellos sólo marginalmente corruptos. ¿A Berlín quizás? Aunque no es lo mismo sin Mundial de Fútbol.
Saludos cordialesRODRIGO GONZALEZ FERNANDEZCONSULTAJURIDICACHILE.BLOGSPOT.COMRenato Sánchez 3586 dep 10Santiago, Chile

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