Universidades confesionales
POR EL PROFESOR Hernán Corral Talciani
En el contexto del debate por la educación, se dejan oír algunas voces que sostienen que las Universidades confesionales deben ser excluidas de los recursos que el Estado destina a apoyar el sistema. Con la expresión "confesionales" se alude a las Universidades católicas, sin que quede claro si se incluyen sólo las Universidades oficialmente católicas, es decir, las que pertenecen a la Iglesia (como las Pontificias Universidades Católicas de Chile y de Valparaíso o las diocesanas como la Universidad Católica del Norte, la Universidad Católica de Temuco o la Universidad de la Santísima Concepción), las que dependen de una orden religiosa (como la Universidad Cardenal Silva Henríquez de la orden salesiana, la Universidad Alberto Hurtado de la Compañía de Jesús o la Universidad Finis Terrae de los Legionarios de Cristo), o también aquellas que, sin pertenecer a la Iglesia, por libre decisión de sus organizadores se inspiran en la doctrina moral y social de la Iglesia (como la Universidad de los Andes, la Universidad Gabriela Mistral, la Universidad Santo Tomás).
¿Cuál sería la razón para negar el acceso a los fondos públicos a estas instituciones? Se dice que en ellas no servirían al interés público y representarían una forma de proselitismo en favor de las ideas católicas. Si esto fuera así, habría que ampliar el criterio de exclusión ya que tan confesionales como las universidades católicas o de inspiración católica, son otras que adhieren a otro credo religioso, como la Universidad Adventista de Chile, que declara explícitamente que "tiene por misión la entrega de una educación fundamentada en principios y valores cristianos que se desprenden de las Sagradas Escrituras y de la filosofía de la educación adventista"; o a doctrinas carácter masónico, como la Universidad de la República, que exige que sus alumnos adhieran durante su primer año "a algunas de las ideas o movimientos que tienen preocupación especial por construir la nueva república del futuro".
De este modo el ámbito de las Universidades no confesionales se va estrechando. Sólo lo serían aquellas que no adscriben explícitamente ni a un credo religioso ni a una filosofía concreta y que se declaren neutrales frente a toda posición moral, política o ideológica. Pero, ¿pueden existir estas Universidades asépticas y prescindentes de toda concepción ético-filosófica? De las declaraciones que ellas mismas hacen en sus páginas web, podemos comprobar que incluso instituciones que hacen gala de liberalismo y neutralidad ideológica, asumen también un conjunto de principios como fundantes de su accionar. La Universidad Diego Portales, en sus estatutos, señala que es misión suya "contribuir al desarrollo espiritual y cultural del país, de acuerdo con los valores de su tradición histórica"; la UNIACC apunta que "aspira a ser referente en la formación de profesionales universitarios que releven la importancia de la comunicación humana como elemento esencial de los procesos de crecimiento y desarrollo del individuo y la sociedad… sustentada en una concepción integral de la persona humana, su bienestar y desarrollo social, fundado en principios y valores éticos compartidos"; la Universidad Adolfo Ibáñez expone así su ideario: "Nuestro compromiso con la libertad se traduce en una formación que promueve la autonomía de las personas para adoptar sus propias decisiones en forma responsable, asumiendo las consecuencias de sus acciones y juicios, para responder, con pleno respeto a las ideas divergentes, de manera racional y éticamente fundada". Luego, todas universidades hacen "confesión" de ciertos valores o principios en los que justifican su existencia y perfilan su labor formativa; son también "confesionales", tanto –o a veces más– que las católicas o de inspiración cristiana.
Se dirá que quedan fuera las Universidades del Estado que no podrían adoptar una particular visión moral o valórica. No es así: la Universidad de Chile declara que en su seno "se valora la actitud reflexiva, dialogante y crítica; equidad y valoración del mérito en ingreso, promoción y egreso; la formación de personas con sentido ético, cívico y de solidaridad social; el respeto a personas y bienes; el compromiso con la institución; la integración y desarrollo equilibrado de sus funciones universitarias, y el fomento del diálogo y la interacción entre las disciplinas que cultiva". Universidades de provincia incluyen el desarrollo regional dentro de sus principios: la Universidad de Valparaíso deja constancia, además, de un verdadero credo moral: "Los valores que la inspiran son la participación, la solidaridad, la equidad, la libertad, el pluralismo, el pensamiento crítico y el respeto a la diversidad".
Concluimos: todas las Universidades son "confesionales" y ello no sorprende porque cualquier comunidad que se propone formar personas debe elegir una óptica valórica o ética. Lo contrario es utópico o sencillamente mentiroso. Cuando se pide que el Estado no apoye con recursos públicos a las Universidades "confesionales", lo que se pretende en verdad es excluir aquellas que se orientan por una confesión con la que no se comulga para pedir que se prefiera aquella que sí se comparte. Difícil encontrar una forma de discriminación más arbitraria.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en el Blog del autor, http://corraltalciani.wordpress.com.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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