29 enero, 2009 - Lluís Bassets
Otro Davos es posible, y además existe
Hay dos Davos. La cumbre elitista de la opulencia global, del pensamiento único y de la política inútil es el más conocido y denostado, el que suscita manifestaciones y juicios adversos y a la postre la organización de foros alternativos. Pero hay otro Davos, algo más discreto pero infinitamente más vibrante y vital, mucho más inventivo e inteligente, en el que hay científicos, pequeños empresarios, intelectuales e incluso organizadores sociales. Este Davos, hay que decirlo, merece la pena, incluso en este año de depresión y desorientación del Davos convencional debido a la recesión mundial que se nos ha caido encima. Ayer por la noche y esta mañana he podido hacer una pequeña incursión a esta cumbre que es realmente el paraíso para la curiosidad periodística.
Después de esuchar ayer a Putin tenía marcado en mi agenda una cena con un título curioso: "El poder para el pueblo. La política en la era de Internet". El primer ministro ruso había ofrecido una imagen más suave, menos arisca, de los acostumbrado. Todos vamos en el mismo barco. Como Wen Jiabao, el responsable ruso se ofrece a Obama para reorganizar el mundo. Lanzó menos dardos de lo acostumbrado y se permitió criticar a los gobiernos intervencionistas que aprovechan la crisis para intensificar su manoseo sobre la economía. También le dio un corte al presidente de Dell que se ofreció a Rusia para ayudarla en el desarrollo informático: Rusia no necesita ayuda de ningún tipo, aseguró.
El contraste era fuerte. Después de la exhibición de modos convencionales de la tarde, por la noche me encontré con un debate riquísimo sobre el uso de las tecnologías en las campañas electorales y en las nuevas formas de hacer política. El centro del debate fue, como no podía ser de otra forma, Barack Obama y su cambio, que no es únicamente político sino integral, de formas, de generación, y de tecnología. Entre los ponentes, Arianna Huffington, la bloguera nortamericana más famosa, Moises Naim, director de Foreign Policy y columnista en El País e Irene Khan, la secretaria general de Amnistía Internacional.
No puedo hacer ahora un resumen completo de la discusión, pero sí señalaré algunas de las ideas más impactantes. Las nuevas formas de participación que permite la tecnología producen un efecto sobre las instituciones similar a los movimientos juveniles del 68. Regresa la idea de que es posible una cierta forma de participación democrática directa, un regreso al ágora ateniense (esto le gustó especialmente a Arianna, que nació en Atenas). Los ciudadanos son productores de información, no consumidores pasivos, algo que debe conducir a una seria reflexión a los periodistas. Hay también interrogantes sobre esta evolución: la democracia representativa exige partidos políticos; mejorar la conversación democrática y la transparencia no debe significar un modelo de relación directa entre el líder y los ciudadanos: siempre es sospechoso y preocupante.
Enlaza este debate con el que acaba de terminar ahora y que he ido siguiendo entwitter mientras estaba físicamente en otros debates. Hay enviados especiales que están twiteando, reporteando online, a través de este fantástico soporte: una especie de sms de 15 palabras que se difunde en red (recomiendo a quien no lo haya experimentado que no tarde en conocerlo). Es peligroso el mundo de la multitarea y de la multiatención, pero Davos lo exige. Mientras estaba en el Laboratorio de Ideas del MIT y luego en la conferencia de prensa de Ban Kimoon sobre Gaza, se producía un fantástico debate sobre el futuro de la prensa escrita en el que participaban Steve Forbes o Lionel Barber. Hay que decir que aquí están todas las alarmas en rojo. Se van a perder puestos de trabajo a montones y va a empezar una transición llena de dudas y temores.
Reproduzco algunos "nanoreportajes" Justo de hace una hora: "Jarvis: Si no cambiamos el periodismo habrá que dejarlo en el museo". "Forbes: la gente quiere saber qué significan las noticias. Pagarán más por noticias que no sean una mera commodity". El tema central es cómo financiar el periodismo de calidad. Parece que hay consenso sobre su futuro, pero no tanto sobre cómo financiar la excelencia. Hay quien piensa en fundaciones, en periodismo sin publicidad ni beneficios. El debate está abierto y Davos, como casi siempre, toca los puntos más sensibles de nuestra sociedad cambiante. Seguiremos: me gustaría contar los extraordinarios inventos del MIT en medicina y la situación trágica que atraviesa Gaza y que el secretario general de NNUU quiere paliar con un plan de inversiones especial. Veremos si me alcanza el tiempo.
Rodrigo González Fernández
DIOPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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