El coste laboral de la depresión
De acuerdo a un informe publicado por la escuela de negocios London School of Economics, la depresión y los trastornos por ansiedad cuestan al Reino Unido 17.000 millones de euros cada año, dónde hay más personas de baja por trastornos emocionales que el número total de parados. En Estados Unidos, la Fundación Americana de Prevención del Suicidio calcula un coste de 51.000 millones de dólares debido a la pérdida de productividad y 26.000 millones de dólares adicionales en tratamiento médico para personas que sufren depresión crónica.
En España el coste total de los trastornos depresivos y por ansiedad se estima en 750 millones de euros anuales, excluyendo el impacto en la productividad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es la causa principal de discapacidad. En España afecta a uno de cada 10 personas y está creciendo principalmente en edades productivas. Esto supone un gran coste para las economías nacionales y una reducción considerable en el rendimiento económico de las empresas, en contraste con las enfermedades cardíacas que afectan a una edad más avanzada. Así, la London School of Economics propone implementar psicoterapia en las empresas.
No obstante, la psicoterapia puede limitar la carrera profesional. La mayoría de personas no le diría a su jefe que está sufriendo dificultades mentales o emocionales, por miedo a que serán vistos como no aptos. En cambio es mejor ausentarse del trabajo por problemas más tangibles como resfriados, dolor de espalda o incluso por estrés. Esto supone un círculo vicioso, pues estrés prolongado desemboca en depresión. ¿Qué puede hacerse para reducir el estrés innecesario y negativo en el lugar de trabajo? La solución más reciente y popular es la conciliación, la flexibilidad horaria, clases de yoga o guarderías de empresa. Las medidas de conciliación permiten a los empleados equilibrar sus responsabilidades en el lugar de trabajo con sus compromisos familiares y acoplarse mejor a sus necesidades.
Pero si al jefe no le gusta, por ejemplo, que su subordinado vaya a yoga, cuando éste acuda a su clase, se pasará 30 minutos respirando mientras piensa en cómo su jefe desconfía de ella.
La conciliación es a menudo malinterpretada. En el lugar de trabajo hay un lugar para el estrés, para un estrés positivo que implica enfrentar, solucionar, y crecer con los retos naturales planteados por el trabajo, confiando en que trabajando en equipo se es capaz de superar los obstáculos con éxito.
Las mejores organizaciones son conscientes de su responsabilidad social y financiera para manejar y equilibrar el estrés positivo y negativo. Las compañías que reconocen ésto y actúan en consecuencia presentan niveles de absentismo significativamente inferiores, responden con más rapidez a las demandas del mercado y disfrutan de mejores relaciones con sus clientes. El camino para conseguirlo es único para cada organización, pero existe un tema común y universal: la confianza.
Cuando no existe confianza en el lugar de trabajo, es fácil sentirse negativo, a la defensiva, y en última instancia deprimido. Con confianza, es natural sentirse abierto, comprometido, preparado para afrontar los retos y lo más importante: feliz. Según el artículo 4 del Estatuto de los Trabajadores, las empresas deben «asegurar la integridad física y psicológica de los empleados y el respeto a su bienestar emocional».
Por lo tanto, es responsabilidad de las personas que dirigen organizaciones y gobiernos reflexionar sobre qué hacer para crear un clima de confianza dónde el valor del estrés es positivo.
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Por: Montse Ventosa
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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