La "inteligencia emocional" es la nueva competencia que se requiere del ejecutivo
El manejo de las emociones personales y del conjunto de trabajadores puede mejorar el rendimiento de una empresa.
Planificar y controlar son dos de los ejes del estilo de conducción ejecutiva clásica, que apareció en la década de 1970 en el mercado laboral. Esas conductas eran propias de una organización muy piramidal, sostienen los expertos en Recursos Humanos. El perfil del gerente, ejecutivo, CEO o cualquier personal de alta dirección del siglo XXI requiere nuevas competencias que pueden encuadrarse en lo que el psicólogo estadounidense, Daniel Goleman, desarrolló como "inteligencia emocional".
Según Goleman, las condiciones intelectuales de un ejecutivo de cualquier organización no son la única garantía del éxito en su ámbito de trabajo, sino un factor para el logro del objetivo. También se requieren ciertas aptitudes para el conocimiento intrapersonal y el del entorno laboral.
"El ejecutivo de hoy es como una moneda: tiene dos caras y debe hacerlas valer. Una de ellas está orientada al esquema tradicional de lograr los objetivos planificados. La otra se relaciona con las nuevas competencias (motivar, inspirar, dirigir equipos y ser optimista por naturaleza)", dice Paula Molinari, fundadora de la consultora Whalecom y directora académica del HR Executive Program de Universidad Torcuato Di Tella.
Tomando como base un relevamiento efectuado por el especialista David Campbell (descriptores), Molinari describe nueve componentes sobre cómo debe ser el ejecutivo del siglo XXI, en una charla telefónica con LA GACETA.
Lo primero que debe tomarse en cuenta es la visión que tiene ese ejecutivo. Plantea objetivos y asigna recursos, siendo gerente y líder al mismo tiempo.
La habilidad para desarrollar a los subordinados, en base al rendimiento del personal a su cargo.
La diplomacia debe constituirse en la habilidad política para crear coaliciones dentro y fuera de la empresa.
El feedback (retroalimentación) es algo fundamental que debe tener todo ejecutivo. Esto se traduce en la capacidad de empatía (observar y saber escuchar) con los clientes, los proveedores y el personal.
El espíritu emprendedor que le permita encontrar las oportunidades para la empresa y así encarar los proyectos de innovación.
La inteligencia emocional, propiamente dicha, para el manejo de las emociones propias y ajenas para el éxito y la supervivencia en la organización.
Un estilo personal, como modelo de rol basado en el optimismo, la integridad y la inspiración.
Energía personal (vida sana y el buen uso del tiempo libre) para ser más tolerante frente a situaciones que le generen estrés, conflictos laborales o viajes. El contacto con otras personas en clubes sociales, countries o caminatas constituyen una suerte de cable a tierra.
Perfil multicultural: sentirse a gusto en el puesto más allá de los choques con las costumbres de otros países.
Rodrigo González Fernández
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