VEAN COMO LO QUE DESCRIBE FRANCISCO RUBIALES ES ABSOLUTAMENTE INTERNACIONAL Y NOS ES MUY FAMILIAR EN CHILE.
Los medios de comunicación, ¿cuarto o primer poder?
Afirma con visión Enric Sopena, veterano periodista español alineado con el socialismo, que los medios de comunicación, considerados como el "cuarto poder" en los sistemas democráticos por su capacidad de influencia en la opinión pública, son ahora "el primer poder o comparten el puesto con el primer poder".
Tiene razón el periodista porque un cúmulo de circunstancias favorables han convertido a los medios de comunicación si no en el primer poder sí en el poder decisivo, el único con capacidad "desequilibrante", el que otorga o quita el predominio a los restantes poderes, hasta el punto de que es lícito afirmar que quien controle a los medios controlará el poder real.
La primera de esas circunstancias favorables es que el poder ejecutivo ha conseguido "domesticar" a los otros dos poderes básicos del Estado (legislativo y judicial) y se ha elevado como poder dominante en la democracia, algo que ha logrado a través de la estructura de los partidos políticos, que han infiltrado y dominado, desde dentro, a jueces y legisladores. Para mantener su estatus privilegiado, el poder ejecutivo ha fraguado alianzas sólidas con los medios de comunicación, a los que pretende dominar también suministrándole dinero, a través de la publicidad, y poder, por medio de un complejo entramado de influencias, alianzas, concesiones y mecanismos de apoyo mutuo.
El ejemplo más patente del funcionamiento de esos pactos entre gobiernos y medios fueron las recientes guerras libradas por Estados Unidos en Afganistan e Irak, presentadas por los medios como reacciones lógicas defensivas frente a los atentados de Nueva York y como intervenciones preventivas ante la existencia de armas de exterminio masivo, disfrazando así las múltiples facetas colonialistas de esos ataques de la primera potencia mundial a países marcados por la pobreza y el subdesarrollo.
Pero lo más grave y preocupante de la nueva situación es que tanto el predominio del ejecutivo sobre los demás poderes como las alianzas entre el ejecutivo y los medios de comunicación han transformado tanto las reglas del juego en las democracias que, en opinión de muchos autores, esa democracia, como fue concebida en los albores de la modernidad, ya no existe.
Lo que hoy nos gobierna y rige los destinos de más de la mitad del mundo, conocido como el sistema democrático, es en realidad una "partitocracia", en la que el poder, desequilibrado y sin control, es ejercido por el ejecutivo, a través de los partidos políticos que lo respaldan y por aquellos medios de comunicación sometidos o aliados.
Este sistema nos coloca ante una verdadera perversión de la democracia y frente a un universal engaño a los ciudadanos, muchos de los cuales siguen creyendo que controlan la situación a través de las urnas, cuando en realidad han perdido también su participación y dominio del sistema.
La otra gran conclusión que emana de la nueva situación es la duda de que el dominio del ejecutivo sea transitorio y la probabilidad de que nos encontremos frente a un poder mediático en alza que terminará por asumir el control total y por ejercer su capacidad real de poner o quitar gobiernos y de dominar a los restantes poderes a través del control de la opinión pública.
La última gran conclusión del nuevo "statu quo" es que el gran derrotado es el ciudadano, que ha perdido el protagonismo que le otorgaba la democracia, que ha sido abandonado por unos medios de comunicación que él mismo creó y doto de privilegios para controlar a los poderes del Estado y que ha sido expulsado del ejercicio de la política y despojado de su derecho al autogobierno por la alianza dominante del poder gubernamental, los partidos políticos que lo controlan todo y aquellos medios (por fortuna, no todos) que desinforman, manipulan y camuflan la realidad.
Tiene razón el periodista porque un cúmulo de circunstancias favorables han convertido a los medios de comunicación si no en el primer poder sí en el poder decisivo, el único con capacidad "desequilibrante", el que otorga o quita el predominio a los restantes poderes, hasta el punto de que es lícito afirmar que quien controle a los medios controlará el poder real.
La primera de esas circunstancias favorables es que el poder ejecutivo ha conseguido "domesticar" a los otros dos poderes básicos del Estado (legislativo y judicial) y se ha elevado como poder dominante en la democracia, algo que ha logrado a través de la estructura de los partidos políticos, que han infiltrado y dominado, desde dentro, a jueces y legisladores. Para mantener su estatus privilegiado, el poder ejecutivo ha fraguado alianzas sólidas con los medios de comunicación, a los que pretende dominar también suministrándole dinero, a través de la publicidad, y poder, por medio de un complejo entramado de influencias, alianzas, concesiones y mecanismos de apoyo mutuo.
El ejemplo más patente del funcionamiento de esos pactos entre gobiernos y medios fueron las recientes guerras libradas por Estados Unidos en Afganistan e Irak, presentadas por los medios como reacciones lógicas defensivas frente a los atentados de Nueva York y como intervenciones preventivas ante la existencia de armas de exterminio masivo, disfrazando así las múltiples facetas colonialistas de esos ataques de la primera potencia mundial a países marcados por la pobreza y el subdesarrollo.
Pero lo más grave y preocupante de la nueva situación es que tanto el predominio del ejecutivo sobre los demás poderes como las alianzas entre el ejecutivo y los medios de comunicación han transformado tanto las reglas del juego en las democracias que, en opinión de muchos autores, esa democracia, como fue concebida en los albores de la modernidad, ya no existe.
Lo que hoy nos gobierna y rige los destinos de más de la mitad del mundo, conocido como el sistema democrático, es en realidad una "partitocracia", en la que el poder, desequilibrado y sin control, es ejercido por el ejecutivo, a través de los partidos políticos que lo respaldan y por aquellos medios de comunicación sometidos o aliados.
Este sistema nos coloca ante una verdadera perversión de la democracia y frente a un universal engaño a los ciudadanos, muchos de los cuales siguen creyendo que controlan la situación a través de las urnas, cuando en realidad han perdido también su participación y dominio del sistema.
La otra gran conclusión que emana de la nueva situación es la duda de que el dominio del ejecutivo sea transitorio y la probabilidad de que nos encontremos frente a un poder mediático en alza que terminará por asumir el control total y por ejercer su capacidad real de poner o quitar gobiernos y de dominar a los restantes poderes a través del control de la opinión pública.
La última gran conclusión del nuevo "statu quo" es que el gran derrotado es el ciudadano, que ha perdido el protagonismo que le otorgaba la democracia, que ha sido abandonado por unos medios de comunicación que él mismo creó y doto de privilegios para controlar a los poderes del Estado y que ha sido expulsado del ejercicio de la política y despojado de su derecho al autogobierno por la alianza dominante del poder gubernamental, los partidos políticos que lo controlan todo y aquellos medios (por fortuna, no todos) que desinforman, manipulan y camuflan la realidad.
Domingo 01 Octubre 2006
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