Decálogo del 'bloguero' con éxito
Publicado el 28/03/2008, por Adriana Blanco/Enrique Dans
¿Quiere hacerse un hueco entre las bitácoras más leídas de la blogosfera? Aquí tiene diez consejos para conseguirlo.
En el mundo se crean unos 120.000 blogs diarios. Y, como es lógico, no todos gozan del mismo estatus. Unos son muy visitados y otros caen rápidamente en el olvido. Pero los hay que se han convertido en verdaderas minas de oro, en empresas que ingresan más de un millón de euros anuales sólo en publicidad. Es difícil saber qué estrategia siguen estos blogueros para conseguir tanto éxito, pues cada uno tiene su estilo, una enseña propia que los hace diferentes. Sin embargo, sí existen unas pautas que conviene seguir. Enrique Dans, profesor del Instituto de Empresa y experto en nuevas tecnologías, arroja un poco de luz a este tema con el Decálogo del bloguero con éxito.
Empiece explorando. Un bloguero empieza a serlo cuando lee blogs, no cuando los escribe. Lo primero es meterse en los temas que gusten, ver quién escribe sobre ellos, qué cosas dice y cómo las dice. Construya un conjunto de blogs que leer de acuerdo con sus intereses, y desarrolle el hábito de leerlos. Un día notará que el cuerpo le pide comentar algo: hágalo, y empieza a desarrollar su identidad en la Red, a meterse en la conversación. Otro día, de manera casi natural, le apetecerá empezar el suyo.
No se bloguea con la cabeza, se bloguea con los pies. No se trata de que aporree el teclado con sus miembros inferiores, sino de darse cuenta de que si escribe un blog para contar lo que sabe de un tema, las ideas se agotarán en pocas semanas. Por mucho que sepa, al cabo de poco tiempo empezará a tener la sensación de haberlo contado todo, y en ese momento el blog estará muerto. Se bloguea con los pies porque se escribe de lo que le pasa cada día, y eso da al blog el componente de diario, que es una de sus señas de identidad. Tenga siempre una fuente que le aporte temas frescos todos los días.
Escriba con regularidad. Haga de ello un hábito. Puede ser diario, semanal o como quiera, pero debe tener cierta periodicidad. El hábito debe crearse en usted y en sus lectores para que tengan ganas de suscribirse. El valor de su blog no está en las visitas diarias, sino en sus suscriptores.
Vincule, vincule, vincule. Un blog es una conversación, y en la web se construye vinculando. Ofrezca a sus lectores todas las fuentes que pueda, lo que le llevó a escribir cada cosa, lo que consultó, citas interesantes... Vincúlelo todo: si sus lectores encuentran interesante lo que escribe y lo que vincula, volverán. Recuerde que si cita a alguien es posible que haga clic para ver qué ha dicho de él.
Escriba para usted, no para los demás. Un blog es un diario personal, aunque sea colectivo. Escriba lo que le apetezca, y mande a paseo a quien entre a decirle sobre qué puede escribir y sobre qué no. Es su casa, y las reglas las pone usted. A quien no le guste, que se vaya. El que tiene que estar contento con lo que hace es usted. Tampoco escriba para los motores de búsqueda. Que su blog esté limpio para que lo encuentren es interesante, pero de ahí a que Google condicione su estilo va un largo trecho. Si lo construye, ellos vendrán, no busque atajos porque no funcionan.
Use su blog para algo que tenga valor para usted. Es la única manera de que uno mismo lo aprecie y le otorgue la prioridad adecuada. Su blog puede darle valor porque se convierta en un archivo de cosas que ha escrito o leído, porque le proporcione influencia, le haga sentir bien, etc. Pero es importante que ese valor exista, porque escribirlo requiere esfuerzo y si no se ven frutos claros, terminará dejándolo.
Piérdale el respeto a Internet. Internet no son las tablas de la ley, no tiene que escribir con un estilo perfecto, ni pensar muchísimo los temas. Si el medio le presiona, escribir se convertirá en un castigo. Escriba con un tono informal, sencillo, en pijama y zapatillas, relajado.
Controle sus estadísticas. No se obsesione con ellas, pero úselas para ver de dónde le viene el viento, qué sitios le envían visitas, por qué lo hacen, quiénes le vinculan o a qué responde su tráfico. No escriba para ellas, pero tampoco navegue a ciegas.
No alimente al troll. Tarde o temprano aparecerá en su blog gentuza con vocación destructiva, con ganas de insultar, de criticar por criticar. Que no le tiemble la mano: ponga unas reglas claras, borre lo que no las cumpla, y jamás responda a la provocación, porque eso les proporciona la felicidad más intensa. Tampoco caiga en la trampa de confundir trolls con opiniones discordantes. Si no permite el debate, su blog perderá valor, pero nada ni nadie le obliga a mantener colgado en la pared de su casa algo feo. Borrar la basura no es censurar, es tener sentido común y cuidar su casa para que otros se sientan a gusto en ella.
No mienta. En la blogosfera, se coge antes a un mentiroso que a un cojo. Si lo que escribe lo ha leído en otra parte, vincúlelo, déle crédito. Si no está seguro de algo, dígalo. No muestre una falsa seguridad. Un blog no es un sitio para demostrar lo mucho que se sabe, no es un minarete al que subirse para predicar, porque parecerá prepotente e insoportable. Es un sitio donde siempre habrá alguien que sepa más que usted del tema del que está hablando. Acéptelo. Si intenta ser siempre el más listo de la clase, se frustrarás.
Y de propina... El verdaderamente indispensable: PÁSELO BIEN y disfrute.
Si lo demás falla, encomiéndese al destino...
La diferencia está en hacerlo de forma premeditada o que el éxito le asalte por sorpresa. No es imposible, hay varios casos. El más conocido probablemente sea el de la llamada "abuela bloguera": María Amelia, una coruñesa de 95 años y el bloguero más anciano del mundo. A María Amelia el éxito le llegó por sorpresa. Ella ni siquiera lo buscó, sólo quería comunicarse: "Mi nieto me regaló un blog porque yo estaba sola y me estaba aburriendo muchísimo", afirma. "Yo, en realidad, no hice nada, sólo dije que quería comunicarme con alguien y pasar el rato, porque un anciano necesita hablar. Si no tenemos conversación, nos quedamos tontos".
Ahora, gracias a Internet, tiene amigos de todo el mundo, y han visitado su blog más de un millón de personas. María Amelia siente que ha rejuvenecido 50 años. "Internet es como un profesor: aprendes todo tipo de cosas y con él no te sientes sola. Yo quería compañía, eso es todo". Una razón más que respetable para iniciar un blog y situarlo entre los más visitados del mundo.
Empiece explorando. Un bloguero empieza a serlo cuando lee blogs, no cuando los escribe. Lo primero es meterse en los temas que gusten, ver quién escribe sobre ellos, qué cosas dice y cómo las dice. Construya un conjunto de blogs que leer de acuerdo con sus intereses, y desarrolle el hábito de leerlos. Un día notará que el cuerpo le pide comentar algo: hágalo, y empieza a desarrollar su identidad en la Red, a meterse en la conversación. Otro día, de manera casi natural, le apetecerá empezar el suyo.
No se bloguea con la cabeza, se bloguea con los pies. No se trata de que aporree el teclado con sus miembros inferiores, sino de darse cuenta de que si escribe un blog para contar lo que sabe de un tema, las ideas se agotarán en pocas semanas. Por mucho que sepa, al cabo de poco tiempo empezará a tener la sensación de haberlo contado todo, y en ese momento el blog estará muerto. Se bloguea con los pies porque se escribe de lo que le pasa cada día, y eso da al blog el componente de diario, que es una de sus señas de identidad. Tenga siempre una fuente que le aporte temas frescos todos los días.
Escriba con regularidad. Haga de ello un hábito. Puede ser diario, semanal o como quiera, pero debe tener cierta periodicidad. El hábito debe crearse en usted y en sus lectores para que tengan ganas de suscribirse. El valor de su blog no está en las visitas diarias, sino en sus suscriptores.
Vincule, vincule, vincule. Un blog es una conversación, y en la web se construye vinculando. Ofrezca a sus lectores todas las fuentes que pueda, lo que le llevó a escribir cada cosa, lo que consultó, citas interesantes... Vincúlelo todo: si sus lectores encuentran interesante lo que escribe y lo que vincula, volverán. Recuerde que si cita a alguien es posible que haga clic para ver qué ha dicho de él.
Escriba para usted, no para los demás. Un blog es un diario personal, aunque sea colectivo. Escriba lo que le apetezca, y mande a paseo a quien entre a decirle sobre qué puede escribir y sobre qué no. Es su casa, y las reglas las pone usted. A quien no le guste, que se vaya. El que tiene que estar contento con lo que hace es usted. Tampoco escriba para los motores de búsqueda. Que su blog esté limpio para que lo encuentren es interesante, pero de ahí a que Google condicione su estilo va un largo trecho. Si lo construye, ellos vendrán, no busque atajos porque no funcionan.
Use su blog para algo que tenga valor para usted. Es la única manera de que uno mismo lo aprecie y le otorgue la prioridad adecuada. Su blog puede darle valor porque se convierta en un archivo de cosas que ha escrito o leído, porque le proporcione influencia, le haga sentir bien, etc. Pero es importante que ese valor exista, porque escribirlo requiere esfuerzo y si no se ven frutos claros, terminará dejándolo.
Piérdale el respeto a Internet. Internet no son las tablas de la ley, no tiene que escribir con un estilo perfecto, ni pensar muchísimo los temas. Si el medio le presiona, escribir se convertirá en un castigo. Escriba con un tono informal, sencillo, en pijama y zapatillas, relajado.
Controle sus estadísticas. No se obsesione con ellas, pero úselas para ver de dónde le viene el viento, qué sitios le envían visitas, por qué lo hacen, quiénes le vinculan o a qué responde su tráfico. No escriba para ellas, pero tampoco navegue a ciegas.
No alimente al troll. Tarde o temprano aparecerá en su blog gentuza con vocación destructiva, con ganas de insultar, de criticar por criticar. Que no le tiemble la mano: ponga unas reglas claras, borre lo que no las cumpla, y jamás responda a la provocación, porque eso les proporciona la felicidad más intensa. Tampoco caiga en la trampa de confundir trolls con opiniones discordantes. Si no permite el debate, su blog perderá valor, pero nada ni nadie le obliga a mantener colgado en la pared de su casa algo feo. Borrar la basura no es censurar, es tener sentido común y cuidar su casa para que otros se sientan a gusto en ella.
No mienta. En la blogosfera, se coge antes a un mentiroso que a un cojo. Si lo que escribe lo ha leído en otra parte, vincúlelo, déle crédito. Si no está seguro de algo, dígalo. No muestre una falsa seguridad. Un blog no es un sitio para demostrar lo mucho que se sabe, no es un minarete al que subirse para predicar, porque parecerá prepotente e insoportable. Es un sitio donde siempre habrá alguien que sepa más que usted del tema del que está hablando. Acéptelo. Si intenta ser siempre el más listo de la clase, se frustrarás.
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La diferencia está en hacerlo de forma premeditada o que el éxito le asalte por sorpresa. No es imposible, hay varios casos. El más conocido probablemente sea el de la llamada "abuela bloguera": María Amelia, una coruñesa de 95 años y el bloguero más anciano del mundo. A María Amelia el éxito le llegó por sorpresa. Ella ni siquiera lo buscó, sólo quería comunicarse: "Mi nieto me regaló un blog porque yo estaba sola y me estaba aburriendo muchísimo", afirma. "Yo, en realidad, no hice nada, sólo dije que quería comunicarme con alguien y pasar el rato, porque un anciano necesita hablar. Si no tenemos conversación, nos quedamos tontos".
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Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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