Negociación por ramas y subcontratación Los actuales conflictos laborales en los sectores minero, forestal y lechero tienen elementos comunes: en los tres casos, se aprecia en grupos del Gobierno un apoyo implícito a la negociación por ramas sectoriales y un rechazo al concepto de subcontratación. Tal vez alentada por este apoyo, la violencia de esos conflictos va en aumento. Ante esto, cabe recordar por qué existe la subcontratación y por qué es perjudicial la negociación por ramas. En ambos casos, la heterogeneidad de la productividad es una razón principal: en el primero, por las diferencias de productividad dentro de las empresas; en el segundo, por la heterogeneidad de las empresas en cada sector. Las empresas no sólo subcontratan aquellos servicios que no corresponden a su giro propio (limpieza, servicio de alimentación, etcétera), sino aquellos en los que los trabajadores son relativamente sustituibles. Para tareas en las que son irreemplazables, la empresa prefiere retenerlos dentro de sí, con condiciones especialmente favorables. Aplicar esas condiciones a todos los trabajadores, independientemente de su prioridad para la empresa, resulta demasiado costoso. Incluso Codelco, de verse obligada a ofrecer a todo el personal subcontratado las generosísimas condiciones que ofrece a sus propios trabajadores, sería inviable cuando los precios del cobre vuelvan a valores históricos. Además, en el caso específico de Codelco, por pertenecer a todos los chilenos (y no sólo a sus trabajadores), cualquier medida que reduzca sus utilidades para favorecer a algunos grupos es injustificable. Al negociar por ramas sectoriales, se negocia sobre la productividad de la empresa promedio del sector, lo que favorece a las empresas más productivas del rubro, pero perjudica a las demás. No todas pueden serlo igualmente: algunas tienen acceso a recursos especiales, como minas de alta ley, o disponen de más capital. En un período de auge, incluso empresas poco eficientes pueden sobrevivir, pero en una crisis muchas empresas sobrecargadas de trabajadores caros podrían quebrar. Si se negocia por ramas, para evitar riesgos en una crisis, las empresas sustituyen trabajo por equipos y capital, lo que reduce los buenos empleos. La estrategia de los sectores que propician estos cambios laborales es peligrosa para el país en una forma distinta de muchas otras medidas económicas de la Concertación: sus costos no se pagan en momentos de auge, sino que serán obvios en momentos de dificultad. |
Posteado por El Mercurio a las Julio 22, 2007 |
Rodrigo González Fernádez
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