Cifras que horrorizan:
entre enero de 2001 y junio de 2007, más de 300 mujeres fueron asesinadas en Chile por hombres con quienes tenían o habían tenido una relación de intimidad y confianza. Sólo el año pasado, 51 mujeres ─casi una por semana─ perecieron en hechos vinculados a contextos de violencia intrafamiliar/ femicidios; denominación esta última que define a la expresión más extrema de violencia contra la mujer. Y
este año las víctimas fatales ya suman 40, según el recuento actualizado del
Servicio Nacional de la Mujer (Sernam), aunque la ministra
Laura Albornoz asegura que esas cifras "provisorias" se quedan cortas ante la realidad.
Por lo pronto, un estudio de la cartera a su cargo demostró, ya en 1994, que
siete de cada diez chilenas han sufrido violencia física o sicológica de parte de sus parejas en algún momento de su vida. Por ello no es casual que a partir de un reciente intento de asesinato que conmovió al país, el de
María Alvarado, embarazada de ocho meses que fue quemada viva por su pareja en Punta Arenas, a fines de julio pasado, la ministra anunciara que el Ejecutivo decidió ponerle
urgencia a varios proyectos de ley que se tramitan en el Congreso, vinculados a esta problemática.
Y a ello se refiere en esta entrevista:
Cuarenta mujeres asesinadas en Chile en lo que va del año por sus cónyuges, convivientes o ex pololos, y sólo cuando una mujer es quemada dentro de su auto, el tema vuelve a las portadas de los diarios. ¿A qué se debe esto?
Se debe a que cuando se mezcla el maltrato con la maternidad produce un mayor impacto; sin embargo, no sólo cuando esto sucede aparece en los medios de comunicación. Efectivamente, hay un remezón en la opinión pública respecto a asuntos que antes no se debatían, que solamente se conversaban al interior de los hogares y que muchas veces incluso se negaban en pos de la unidad familiar.
Hoy día, y particularmente el gobierno de la
Presidenta Bachelet, ha logrado instalarlo como tema de debate público.
No solamente el femicidio, al que se refieren los medios, sino también otra suerte de discriminaciones que estaban presentes en nuestra legislación, en las prácticas culturales, en las conductas políticas, y que afectan a un gran porcentaje de la población, como son las mujeres.
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