Se trizan los cuatro pilares de la Concertación
Sergio MelnickSergio I. Melnick |
El gobierno tiene la mayoría en el Congreso. Tiene grandes cantidades de recursos disponibles. Tiene aún bastante apoyo popular. La economía del mundo sopla a favor. Entonces, ¿por qué percibimos tanto desorden en el gobierno y por ende en el país? La respuesta es simple pero no trivial: el eje del poder se está moviendo, y fuerte.
La Concertación ha destacado siempre que su fuerza y "éxito" descansan en cuatro grandes ejes: crecimiento económico, gobernabilidad, equidad y una cierta superioridad moral.
El crecimiento económico siguió la inercia de finales de los '80 y fue significativo sólo en los primeros 6 a 7 años de la Concertación. Pero, a casi 20 años, la evidencia es clara y fuerte. Aylwin creció al 7,3% promedio; Frei al 5,4%, y Lagos al 4,3%. El primer año, Bachelet logró un magro 4% en las mejores condiciones de la historia del país. La clave es una disminución persistente de la inversión, que desde finales del gobierno de Frei está en torno del 20% del PIB. Eso, sin contar los innumerables problemas en la microeconomía, y un dólar que está matando el modelo exportador.
La gobernabilidad tiene básicamente dos dimensiones. Una, de convivencia social; la otra, de gestión y eficacia de las políticas públicas. En lo primero, la delincuencia sigue subiendo y se mantiene por una década ya como la principal preocupación de las personas. Las amenazas de los más extremistas para el "día del combatiente" paralizaron varias ciudades, partiendo por la capital. Cientos de detenidos, poblaciones con balaceras. Y la convivencia se hace cada vez más difícil. Se ha perdido completamente el respeto a la policía, que está atada de manos y sin dignidad para enfrentar a la delincuencia.
En las políticas públicas se nota gran improvisación y carencia de nuevas ideas. Un año para nombrar un nuevo contralor. Meses y meses sin lograr nombrar un subsecretario de Deportes. Comisiones que no producen resultados. Dos cambios de gabinete en menos de un año. Iniciativas que no logran pasar por el Congreso, a pesar de la mayoría, porque hay fuertes divisiones internas. Y ahora se inicia la era de los zares. Los tribunales recientemente entregados ya están saturados. Las cárceles estaban mal licitadas. Los trenes, casi en quiebra después de invertir más de 1.000 millones de dólares. La mala gestión de inversión permitió llegar a prometer un puente increíble. Y para qué hablamos del Transantiago, un error no forzado, que va a costar cientos de millones de dólares donde antes no había costo público, y con un sistema peor de transporte de la población. Para qué seguir. No hay ya tal gobernabilidad en ninguno de los dos aspectos.
A eso se suman las pugnas internas de los partidos de gobierno, ahora sin excepción, después de que Escalona llamara a Ominami «el Altamirano de este gobierno»... Fuerte lo de él. Mientras tanto, Ominami fustiga sin piedad al ministro de Hacienda, junto con Adolfo Zaldívar. Y son todos de la misma coalición.
Sobre la equidad, la cosa es peor. Después de cuatro gobiernos de centroizquierda, tenemos una de las peores distribuciones del ingreso del mundo. Los impuestos suben, también la burocracia, que se come parte importante de los recursos públicos. Se ha más que cuadruplicado el gasto en educación y las cosas no mejoran. El último Simce es preclaro. Los mismos estudiantes les llaman la atención a las autoridades, y son sentados a definir la agenda. Esa agenda no puede salir bien.
Finalmente, la supuesta superioridad moral de la coalición ha sido oscurecida con sucesivos eventos de corrupción. El límite fue sacar platas de los más pobres, de los desempleados, para las campañas políticas. Desde la misma Concertación salen voces que hablan del uso de gastos reservados y de la existencia de una ideología de la corrupción. El Poder Ejecutivo se convirtió en un botín. Chiledeportes es el caso emblemático. Pero antes estuvo lo del MOP-GATE, los sobresueldos, las malezas, las plantas revisoras, las indemnizaciones y para qué seguir.
En síntesis, los cuatro pilares se han trizado, su vida útil ha expirado. La Concertación cumplió su rol y su tiempo, con sus luces y sus sombras, con seguridad más luces. Es sin duda una parte relevante de la historia del país. Pero ya no lo es de su futuro, al menos por ahora. Necesitamos poder tomar lo mejor de ésta y del pasado para buscar un nuevo camino colaborativo y para todos. Hay que barajar el naipe y traer nuevas ideas, con nuevos equipos, para el futuro.
rodrigo gonzalez fernandez
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