La "casa del horror" | ||||
Austria sigue conmovida con el descubrimiento de la llamada "casa del horror", donde Josef Fritzl engendró siete niños con su propia hija, a la que mantuvo cautiva en un sótano durante 24 años. El primer ministro austriaco, Alfred Gusenbauer, anunció que su gobierno lanzará una campaña para rectificar el daño causado al país por el escándalo de incesto. Gusenbauer insistió en que se trata de un caso aislado y que las autoridades no permitirán que un país entero sea secuestrado por un hombre. Los investigadores del caso han dirigido sus esfuerzos a reconstruir los movimientos de Josef Fritzl en las últimas décadas para establecer si existen conexiones con otros crímenes. Mientras las indagaciones policiales siguen avanzando, poco a poco continúan apareciendo nuevos detalles del calabozo donde Fritzl mantuvo a su hija Elisabeth y tres de sus hijos-nietos. La prisión estaba compuesta por tres minúsculas cámaras sin luz natural y con mínimo espacio para desplazarse. El resto de la familia vivía en la parte superior de la casa y Fritzl les tenía estrictamente prohibido ir al sótano. El lugar estaba tan bien escondido que cuando la policía ingresó a la propiedad no pudo encontrarlo. Fue Fritzl el que tuvo que revelar la ubicación del sótano. Dibujos de niños
A la cárcel subterránea, de unos 60 metros cuadrados, se ingresaba por un estrecho pasillo que conecta con las habitaciones, una zona habilitada para cocinar y un baño, donde fueron encontrados dibujos de niños en las paredes. Pero el acceso no era nada fácil. La puerta de ingreso estaba escondida detrás de unas estanterías en el taller de trabajo de Fritzl, ubicado en el mismo sótano de la casa. La puerta secreta permanecía cerrada electrónicamente y sólo podía ser abierta con un código y un aparato a control remoto que el victimario llevaba consigo todo el tiempo. Falta de oxígeno El sótano secreto no contaba con ventanas. Al parecer, la única conexión con el mundo exterior -además de la puerta de acceso- era un tubo de ventilación.
Los tres menores que vivían en el sótano -de 19,18 y 5 años- nunca habían visto la luz del sol. No tenían acceso al aire fresco, ni espacio para correr o hacer ejercicios. Estas condiciones habrían contribuido a que su desarrollo se viera extremadamente limitado. Pese a todas las restricciones, la policía informó que había una televisión con un video y una radio. Los siete niños de Elisabeth nacieron en este calabozo subterráneo, aparentemente sin ningún tipo de supervisión médica. Uno de ellos murió poco después de haber nacido. La policía cree que el sótano fue modificado a medida que la familia fue creciendo, pero aún es un misterio cómo Fritzl desarrolló los trabajos de construcción subterránea y cómo mantuvo el suministro de alimentos sin levantar sospechas. |
Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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