El cardenal García-Gasco dice que la Iglesia "no quiere imponer nada a nadie, pero tampoco se calla ante quienes quieren imponerlo"
Redacción - 15/02/2008 Poniendo de manifiesto que la Iglesia propone y "no quiere imponer nada a nadie", el cardenal García-Gasco señala que "el Evangelio tampoco se calla ante quienes pretenden imponerlo todo". En su carta semanal, bajo el título de "Leyes justas y familia", se refiere a la familia y recuerda que "no es una institución cualquiera de la sociedad, sino su célula básica" advirtiendo, al mismo tiempo, que los cambios legales económicos que la perjudican, también son negativos para la sociedad.
El arzobispo de Valencia, cardenal Agustín García-Gasco, defiende en su carta de esta semana la necesidad de una legislación que favorezca la familia y llama a "exigir a los gobernantes el establecimiento de leyes justas, fundadas en la ley natural"
Cabe recordar que España es uno de los países con más baja natalidad de Europa, "un dato muy negativo con graves consecuencias en todas las esferas", apunta. De igual forma, señala que las leyes "que desdibujan el contorno y la definición de la familia acaban creando desconcierto, inseguridad e inestabilidad en la propia sociedad". "Por ello, -añade- las leyes que favorecen la desintegración unilateral y sin causa de la familia la privan de toda eficacia y estabilidad".
Para el cardenal García-Gasco, la existencia de la familia "es anterior a la de las Naciones, los Estados y las Comunidades". Ante esta realidad, la Iglesia "no se cansa de proclamar la relevancia fundamental de la familia en cada individuo, en la propia sociedad, y también en el desarrollo del futuro del mundo y de las relaciones internacionales".
Afirma, además, que "nadie puede extrañarse de la importancia esencial que la Iglesia concede a todo lo que afecte a la familia" porque "no se trata de moralismos, sino de defender la verdadera libertad: la que respeta siempre la dignidad humana". Así, destaca que el cristianismo "fortalece el matrimonio natural basado en el amor verdadero y en la dignidad de los contrayentes". Así, "la fidelidad, lejos de vivirse como una carga, se ve por las personas que se aman como un signo de donación total".
A este propósito, se refiere a la fórmula sacramental empleada al contraer matrimonio y precisa que "no es lo mismo casarse 'hasta que la muerte nos separe' que casarse 'hasta que me convenga'". En realidad, apunta que existe una "clara diferencia entre el amor pleno y vital con la mera conveniencia esporádica".
Al término de su carta, invita a las familias cristianas "para que se conviertan en ejemplo verdadero que ilumine a toda la sociedad sobre la grandeza de formar familias estables, generadoras de vida y de las que depende el futuro de la humanidad".
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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