La era de la liberalización financiera terminó y no está claro lo que vendrá
Financial Times
Hoy iniciamos una nueva serie de Financial Times. La crisis de crédito ha destruido la fe en la ideología de libre mercado que ha dominado el pensamiento económico occidental por una generación. ¿Pero qué puede (y debería) reemplazarlo? En las próximas semanas conduciremos un debate amplio sobre este tema político dominante.
Por Martin Wolf
Otro dios ideológico cayó. De repente, las premisas que dominaron la política internacional y las públicas parecen tan anticuadas como el socialismo revolucionario. "Las palabras más aterradoras en el idioma inglés son: 'soy del gobierno y estoy aquí para ayudar'", dijo en su momento el ex presidente Ronald Reagan, héroe del conservadurismo estadounidense. Este comentario suena a historia antigua ahora, cuando los gobiernos invierten miles de millones de dólares y euros en los sistemas financieros.
"El gobierno es malo: los mercados desregulados son buenos": ¿cómo puede esta doctrina salir ilesa después que Alan Greenspan, banquero central dominante en la era de la desestatización, dijera en su testimonio ante el Congreso de Estados Unidos, en octubre último, que estaba "en estado de conmocionada incredulidad" ante la incapacidad del "interés propio de las principales instituciones de proteger el capital de los accionistas"?
En Occidente, la ideología promercado de las tres últimas décadas fue una reacción a lo que se percibió como el fracaso de la economía mixta Estado y sector privado del modelo keynesiano, de las décadas de los '50, '60 y '70. El avance hacia el mercado se asocia con el triunfo electoral de Reagan en EE.UU., en 1980, y la asunción de Margaret Thatcher como primera ministra de Gran Bretaña, un año antes. De importancia similar fue el papel de Paul Volcker, entonces presidente de la Reserva Federal, a la hora de terminar con la inflación.
Sin embargo, otros eventos más grandes influenciaron la época: el vuelco de China de la economía planificada al mercado bajo Deng Xiaoping y el colapso del comunismo soviético entre 1989 y 1991. La muerte de la planificación centralizada, el fin de la Guerra Fría y, sobre todo, el ingreso de miles de millones de nuevos participantes en una economía mundial que se globalizó rápidamente fueron los puntos fuertes de esta era.
Ahora, ante una enorme crisis financiera global y un bajón sincronizado de la actividad económica, el mundo vuelve a cambiar. El sistema financiero es el cerebro de la economía de mercado. ¿Si hace falta un rescate tan caro, que queda del rechazo de Reagan a los gobiernos? ¿Si el sistema financiero falló, que queda de la confianza en los mercados?
Es imposible, en un punto de inflexión como este, saber hacia dónde vamos. En los caóticos años 70, pocos imaginaron que en la época siguiente se dominaría la inflación y se vería la muerte del comunismo. Lo que ocurra ahora depende de decisiones que aún no se han tomado y de conmociones desconocidas. Pero puede decirse que la combinación de un colapso financiero con una enorme recesión, si no se llega a algo peor, seguramente cambiará el mundo. La legitimidad del mercado se debilitará; la credibilidad de EE.UU. quedará perjudicada, la autoridad de China crecerá; la propia globalización podría irse a pique. Estos son tiempos de gran agitación.
Entre las consecuencias posibles de este shock figuran: enormes y prolongados déficits fiscales en países con grandes déficits externos, que tratarán de sostener la demanda; una recesión mundial prolongada; un brutal ajuste de la balanza de pagos global; un colapso del dólar; inflación en brusco aumento y la vuelta al proteccionismo. Seguramente, la transformación será más profunda en el propio sector financiero. La idea de que las finanzas modernas y sofisticadas podían transferir el riesgo hacia aquellos que estaban en mejores condiciones para gestionarlo ha fracasado. En cambio, el paradigma es que el riesgo ha sido transferido hacia los que tenían menos capacidad de comprenderlo.
Un resultado probable de lo ocurrido en los últimos 18 meses será una mayor disposición por parte de los gobiernos a proteger a las compañías de los accionistas con mayor nivel de activismo, como los fondos de cobertura y los de capital privado. A medida que un sector financiero defectuoso pierda credibilidad, quedará dañada también la legitimidad del proceso del mercado. Esto es particularmente cierto en el caso del enfoque asociado al modelo denominado anglosajón.
También es probable que haya grandes cambios en materia de política monetaria. Con las tasas de interés cerca de cero, la distinción entre política monetaria y política fiscal desaparece. Más fundamental es el desafío a la decisión de ignorar los precios de los activos a la hora de fijar la política monetaria.
La era de la liberalización financiera ha terminado. Pero, a diferencia de lo que ocurría en la década del '30, no hay una alternativa a la economía de mercado que tenga credibilidad. "Tengo la sensación de que ya no estoy en Kansas", dijo Dorothy después que un tornado la dejara caer en la tierra de Oz. El mundo de las tres últimas décadas se ha ido, y nos toca ahora tratar de determinar dónde terminaremos tras este tornado financiero.
Las semillas de su
propia destrucción
¿Cómo llegó el mundo a la situación actual? Una parte importante de la respuesta a esta pregunta radica en que la era de la liberalización contenía las semillas de su propia destrucción: este ha sido también un período de enorme crecimiento en la escala y rentabilidad del sector financiero; de innovación frenética en el área de las finanzas; de crecimiento global con desequilibrios macroeconómicos; de niveles descomunales de endeudamiento en los hogares, y de grandes burbujas en los precios de los activos.
Por ejemplo, en Estados Unidos, corazón de la economía de mercado y epicentro de la tormenta actual, la deuda agregada del sector financiero trepó de 22% del Producto Interno Bruto (PIB), en 1981, a 117% del PIB en el tercer trimestre de 2008. En el Reino Unido, donde la dependencia de la actividad financiera es grande, la deuda bruta de este sector ha llegado a casi 250% del PIB.
Mientras tanto, la banca innovaba sin cesar. Warren Buffett, el multimillonario inversor estadounidense, describió a los derivados como "armas financieras de destrucción masiva". Quedó probado que, por lo menos en parte, tenía razón. En esta década emergió un "sistema financiero en las sombras" y la banca tradicional fue en general reemplazada por un modelo de "originar y distribuir" a través de la securitización, del que surgió, por ejemplo, la deuda colateralizada. Este modelo estalló en 2007
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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