ERNESTO VIDELA CIFUENTES
La región volvió a tensionarse; "suenan las trompetas de guerra", dijo el ahora articulista Fidel Castro. Más que una realidad, sus expresiones parecieron casi un deseo, porque el incidente entre Colombia y Ecuador, si bien afectó principios básicos del derecho internacional, en ningún caso puso en riesgo la paz entre ambos estados. Tal es así, que nadie intentó siquiera convocar al Órgano de Consulta de la OEA, porque lo considerara un problema de "carácter urgente" como dice la Carta (art. 59) o un caso que pudiera "caracterizarse como de agresión", según lo establece el Tratado de Asistencia Recíproca (art. 9°). El único que pareciera haber intentado artificialmente llegar más lejos fue justamente el otro comandante, Chávez, quien advirtió que un acto similar en su país sería considerado casus belli y mandó públicamente desplazar a sus FF.AA. a la frontera. Por el contrario, los directamente involucrados observaron prudencia y acordaron una salida diplomática al incidente.
Desde hace algunas horas, la crispación se ha disuelto en abrazos y hay restablecimiento de vínculos personales y lazos diplomáticos en el marco de la reunión del Grupo de Río.
Sin embargo, más allá del tema de la violación de soberanía, convendría advertir que existe un problema más serio que sí puede alterar la convivencia pacífica en la región. Las verdaderas "trompetas de guerra" de que habla Fidel son las de su experiencia revivida. La revolución cubana ha dado paso a la bolivariana; de la castrista se ha ido a la chavista. Agotado el apoyo que le daba la ex URSS, la primera iba en camino a la extinción, pero el petróleo venezolano permitió encender nuevamente las calderas para volver a intentar construir el "hombre nuevo". Como para los revolucionarios ésta es "inevitable" e "irreversible", el desplome del movimiento castrista en la región debía presentarse sólo como un "momento dialéctico" porque finalmente volvería con más fuerza.
El nuevo comandante que pasó a conducir la revolución marxista en la región usará las mismas armas de su antecesor -y lo consultará mientras viva- porque las directrices son las mismas. Como decía el Che Guevara: "El camino pacífico está eliminado y la violencia es inevitable. Para lograr regímenes socialistas habrá de correr ríos de sangre y debe continuarse la ruta de la liberación, aunque sea a costa de millones de víctimas atómicas". Esto fue lo que sufrió muchos años la región y hoy se anuncia nuevamente con "trompetas de guerra".
El nuevo conductor del movimiento revolucionario, cuya vulgaridad en el trato con sus pares no tiene límites, heredó la red que su antecesor labró por años en la región y hoy sólo la tiene que revitalizar con recursos económicos. La mejor demostración de este fenómeno la constatamos en nuestro país con la marcha que hizo la juventud "frentista" gritando consignas en homenaje a Raúl Reyes, el terrorista de las FARC muerto y considerado héroe.
El comandante chavista tiene ventajas evidentes sobre el castrista, porque, aunque no lo supera en inteligencia, es más peligroso, entre otras, por estas razones:
-Tiene autonomía económica y, por tanto, independencia para resolver políticamente conforme a su saber y entender.
-Con sus cuantiosos recursos está en condiciones de satisfacer las necesidades de su gente y, en consecuencia, controlar su difícil frente interno. Además, cuenta con el respaldo de las FF.AA.
-Sus recursos económicos movilizan en su favor los movimientos que existen en la región que adhieren a su estilo bolivariano de revolución marxista.
-No tiene la debilidad de la revolución castrista que se ahogó después de la falta de apoyo de la ex URSS por el bloqueo norteamericano. En este caso, por el contrario, EE.UU. -y muchas otras naciones- se abastecen del petróleo chavista.
A todo esto se agrega la simpatía -y adhesión en algunos casos- con que cuenta el comando venezolano de parte de gobiernos de la región, que le permiten impunemente esparcir su disfrazada revolución. Si la región no reacciona a tiempo, sonarán efectivamente, como dice Castro, las "campanas de la guerra" que tanto dolor provocaron con su proyecto totalizante sobre toda la región.
La historia se vuelve a repetir, porque la democracia de la que tanto nos enorgullecimos que había regresado a Latinoamérica dista de ser sólida y estable.
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Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RESPONSABILIDAD
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