Llamado al diálogo para iniciar búsqueda de acuerdos con la oposición terminó fracasando
El fallido intento de Piñera para mejorar el enrarecido clima político
Lejos de mejorar, con los gestos presidenciales como la reunión con todos los timoneles de los partidos, el ambiente ha terminado más crispado que antes.
Por Blanca Arthur
Cuando el presidente Sebastián Piñera debió realizar el aterrizaje forzoso en La Moneda en medio de un clima que él mismo calificó de enrarecido, lo hizo aferrado al diagnóstico que tiene hace tiempo para explicarse los problemas del gobierno.
En su mirada -como lo reiteró sin dubitaciones- lo que ocurre es que el país marcha bien, pero la política es la que está mal.
Era ésta, entonces, la que debía cambiar.
Con esa certeza, decidió emprender una arremetida personal tendiente a modificar un panorama que parecía escalar peligrosamente hacia una crisis.
Fue entonces cuando, pese a reconocer que el gobierno no podía deslindar su responsabilidad, optó no por cambiar a su gabinete - como se le sugería desde distintos sectores- pero sí conminó a su equipo de palacio a mejorar la gestión, comenzando por encargarle al titular de Interior, Rodrigo Hinzpeter, que asumiera con propiedad la conducción política.
Pero desde la perspectiva presidencial, dicho reconocimiento, en ningún caso liberaba de la principal culpa a los partidos, tesis que planteó primero a los dirigentes de su coalición, la que refrendó luego ante la UDI.
La necesidad de cambiar el clima político fue, también, el tema principal de un consejo de gabinete que citó para este efecto, donde se planteó con especial énfasis la importancia de abrir espacios de diálogo para generar grandes acuerdos.
Es que, partiendo del supuesto que si no se modificaban las relaciones con la oposición cualquier esfuerzo carecería de sentido, la gran apuesta presidencial fue el llamado a todos los presidentes de los partidos políticos a sumarse al esfuerzo de mejorar la política, lo que concretó invitándolos a almorzar a La Moneda.
Pero como admiten en todo el mundo político, no sólo este encuentro, sino que ninguno de los gestos realizados por Piñera han conseguido cambiar ese clima enrarecido.
La prueba es que desde que comenzó a dar sus pasos con el propósito de mejorar la situación política, ésta no ha mejorado, sino por el contrario.
El fracasado almuerzo
Lo más sintomático ha sido que el almuerzo en que participaron los presidentes de los partidos de la coalición oficialista, más el representante del PRI, y los cuatro de la Concertación, en lugar de lograr el acercamiento que se esperaba, generó un estado de tensión peor al que existía antes.
La seguidilla de recriminaciones que siguieron al encuentro, dio cuenta de que, a lo menos, el ambiente no estaba preparado para que éste diera pie al inicio de un diálogo político en torno a una agenda compartida.
Desde La Moneda, admiten que el principal error fue, precisamente, el que cuestionaron algunos de los dirigentes concertacionistas, en el sentido de que el Presidente no llegó con una propuesta concreta que pudiera ser la base para debatir. Lejos de eso, prácticamente se limitó a reiterar la necesidad de cambiar el clima político sobre la base de generar acuerdos en los grandes temas.
Lo que sorprende, es que en el gobierno tenían claro que la Concertación plantearía condicionar cualquier posibilidad de entendimiento a que se incorporaran en la agenda importantes reformas políticas, como el cambio al sistema binominal o al financiamiento de los partidos –entre otros- con el argumento que sin ellas era imposible mejorar la calidad de la política.
Fue ese tema, al final, la piedra de tope. Porque aun cuando en la oposición aluden a que esperaban tener cierta acogida, sobre todo porque el mismo Piñera no había desestimado un planteamiento en esa línea hecho por las bancadas de diputados, en la cita simplemente el tema no lo consideró.
Es cierto que en el comité político horas antes, la UDI -recién empoderada tras el golpe de Longueira- había manifestado que no estaba disponible para dichas reformas políticas, pero incluso desde ese partido, indican que ello no necesariamente era un impedimento para que el Presidente, o bien sus ministros, manejaran la situación mostrándose al menos abiertos a tratarlas más adelante.
Con la ausencia de propuestas concretas, más el rechazo a acoger la condición opositora, el desencuentro que se produjo fue tal, que les permitió a los presidentes de la Concertación no sólo declararse decepcionados, sino cuestionar la intención de la cita que llegaron a calificar de "tongo".
Fue en ese momento cuando, a instancias de un molesto Piñera, la ministra Ena von Baer debió entregar la versión de La Moneda, la que apuntó a que el problema fue que, mientras el interés de la Concertación se centró en los temas que les preocupan a los políticos, el gobierno priorizó aquellos que buscan mejorar la calidad de vida de los chilenos.
Bastaron las palabras de la vocera para que se armara la gresca, porque mientras desde el oficialismo las justificaron diciendo que la Concertación sólo buscó pretextos para rechazar el diálogo, los líderes opositores pedían que se retractara, porque sus dichos eran una interpretación que no correspondía a la realidad.
Fin del diálogo
Complicado por un escenario completamente contrario a sus expectativas, Piñera -cuidándose de no desmentir a su ministra- planteó que, pese a las diferencias respecto a las prioridades, esperaba que el diálogo al que ha llamado, lograra resultados.
Pero es precisamente la duda que está completamente abierta.
En primer lugar, porque pese a su intención de empoderar a su equipo político, el Presidente no parece haberles dado el espacio o las atribuciones necesarias, al punto que en el mentado almuerzo, ni Hinzpeter, ni el titular de la Presidencia, Cristián Larroulet, abrieron la boca, mientras tampoco se ha definido con la necesaria claridad la agenda que el ministro del Interior debería priorizar en su nuevo papel de conductor político en el Congreso, donde se ha limitado a recoger las aprensiones del oficialismo, que le ha transmitido al titular de Hacienda, especialmente las relacionadas con el 7% de los jubilados.
Es que la arremetida de Piñera topa, justamente, con que no ha establecido aquellos temas que pretende concordar, que es la primera condición para iniciar un diálogo. Tanto es así que cuando hizo su llamado público a todos los partidos, postuló que debían buscarse "grandes acuerdos" en torno a una "agenda poderosa", donde mencionó todas las reformas que se ha planteado para su gestión, desde crecimiento, educación, salud, hasta energía.
Conscientes de que con este panorama no existe diálogo posible, los senadores de la coalición le plantearon a Hinzpeter la necesidad de definir las prioridades e incluso restringir al máximo la agenda legislativa, de manera de sortear a así los desencuentros con la Concertación.
Como a ellos les toca más directamente el trato con sus pares, los parlamentarios tienen claro que en la oposición no existe el ánimo de buscar acuerdos como espera el Presidente, lo que de hecho reconocieron implícitamente los presidentes de los partidos en La Moneda, cuando plantearon que cualquier diálogo o negociación debía realizarse en el Congreso.
En otras palabras, con ello confirmaron que, más allá de sus propias intenciones, no cuentan con el piso necesario para decidir, situación que fue ratificada en la DC, donde tanto el consejo, como los parlamentarios, notificaron a su presidente, senador Ignacio Walker, que no podía actuar al margen de las decisiones del resto del partido.
Esta realidad, que con distintos matices se repite en las demás colectividades opositoras, da cuenta de que se ha ido imponiendo la tesis más dura, donde el supuesto es que aun cuando ellos no ganan nada con el clima de confrontación, los acuerdos con el gobierno sólo tienden a solucionarles los problemas a éste.
Como se supone que ésa será la postura que imperará en la cita que la Concertación tendrá el martes para definir las relaciones con el gobierno, todo indica que difícilmente el diálogo con la oposición, sea el camino por el cual Piñera logre cumplir sus expectativas.
Es por eso que, incluso desde La Moneda, se plantea que frente al diagnóstico presidencial de que el país está bien, lo único que no puede ocurrir, son intentos con el propósito de mejorar el clima político que terminan siendo fallidos por problemas de improvisación.
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN .
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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