El lobby y una correlación de fuerzas desproporcionada
Nueva York es una fiesta. Una masa colorida y festiva recorre las calles aledañas a la Quinta Avenida. Banderas multicolores acompañan la gran movilización, pero no es una marcha de repudio al capital especulativo internacional es, simplemente, el festejo del día del Orgullo Gay.
Es imposible calcular quiénes de todos ellos, los que desfilan y los que miran, tienen alguna idea de lo que ocurre en los tribunales, en la ONU y ahora en la OEA sobre la disputa que mantiene la Argentina con los fondos buitre y las consecuencias que pueden acarrear si la balanza se inclina para uno y otro lado.
La correlación de fuerzas no es proporcional a pesar de que se trate de un minúsculo grupo de bonistas contra un Estado nacional. Han demostrado poder de injerencia y dominio en las decisiones judiciales. Es por ello que la constante búsqueda de respaldo internacional que realiza el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no debe detenerse y de allí la importancia de la reunión que hoy se realizará en la vieja y anquilosada Organización de Estados Americanos en Washington.
Todo sirve y todo aporta. Mal que le pese a los defensores argentinos de la justicia estadounidense, de la cual afirman que se trata de una institución independiente y traslúcida, lo cierto es que no difiere mucho de cualquier otro Poder Judicial. La derecha conservadora ha colonizado esos estrados y los fallos de Thomas Griesa bien valen como el botón de la muestra. Claro, siempre hay excepciones, tampoco es cuestión de generalizar.
Los fondos buitre son un sector poderoso y el lobby es una herramienta que no desprecian y usan con impresionante habilidad. Por caso, aquella semana previa a la decisión de la Corte de los EE UU que rechazó estudiar la apelación de la Argentina para evitar el fallo de Griesa, una delegación de diputados y senadores llegaron hasta capital estadounidense. Ese día, los encargados de la relaciones públicas habían hecho circular una información ante la prensa de Washington que los representantes del fondo NML se iban a reunir para mantener una conversación con los legisladores argentinos.
Para ello alquilaron uno de los principales bares de la ciudad y estuvo cerrado al público por este encuentro. ¿Era una muestra de buena voluntad de los buitres para con los argentinos? ¿Una señal de acercamiento? ¿O una demostración del poder que tienen los buitres? Pocos periodistas mordieron el anzuelo porque la reunión nunca se concretó. Es más, la delegación legislativa que había llegado a Washington para defender la posición del gobierno argentino ni siquiera se enteró del convite. Si algún periodista daba cuenta en sus publicaciones de esa supuesta reunión que nunca se concretó, hubiese obligado a los legisladores a una desmentida generando alguna sospecha o mal humor en el interior del gobierno nacional. Es un ejemplo pequeño, tonto quizá, pero esto es una guerra y quebrar internamente al enemigo puede favorecer el resultado final de la contienda.
Pero los experimentados fondos buitre no son los únicos que presionan por sus intereses. El gobierno de CFK también lo hace y de allí los respaldos del gobierno de Barak Obama, de Brasil, México, Brasil, Francia y hasta del FMI. ¿Habrán influenciado todos estos respaldos, a la sazón casi casi como una selección importante de gobiernos poderosos, en la actitud de Griesa del viernes pasado? Ese día todos los periodistas que presenciamos la audiencia apostábamos doble contra sencillo que el juez hundiría sus garras en la representación argentina. Pero fue ambiguo, no embargó los fondos depositados en el Bank of New York (BoNY), entidad que debe hacer efectivo el pago a los bonistas que ingresaron a la reestructuración. Esa mañana, el abogado del BoNY no disimuló su interés por saber qué hacer con esos millones de dólares. El juez no fue preciso pero le advirtió que el depósito realizado por la Argentina era ilegal. En pocas palabras (a lo argentino) fue como un "tené cuidado con lo que hacés". Y el BoNY, se sabe, es una entidad de EE UU.
Ya se dijo que Griesa no cerró la puerta, tal vez la entornó un poco pero eso es mucho en este complejo asunto. Es más, insistió en que las partes vuelvan a reunirse con el mediador designado, Daniel Pollack. El special master, como se denomina, estuvo presente en la audiencia del viernes. Ocupó un escritorio pequeño ubicado a la derecha de Griesa. Siguió con atención las exposiciones de los abogados pero también tuvo un momento de sopor, que habrá durado unos cinco minutos, donde le fue imposible mantener los ojos abiertos y el cabeceo fue constante.
El gobierno de CFK es muy celoso del plan que tienen para esta situación. En Nueva York el ministro de Economía, Axel Kicillof, no disimuló que su intención no era hacer prensa y se mantuvo distante de los periodistas. Se entiende, la situación es delicada como para andar anticipando las jugadas. Sin embargo, el depósito de los 539 millones de dólares y la indisimulable curiosidad del abogado de los bonistas europeos durante la audiencia de Griesa, cuando sin éxito pretendió saber si el juez consideraba que tenía jurisdicción sobre los bancos del viejo continente, permiten sospechar que se está tanteando un escenario alternativo alejado de las garras de Griesa.
La batalla que lleva adelante el gobierno de CFK y su resultado no sólo beneficiará o perjudicará a la sociedad argentina. Lo bueno o lo malo salpicará al resto del mundo y a partir de allí es que se pueden entender las muestras de solidaridad de algunos que bien podrían estar del lado de los buitres, como el FMI, porque lo que estaría provocando el fallo de Griesa es un impulso a un nuevo orden financiero internacional donde el capital especulativo se transformaría en el mandamás por encima de todas estas instituciones multilaterales de crédito y hasta de gobiernos.
Los buitres, ya se sabe, carecen de patria, bandera y escrúpulos. Es por ello que durante estos días de reuniones en la ONU, sobre todo en el marco del G77+China, mucho se habló de la necesidad imperiosa de ponerle un límite a los fondos especulativos a través del Derecho Internacional.
Son varios los frentes que se deben atender pero así son estas guerras donde unos pocos ricos, muy ricos, extremadamente ricos, han probado que pueden ir más allá de los límites que ponen los Estados y por eso la tarea de los gobiernos que defienden los intereses generales de las sociedades tienen el desafío de imponerles un "no pasarán" porque las consecuencias no serán sólo negativas.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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