Una combinación que funciona
22-08-1100:00 Los resistentes mercados laborales de Alemania y Holanda, y los modelos económicos que los sostienen, ofrecen lecciones para los países que enfrentan elevadas tasas de desocupación
En plena lenta recuperación de las tormentas económicas globales de los últimos cuatro años, los altos niveles de desempleo se convirtieron en uno de los mayores desafíos para las autoridades que deciden las políticas de un país. El perezoso crecimiento de Estados Unidos no consigue reducir el total de desocupados. En junio, la tasa de desocupación subió de 9,1% a 9,2% y hace unos días se dio a conocer la cifra de julio: 9,1 %. El promedio de la eurozona es cercano a 10%. En España, más de uno de cada cinco personas no tiene trabajo.
Sin embargo, Alemania, Holanda y otros países del norte de Europa cuentan otra historia. Su éxito es la otra cara de la crisis de la deuda que sufre la eurozona. Si bien los modelos económicos de algunos países que conforman la unión monetaria no funcionaron -Grecia tiene un índice de desempleo superior a 15%-, otros mostraron ser sorprendentemente eficientes.
"En todo lo que temíamos que sucediera con el modelo mediterráneo teníamos razón, sólo que fue peor", comentó André Sapir de Bruegel, un think-tank con base en Bruselas. "En Holanda, Alemania y los países nórdicos se veía una visión más a largo plazo en cuanto a los desafíos que estaban enfrentado las sociedades".
En Holanda, el desempleo era de sólo 4,2% en mayo, el más reducido del bloque, según datos comparables provenientes de la Organización para el Desarrollo y Cooperación Económica (OCDE). En Alemania, la tasa era superior, de 6%, pero los totales de desocupados hace dos años que vienen cayendo y se ubicaron a su nivel más bajo desde que comenzaron a calcularse las cifras de todo Alemania a principios de los noventa.
La suerte quizás estuvo de su parte y, a medida que el panorama se oscurece una vez más en la eurozona y otras partes del mundo, las actuales cifras podrían no ser pisos que perduren en el tiempo. Pero los dos países igualmente ofrecen lecciones -y no sólo a naciones de Europa- sobre el equilibrio óptimo entre la regulación del mercado laboral y la creación o preservación de puestos de empleo.
Inicialmente, el desempeño del mercado laboral de Holanda y Alemania dejó pensando a los economistas. Un principio muy arraigado encuentra una vinculación mecánica entre la caída del crecimiento del PBI y el aumento de la desocupación. Pero después de la quiebra de Lehman Brothers en Estados Unidos, las cifras de desempleo en los dos países se negaron a seguir lo que dicen los libros.
En La Haya, "la oficina de planificación central comenzó a predecir la tasa de desocupación usando su modelo ecométrico y se proyectó entre 9% y 10%", recuerda Jules Theeuwes del grupo de investigaciones SEO. "Pero los números reales seguían siendo entre 4% y 5%. Al principio decían: 'Hay un atraso,' pero un semestre después no había pasado nada y empezaron a bajar sus estimaciones . . Algo ha cambiado drásticamente en la economía holandesa".
Las cifras de desempleo estadounidense su ubicaron más cerca de lo que dicen los libros. Entre el pico de fines de 2007 y el segundo trimestre de 2009, el PBI cayó 5,1%. Para el segundo trimestre de este año, la actividad económica se había recuperado a un nivel 0,4% inferior al pico anterior a la crisis. Pero durante el mismo período el desempleo subió más de 4 puntos porcentuales.
El PBI holandés disminuyó en forma similar, 4,8% durante la recesión y luego se recuperó -menos que Estados Unidos- a 1% por debajo del máximo anterior a la crisis. Pero el desempleo es de sólo 1 punto porcentual superior a cuando la economía estaba en su mejor momento. En Alemania, la caída del PBI fue de 6,6%, descenso mucho más pronunciado. La actividad económica desde entonces volvió a su nivel anterior a la crisis, pero la desocupación se encuentra casi dos puntos porcentuales por debajo a lo que estaba.
Surgen varias explicaciones. Algunos apuntan a las circunstancias que vivían Alemania y Holanda al inicio de la crisis. Ambos países tenían poblaciones envejecidas, lo cual restringía la disponibilidad de mano de obra calificada. También habían obtenido sectores industriales sólidos y rentables capaces de beneficiarse de la constante expansión de las economías del mercado emergente, especialmente China.
Nout Wellink, hasta hace poco presidente del banco central de Holanda, comentó: "Las ganancias estaban en un pico récord. Si no hubiera sido así, nuestro desempleo habría sido mucho más alto". Por el contrario, países como España e Irlanda sufrieron el derrumbe del principal pilar de sus economías, los sectores de la construcción y vivienda.
La restricción demográfica y la demanda de trabajadores calificados crearon un poderoso incentivo para evitar los despidos generalizados que hubo en Estados Unidos. "Los empleadores hicieron todo lo posible por retener a sus empleados, para estar listos para el siguiente despegue", recordó el profesor Joop Schippers de la Universidad de Utrecht. Como en Alemania, algunos sintieron la responsabilidad social de esforzarse para que las filas de desocupados sean lo más cortas posible. Pero más importante fue "la idea de evitar la destrucción del capital humano", agregó.
"En Estados Unidos," señaló van Ark de Conference Board, "estaba la idea de que para enfrentar la crisis en un entorno desregulado y muy competitivo, había que reducir rápidamente la cantidad de empleados para sobrevivir. Me parece que hubo un elemento de sobrerreacción. En algunas partes de Estados Unidos, la apuesta fue esperar por un año o un poco más; y funcionó".
Pero desde ese punto de vista económico, no es necesariamente conveniente retener mano de obra innecesaria. Las autoridades que fijan las políticas en Europa, incluyendo al Banco Central Europeo, temían que se demorara la reestructuración requerida para enfrentar los cambios en las economías globales. Como resultado, en la eurozona cayó fuertemente la productividad laboral, que no fue el caso de Estados Unidos. Stefano Scarpetta, especialista del mercado laboral en la OCDE, asegura que los gobiernos ahora deberían alejarse de las políticas que alientan la acumulación de personal, y "convertirlas en medidas para promover la creación de empleo".
Grecia y otros mostraron los peligros que implica demorar las reformas estructurales y permitir que haya pérdida de competitividad. "Los países que habían adquirido mucha deuda eran las naciones a las que les estaba yendo muy bien . . . estaban usando deuda pública para impulsar ajustes en el futuro", comentó Sapir de Bruegel. Sin embargo, en Alemania y Holanda -donde ya se habían hecho grandes reformas económicas antes de la recesión- era muy poca la necesidad inmediata de hacer cambios importantes a sus modelos económicos. Wellink señaló que el mercado laboral holandés es "completamente diferente a diez años atrás", ya que cada vez son más los empleados de medio tiempo, los contratos laborales cortos y los trabajadores independientes; y eso brinda un amortiguador flexible capaz de absorber los shocks económicos globales. "La flexibilidad de gran parte del mercado laboral básicamente es lo que explica nuestro éxito", concluyó.
Sin embargo, Alemania, Holanda y otros países del norte de Europa cuentan otra historia. Su éxito es la otra cara de la crisis de la deuda que sufre la eurozona. Si bien los modelos económicos de algunos países que conforman la unión monetaria no funcionaron -Grecia tiene un índice de desempleo superior a 15%-, otros mostraron ser sorprendentemente eficientes.
"En todo lo que temíamos que sucediera con el modelo mediterráneo teníamos razón, sólo que fue peor", comentó André Sapir de Bruegel, un think-tank con base en Bruselas. "En Holanda, Alemania y los países nórdicos se veía una visión más a largo plazo en cuanto a los desafíos que estaban enfrentado las sociedades".
En Holanda, el desempleo era de sólo 4,2% en mayo, el más reducido del bloque, según datos comparables provenientes de la Organización para el Desarrollo y Cooperación Económica (OCDE). En Alemania, la tasa era superior, de 6%, pero los totales de desocupados hace dos años que vienen cayendo y se ubicaron a su nivel más bajo desde que comenzaron a calcularse las cifras de todo Alemania a principios de los noventa.
La suerte quizás estuvo de su parte y, a medida que el panorama se oscurece una vez más en la eurozona y otras partes del mundo, las actuales cifras podrían no ser pisos que perduren en el tiempo. Pero los dos países igualmente ofrecen lecciones -y no sólo a naciones de Europa- sobre el equilibrio óptimo entre la regulación del mercado laboral y la creación o preservación de puestos de empleo.
Inicialmente, el desempeño del mercado laboral de Holanda y Alemania dejó pensando a los economistas. Un principio muy arraigado encuentra una vinculación mecánica entre la caída del crecimiento del PBI y el aumento de la desocupación. Pero después de la quiebra de Lehman Brothers en Estados Unidos, las cifras de desempleo en los dos países se negaron a seguir lo que dicen los libros.
En La Haya, "la oficina de planificación central comenzó a predecir la tasa de desocupación usando su modelo ecométrico y se proyectó entre 9% y 10%", recuerda Jules Theeuwes del grupo de investigaciones SEO. "Pero los números reales seguían siendo entre 4% y 5%. Al principio decían: 'Hay un atraso,' pero un semestre después no había pasado nada y empezaron a bajar sus estimaciones . . Algo ha cambiado drásticamente en la economía holandesa".
Las cifras de desempleo estadounidense su ubicaron más cerca de lo que dicen los libros. Entre el pico de fines de 2007 y el segundo trimestre de 2009, el PBI cayó 5,1%. Para el segundo trimestre de este año, la actividad económica se había recuperado a un nivel 0,4% inferior al pico anterior a la crisis. Pero durante el mismo período el desempleo subió más de 4 puntos porcentuales.
El PBI holandés disminuyó en forma similar, 4,8% durante la recesión y luego se recuperó -menos que Estados Unidos- a 1% por debajo del máximo anterior a la crisis. Pero el desempleo es de sólo 1 punto porcentual superior a cuando la economía estaba en su mejor momento. En Alemania, la caída del PBI fue de 6,6%, descenso mucho más pronunciado. La actividad económica desde entonces volvió a su nivel anterior a la crisis, pero la desocupación se encuentra casi dos puntos porcentuales por debajo a lo que estaba.
Surgen varias explicaciones. Algunos apuntan a las circunstancias que vivían Alemania y Holanda al inicio de la crisis. Ambos países tenían poblaciones envejecidas, lo cual restringía la disponibilidad de mano de obra calificada. También habían obtenido sectores industriales sólidos y rentables capaces de beneficiarse de la constante expansión de las economías del mercado emergente, especialmente China.
Nout Wellink, hasta hace poco presidente del banco central de Holanda, comentó: "Las ganancias estaban en un pico récord. Si no hubiera sido así, nuestro desempleo habría sido mucho más alto". Por el contrario, países como España e Irlanda sufrieron el derrumbe del principal pilar de sus economías, los sectores de la construcción y vivienda.
La restricción demográfica y la demanda de trabajadores calificados crearon un poderoso incentivo para evitar los despidos generalizados que hubo en Estados Unidos. "Los empleadores hicieron todo lo posible por retener a sus empleados, para estar listos para el siguiente despegue", recordó el profesor Joop Schippers de la Universidad de Utrecht. Como en Alemania, algunos sintieron la responsabilidad social de esforzarse para que las filas de desocupados sean lo más cortas posible. Pero más importante fue "la idea de evitar la destrucción del capital humano", agregó.
"En Estados Unidos," señaló van Ark de Conference Board, "estaba la idea de que para enfrentar la crisis en un entorno desregulado y muy competitivo, había que reducir rápidamente la cantidad de empleados para sobrevivir. Me parece que hubo un elemento de sobrerreacción. En algunas partes de Estados Unidos, la apuesta fue esperar por un año o un poco más; y funcionó".
Pero desde ese punto de vista económico, no es necesariamente conveniente retener mano de obra innecesaria. Las autoridades que fijan las políticas en Europa, incluyendo al Banco Central Europeo, temían que se demorara la reestructuración requerida para enfrentar los cambios en las economías globales. Como resultado, en la eurozona cayó fuertemente la productividad laboral, que no fue el caso de Estados Unidos. Stefano Scarpetta, especialista del mercado laboral en la OCDE, asegura que los gobiernos ahora deberían alejarse de las políticas que alientan la acumulación de personal, y "convertirlas en medidas para promover la creación de empleo".
Grecia y otros mostraron los peligros que implica demorar las reformas estructurales y permitir que haya pérdida de competitividad. "Los países que habían adquirido mucha deuda eran las naciones a las que les estaba yendo muy bien . . . estaban usando deuda pública para impulsar ajustes en el futuro", comentó Sapir de Bruegel. Sin embargo, en Alemania y Holanda -donde ya se habían hecho grandes reformas económicas antes de la recesión- era muy poca la necesidad inmediata de hacer cambios importantes a sus modelos económicos. Wellink señaló que el mercado laboral holandés es "completamente diferente a diez años atrás", ya que cada vez son más los empleados de medio tiempo, los contratos laborales cortos y los trabajadores independientes; y eso brinda un amortiguador flexible capaz de absorber los shocks económicos globales. "La flexibilidad de gran parte del mercado laboral básicamente es lo que explica nuestro éxito", concluyó.
Fuente:
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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