Francisco Ortiz Chaparro Licenciado en Ciencias Políticas y Económicas, ex profesor de Política Económica en el ITEP, de Madrid, Francisco Ortiz está especializado en el estudio y promoción social de las Tecnologías de la Información y Comunicación, campo en el que ha sido pionero en España, desde la Fundación Fundesco. Autor de numerosas publicaciones, ha impartido cursos de teletrabajo en más de 12 universidades de España y América Latina. Ha sido Presidente de la Asociación Española de Telecentros y es Vicepresidente del Foro Europeo de Teletrabajo y de la Asociación Iberoamericana de Teletrabajo.
Francisco Ortiz Chaparro
Licenciado en Ciencias Políticas y Económicas, ex profesor de Política Económica en el ITEP, de Madrid, Francisco Ortiz está especializado en el estudio y promoción social de las Tecnologías de la Información y Comunicación, campo en el que ha sido pionero en España, desde la Fundación Fundesco. Autor de numerosas publicaciones, ha impartido cursos de teletrabajo en más de 12 universidades de España y América Latina. Ha sido Presidente de la Asociación Española de Telecentros y es Vicepresidente del Foro Europeo de Teletrabajo y de la Asociación Iberoamericana de Teletrabajo.
¿Crea empleo el teletrabajo?
El empleo es uno de los parámetros fundamentales de la política, la economía y la sociedad del mundo actual.. El teletrabajo crea empleo porque incrementa la productividad, y los incrementos de productividad van siempre acompañados de prosperidad. ¿En qué se concretan estas virtualidades?
El teletrabajo abarata la creación de un puesto de trabajo. Reduce la inversión necesaria para iniciar un negocio o para permitir el acceso a un mercado. Se puede teletrabajar con un teléfono solamente (como ocurre en el marketing telefónico, en los call centers y otras actividades de esta naturaleza, que han creado miles de puestos de trabajo).
Los precios de las herramientas más genuinas del teletrabajo -ordenadores y líneas de telecomunicación-, se reducen constantemente, al tiempo que se incrementan sus prestaciones, lo que permite una ganancia continua de tiempo, agilidad, calidad y precisión. Por otra parte, montar un negocio mediante teletrabajo no exige inversión en locales, acondicionamientos, almacenes ni existencias.
Estas consideraciones han llevado a las autoridades de determinados lugares y territorios a procurar el desarrollo de los mismos mediante la creación de oportunidades de teletrabajo para sus habitantes. Las de los Highlands escoceses, por citar un ejemplo, dieron más importancia, en un momento determinado, a la construcción de infovías que a las inversiones en infraestructuras de comunicación "física". Como consecuencia de ello, hoy se disfruta allí de una elevación del nivel de vida y ausencia de emigración de sus habitantes, fundamentalmente jóvenes, hacia centros económicos de actividades más arcanas.
Muchos otros ejemplos podrían traerse a colación, principalmente de los Estados Unidos, el Reino Unido, Irlanda, India y los países nórdicos. En todos ellos se ha procurado la creación de puestos de trabajo mediante la formación de los ciudadanos y las pymes, y la incentivación de creación de empresas muy incorporadas al mundo de las TICs.
Telecentros rurales
Son infinidad los telecentros rurales donde se procesa la documentación de grandes empresas multinacionales (la de la UPS en una aldea del norte de Suecia, por ejemplo), de grandes hospitales (en aldeas irlandesas) o incluso un caso en el que se lleva el control de los aparcamientos de pago en las calles de varias ciudades del centro-norte de Suecia desde un domicilio particular. Todo ello traducido en la consiguiente creación de puestos de trabajo.
En un segundo nivel, el teletrabajo permite a la empresa superar momentos de crisis o de ajuste sin prescindir de un valioso equipo humano. Cientos de empresas, enfrentadas a la necesidad de reducir costes, han emprendido costosísimas políticas de despidos y prejubilaciones que han sumado a sus costes financieros el de prescindir de valiosos profesionales... que ha aprovechado la competencia.
Algunas, más inteligentemente, han recurrido al teletrabajo: "váyanse ustedes a trabajar a sus casas o a las instalaciones de nuestros clientes. Conserven sus puestos de trabajo, sus salarios y las prestaciones sociales inherentes, háganse más rentables y productivos y permítanme, con ello, obtener ventaja sobre la competencia.
Al mismo tiempo, permítanme prescindir de un buen puñado de edificios en el centro de las grandes ciudades." Es la solución adoptada por algunas grandes empresas a la hora de enfrentarse a la imperiosa necesidad de reducir gastos drásticamente. Por este procedimiento, IBM prescindió de 12 de las 18 sedes que tenía en París en los años noventa, con un ahorro de costes que le permitió mantener íntegra su plantilla.
El teletrabajo permite a muchos profesionales desempeñar sus labores desde casa en momentos de transición entre dos empleos "fijos". En el caso de los jóvenes que aún no han encontrado su primer empleo en una empresa, el teletrabajo permite iniciarse en el desempeño de la profesión, adquirir experiencia y relaciones, y ganar un primer dinero. Muchas empresas exploran continuamente el mercado de trabajo para encontrar el tipo de trabajador que necesitan. El teletrabajo es un buen medio para promocionarse.
El mercado del teletrabajo es global, infinito, en teoría. No conoce más frontera que la del idioma. Lo cual presenta dos vertientes:
a) Todo aquel que tenga una buena idea explotable comercialmente y susceptible de desarrollarse a través de Internet, por ejemplo, puede acceder a cualquier lugar del mundo y hacer negocio con unos costes mínimos. La aventura de los jóvenes que montan "en un garaje" una empresa que se acaba cotizando en las principales bolsas de valores del mundo se ha repetido ya demasiadas veces como para no considerar muy en serio las posibilidades de generar riqueza a partir de una idea que las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones permiten desarrollar plenamente.
b) Un empleador puede encontrar a un teletrabajador en cualquier parte, en cualquier país (con la única exigencia, ya señalada, del idioma) y, lógicamente, lo buscará donde le resulte más económico, a igualdad de prestaciones y calidad. A ningún lector se le oculta la trascendencia jurídico/laboral, económica, político-sindical y social de esta transnacionalidad del trabajo.
Redactado por Francisco Ortiz Chaparro el Viernes 23 Febrero 2007 a las 20:03 | Permalien | Comentarios
Saludos cordiales
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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Santiago, Chile
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