Putin cambia el vino español por el chileno pero lleva a Rusia a su funeral
Fiel a su historia y a sus tradiciones, las medidas de retorsión de Rusia contra los países occidentales que han decretado sanciones contra los intereses del Kremlin son asimétricas. Frente a prohibiciones financieras y de exportar tecnología por parte de la UE, suspensión total o reducción de importaciones agrícolas europeas. Ya se ha avanzado parte de la ‘lista negra’, que afecta al vino, fruta y embutidos españoles.
La agencia rusa de seguridad veterinaria y alimentaria, Rosselkhoznadzor, anunció poco después del decreto firmado por el presidente Putin, que este jueves por la tarde haría público el catálogo de productos cuya importación se prohíbe durante un año. O menos, porque la liturgia diplomática rusa incluye siempre el palo y la zanahoria: la orden se puede revocar si se dan las condiciones. Es un incentivo a EEUU y a la UE para no hacerse daño mutuamente, pero también es una válvula de escape en caso de que se dispare la inflación o el aprovisionamento escasee en los mercados rusos.
La orden de Putin se colgó en la web del Kremlin a las 18:50 de la tarde, hora de Moscú, dos horas menos aquí. Y de madrugada, la agencia RIA Novosti ha facilitado la lista de países que han impuesto sanciones a Rusia, y las importaciones de cada uno de ellos. El adelanto de la ‘lista negra’ va desde la carne de pollo de EEUU, las galletas danesas y las flores holandesas a las patatas lituanas, la cerveza checa, la pasta italiana y el pescado danés.
También anunció Rosselkhoznadzor que este jueves se tomarían medidas para sustituir esos y todos los demás productos afectados por la prohibición. Que se habían concertado reuniones con los embajadores de Brasil, Ecuador y Chile y con el encargado de negocios de Argentina. Serán los más beneficiados por la guerra comercial que se ha desatado con motivo del follón en Ucrania.
¿Y España? Esto es lo que cuenta RIA Novosti: “Los principales productos importados de España incluyen carne congelada y subproductos, frutas, alimentos crudos y semipreparados, cítricos, aceitunas y aceite de oliva. Extrañamente, o por despiste, no menciona el vino.
Pero los lectores de la prensa moscovita no lo olvidan, como demuestra un intercambio de opiniones al pie de la información. Yevgueni dice: “Nunca he probado carne de América del Sur. Pero respecto a mi familia, compramos carne fresca de granjas locales rusas y bebemos vino italiano y español”. Le replica Adrian: “Quizás deberías probar el vino chileno”. Y de nuevo Yevgueny: “Claro que lo he probado. Hay mucho vino chileno en los supermercados. Pero prefiero el vino italiano y el español. No sé por qué. Tal vez no tengamos un buen vino chileno a un precio razonable”.
La escalada de Putin en respuesta a las sanciones occidentales, que a su vez son una respuesta al apoyo del Kremlin a los insurgentes del este de Ucrania, no le va a llevar a ninguna parte, según los analistas conocedores de las interioridades de la política y la economía rusa. Por un lado, con una inflación del 7,5%, subirá aún más si hay desabastecimiento. Por otro, los bancos y empresas rusas ya tienen cortado el grifo de liquidez y el coste de la deuda ha subido al 9,7%. Y la gente de la calle ya siente los efectos de este choque, con los 50.000 viajeros que se han quedado tirados en Europa por la quiebra de agencias de viaje rusas.
Bueno, tal vez le lleve a algún sitio. Ambrose Evans-Pritchard cuenta en The Daily Telegraph que Putin se ha ofuscado, porque ni Europa no es el rival a batir ni los ucranianos van a aceptar ahora el diktat del Kremlin, aunque invada el país. Desde la anexión de Crimea, Putin ha perdido la batalla de la popularidad en la antigua Kievan Rus, paradójicamente el origen de Rusia. Todo lo que ha hecho el presidente ruso es entregarse a China, operación que sólo tiene un final posible: el vasallaje de Moscú ante Pekín. El mismo artículo cita a Alexander Koj, un antiguo gerifalte ruso: “Estamos siendo testigos del funeral de Rusia”.
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