NO ESTAS SOLO O SOLA EN ESTE MUNDO. SI TE HA GUSTADO UN ARTICULO, COMPARTELO, ENVIALO A LAS REDES SOCIALES, FACEBOOK, TWITTER

Monday, March 26, 2007

desde el Correo Digital:

«La gente sin derechos es presa fácil del fanatismo en una dictadura»
El autor de 'Edificio Yacobián' y 'Chicago', 'best seller' en las librerías de Egipto, sostiene que la literatura es un «gran instrumento para el diálogo cultural»
«La gente sin derechos es presa fácil del fanatismo en una dictadura»
AUTOR DE ÉXITO. Alaa Al-Asuany, en su consulta de El Cairo. / AHMAD HOSNI
Imprimir noticiaImprimirEnviar noticiaEnviar

Publicidad

Alaa Al-Asuany (El Cairo, 1957) es un escritor vocacional. Se gana la vida como dentista y desde la publicación de su segunda novela 'Omaret Yacoubian' (Edificio Yacobian) se ha convertido en el autor más leído del mundo árabe. La obra llega esta semana a las librerías españolas con el sello de Ediciones Maeva. El Edificio Yacobián, cuyos moradores y visitantes describe Al Asuany, es el escenario de deseos divergentes, vividos al filo de la ley y de la moral dominante. Un reparto de personajes misceláneo conforma el fresco de la vida cairota de las últimas décadas en las que la corrupción, la falta de libertades y el ascenso del islam político son determinantes tanto en la esfera privada como en la vida social. Homosexuales, aristócratas venidos a menos, soldados, chicas de alterne, señoras adineradas, mujeres casadas en secreto y jóvenes militantes islamistas respiran, esperan y desesperan en el Edificio Yacobián, situado en el centro de Cairo, otrora zona comercial exquisita, hoy aquejada por la superpoblación y la falta de mantenimiento, rastro de un pasado dorado y señal de un futuro incierto.

Su última novela, 'Chicago', ha agotado en menos de un mes la primera edición y va a aser traducida al inglés, francés y alemán. Alaa Al-Asuani es miembro de Kifaia, Movimiento Egipcio por el Cambio, y asiduo articulista en la prensa de la oposición egipcia.

-Según la percepción de la mayoría de los egipcios, Occidente malinterpreta el islam. ¿Comparte esa visión?

-Creo que hay estereotipos en ambos lados. Por mi amplia experiencia puedo decir que hay dos categorías de occidentales, la mayoría que no saben casi nada del islam y, no obstante, son abiertos, no son intolerantes; y una minoría fanática, anti-árabe, que no quiere oír ni entender. Mi esperanza está en esa mayoría silenciosa. También hay ideas estereotipadas en nuestra sociedad, como la de que todos los occidentales están contra el islam o la creencia de que las mujeres occidentales son 'fáciles', ambas ideas son estúpidas. Debiéramos conocernos mejor y creo que la literatura es un gran instrumento para el diálogo cultural, pues nos enseña que todos somos seres humanos, de culturas distintas, con distinto color de piel... Pero, al fin y al cabo, el amor de una madre hacia sus hijos, el amor entre amantes o las penas del alma son universales. El factor humano es muy importante en la literatura, por eso es tan importante la literatura.

-Las malas interpretaciones perviven pese a que vivimos en sociedades mediáticas, con especial abundancia de canales de televisión por satélite.

-Algunos fanáticos están controlando los medios de comunicación. Me sucedió con la cadena 'France Culture' el verano pasado. Querían hacer un programa especial sobre la guerra de Líbano y me llamaron para concertar una cita telefónica para que hiciese un análisis del 'terrorismo' de Hezbolá. Cuando les dije que yo no considero terrorista a Hezbolá pues no ha invadido ningún país sino que está defendiendo su tierra, no volvieron a llamarme. Escuché el programa y estaba totalmente escorado a favor de Israel. Es lo que llamamos 'censura privada', un mecanismo de 'lobbying' o manipulación que no permite que se divulguen ciertas ideas y posiciones.

-En 'El Edificio Yacobian', uno de los protagonistas, el joven Taha Shazli, tras ser torturado en una comisaría cairota, expresa su humillación diciendo: 'Si me hubiesen detenido en Israel, ni los judíos me hubiesen hecho lo que me han hecho aquí'. ¿Qué quiere decir con eso?

-Mi padre era abogado, escritor y activista político durante la ocupación británica. Fue encarcelado, pero permitían que le llevasen la comida de casa a la cárcel cada día, podía fumar sus cigarrillos Philip Morris y jugar al fútbol. Lo que Taha dice en la novela responde a una realidad, la de la enorme agresividad de los regímenes militares hacia su propia gente, incluso superior a la de la ocupación. Cierto que tenemos casos como el de Abu Ghraib y no lo estoy defendiendo, pero, la situación de los derechos humanos bajo los regímenes militares del mundo árabe es mucho peor que el de un país bajo ocupación.

-Los personajes femeninos de su novela son mujeres desafortunadas, con vidas muy difíciles. ¿Es así como ve la vida de la mujer egipcia?

-Nadie tiene una vida fácil aquí, sólo vive bien la gente del régimen que está enriqueciéndose mediante la corrupción y los negocios sucios. Más del 67% de la gente vive bajo el umbral de la pobreza. Tenemos 9 millones de desempleados y 7 millones de mujeres en edad casadera que no pueden casarse, no pueden tener una familia y eso es muy frustrante. La imagen actual de Egipto está muy cerca de la descrita en 'El otoño del Patriarca' por Gabriel García Márquez. Todo el mundo sufre en Egipto y si eres mujer sufres doblemente, igual que si eres copto.

-¿Esta usted entre quienes consideran que existe discriminación contra los coptos?

-Sí, aunque veo el problema copto como parte del problema egipcio, no lo veo como un problema étnico separado; los coptos están sufriendo como nosotros porque no tenemos democracia.

-Según usted, la pobreza no es un obstáculo para la democracia; pero ¿cómo lo argumenta cuando la pobreza está ligada al analfabetismo y éste a la ignorancia?

-La democracia es un derecho humano básico. Incluso la gente analfabeta toma decisiones en su vida diaria, es capaz de distinguir lo bueno de lo malo. Creo que la democracia entraña una elección muy básica, es decir, no necesitamos un doctor en ciencias políticas para ver si un candidato es bueno o malo. Por cierto, el argumento de los dictadores del mundo árabe siempre ha sido ése, es decir, plantean la erradicación del analfabetismo como prioridad, pero nunca hacen nada para lograrlo, así que todo sigue igual. Tenemos un caso ejemplar en India donde hay analfabetismo y, no obstante, tienen democracia. En los años veinte teníamos democracia en Egipto y nadie habla de esa parte de nuestra historia, habría que recordar al primer ministro Yahia Ibrahim que convocó elecciones, las perdió y se fue a su casa. También tuvimos el primer Parlamento del mundo árabe, en 1886.

-¿Cree usted que las reformas constitucionales anunciadas por el Gobierno serán útiles?

-Todo eso es meramente decorativo. Lo están haciendo para darle una apariencia democrática, pero en realidad Mubarak está preparando a la gente para dar el país a su hijo.

-¿Está usted convencido de eso?

-Todo el mundo está convencido de eso, pero no va a funcionar y es muy arriesgado.

-En su novela las relaciones familiares aparecen maltrechas.

-La literatura va más allá de una mirada superficial, la que nos muestra al vecino como un 'monsieur comme-il-faut' ( palabras textuales del autor en la entrevista realizada en inglés, signo de su educación francófona; 'un señor como Dios manda' en expresión castellana) y nos muestra lo que ese vecino es en realidad, tal vez alguien que no es feliz. Y la literatura nos descubre, pongamos por caso, la grandeza que puede haber en el corazón de una prostituta o de un delincuente. El reto de la literatura es penetrar en el interior de las personas, alejándose de la imagen maniquea.

-Uno de los sheijs que aparecen en su novela, Shakir, es un radical de discurso incendiario. ¿Hasta donde llega la influencia de esos sheijs en Egipto?

-El fanatismo es un síntoma de una dictadura. La dictadura es la enfermedad y el fanático es el síntoma, aunque hay otros síntomas como la corrupción, la pobreza o la ineficacia del sistema. Para librarse de los síntomas hay que librarse de la enfermedad. El régimen trata de convencer a Occidente y a nosotros mismos de que los síntomas son la enfermedad. En una dictadura hay mucha gente sin ningún derecho y esas personas son presa fácil para el fanatismo, aunque en mi novela el joven Taha (el sheij Shakir lo apadrina y lo conduce a un campo de entrenamiento militar clandestino) no mata por religión sino por haber sido torturado, humillado. No creo que se acabe el fanatismo hasta que no tengamos democracia. El régimen se empeña en decir que con la democracia los Hermanos Musulmanes llegarán al poder y esto no es verdad.

-Hay analistas que no comparten esa opinión.

-En unas elecciones libres los Hermanos Musulmanes no obtendrían más del 25% de los votos. Y hay ejemplos de ello en las comisiones del sindicato de periodistas o en los clubs recreativos de El Cairo donde no obtienen más que representaciones simbólicas. Están muy bien organizados y hacen oír su voz pero ser musulmán no significa ser de los Hermanos, es algo muy distinto. En las últimas elecciones libres, en los años 50, antes de la revolución, los Hermanos tenían mucha fuerza en la calle, mataron al primer ministro y fueron a las elecciones y no consiguieron ni un solo escaño. Los Hermanos Musulmanes se aprovechan de la dictadura, se fortalecen con ella. En una democracia se les juzgaría por su actuación. Se les ha prohibido participar en las elecciones sindicales y en las universitarias. ¿Porqué? Esto es muy negativo. Nuestro régimen no quiere a nadie más que a los suyos.
Enlaces Patrocinados
SALUDOS CORDIALES
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
CONSULTAJURIDICACHILE.BLOGSPOT.COM
Telefomo: 5839786
TELEFONO: CEL. 76850061
RENATO SANCHEZ 3586 SANTIAGO,CHILE

No comments: