Las tres grandes claves del magisterio de Benedicto XVI en Bioética
ROMA, viernes, 18 mayo 2007 (ZENIT.org).- Las cuestiones éticas que pivotan en torno a la vida humana tienen vínculo directo con la caridad, están al alcance de la razón humana y a su vez repercuten positiva o negativamente- en muchos ámbitos de la existencia: son las tres guías que orientan la enseñanza del Papa en Bioética
Así lo sintetizó el miércoles un experto en este campo, el padre Gonzalo Miranda, en la Embajada de España ante la Santa Sede, en el ciclo de conferencias-homenaje que celebra la sede diplomática con ocasión del 80º cumpleaños del Papa y de su segundo aniversario de elección a la sede petrina.
Profesor de Bioética del Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» de Roma, el sacerdote identifica tres grandes motivos que están caracterizando las aportaciones de Benedicto XVI a la Bioética
Cuestión de amar
«La caridad a favor de la vida humana» -la centralidad del amor, subrayada en su encíclica «Deus caritas est»-, es uno de ellos. Y es que muestra el Papa que, «partiendo del amor profundo a cada persona, es posible poner en acto formas eficaces de servicio a la vida», señala en padre Miranda.
Siguiendo la enseñanza papal, «es el amor el que nos lleva a acoger especialmente a los más débiles» -continúa-, al «respeto también por los niños», y esta capacidad de amar es válida igualmente en cuanto al embrión humano, quien «debería siempre nacer de un acto de amor», de forma que el amor está «en el origen del ser humano» y en la «capacidad de acogerle».
Entre las consecuencias de la falta de la capacidad de amar se encuentra el «invierno demográfico» del que alerta Benedicto XVI. «Hay familias recordó el especialista en Bioética haciéndose eco del Papa- que tienen miedo al hijo porque supone un espacio en la propia vida, y cuando se vive sólo para ganar vida, y no para darla, ni para dar espacio de la propia vida, se tiene miedo al hijo».
«Por eso el Papa se entusiasma y se alegra cuando constata la capacidad de amar, que ve especialmente en las madres, "le mamme"; lo dice así, en italiano» -recuerda-; de hecho, «en un encuentro en la diócesis de Roma con sacerdotes, les decía espontáneamente: "Cuando lleguen a casa digan a las mamás, simplemente, 'el Papa os da las gracias, os agradece porque habéis dado la vida, porque queréis ayudar a esta vida que crece y queréis construir así un mundo humano'"».
En este contexto, de acuerdo con el padre Gonzalo Miranda, «muchos de los problemas complejos y difíciles en los cuales interviene la ciencia, el derecho, la teología, la filosofía, muchos se iluminarían si supiéramos de verdad poner en el centro la capacidad de amar, de amar al otro, a todos, de cualquier condición, en cualquier circunstancia, nacidos o no nacidos».
Razón natural
En el campo de la Bioética otra clave de Benedicto XVI está «en su gran interés por la búsqueda de la verdad, su confianza en la razón y en la capacidad de que la razón se deje iluminar por la fe, por la Revelación».
El Papa «confía en la capacidad del hombre para encontrar la verdad, o al menos aspectos de la verdad sin que la pueda completar toda», apunta el sacerdote.
Por eso «subraya que la mayoría de los principios, de los conceptos que tienen que ver con la iluminación de los temas de Bioética son de mera razón natural -añade-, que no se requiere la fe, y que por lo tanto son susceptibles de ser entendidos y aceptados por toda persona que tenga y que quiera usar la razón para entender».
De ahí también que el Santo Padre aluda a la ley natural explica el padre Miranda- y al hecho de que «hoy en día muchas veces no se sea capaz de entender lo que la ley natural dice a la razón del hombre, de todo hombre, porque tenemos una visión deformada» de aquella.
Se la reduce «a los aspectos biológicos naturalísticos; se ha perdido la visión metafísica de la ley natural», «pero hay que recuperarla», por lo que el Papa invita a «hacer referencia a la ley natural como guía para iluminar con la razón muchos de los problemas que la Bioética afronta», indica el especialista.
Igualmente el Papa señala la necesidad de «sanar la enfermedad del escepticismo, del miedo a la verdad, de la desconfianza de la razón».
Y consciente de los límites del conocimiento humano recalca el profesor de Bioética-, el Santo Padre señala la importancia de «tener la capacidad, el valor, de tratar de ir más allá del mero dato científico; de ir al descubrimiento del misterio del hombre», porque «la ciencia, por más que progrese, y progresa, nunca resolverá completamente el problema de fondo de qué es el hombre».
A propósito de la razón, y de su capacidad, «el Papa insiste mucho en la necesidad de formar las conciencias» -advierte-, porque nuestra sociedad actual no se da cuenta de la enorme gravedad de problemas como «la difusión de una mentalidad eugenésica, de selección de embriones, o de su utilización para la investigación», por ejemplo.
Repercusiones y llamada a la acción
De particular importancia, en el examen de las cuestiones bioéticas, es la capacidad del Papa para ver conexiones entre elementos aparentemente independientes, vínculos que permiten apreciar «las eventuales o seguras consecuencias, incluso a largo plazo, de determinadas intervenciones en el campo de la Bioética», alerta el padre Miranda.
Es el caso -ejemplifica- de la profunda afectación de la familia por temas bioéticos: «en una sociedad en la que la familia se permite destruir [con el aborto] la vida que está surgiendo en el seno de la propia madre, y esto es legalmente aceptado, significa que la familia se está perdiendo en cuanto tal, «en cuanto el lugar en el cual se es capaz de acoger al otro simplemente porque es él, a la persona en cuanto persona».
Asimismo «Benedicto XVI pone en conexión algunos temas de Bioética con materias como la paz», por ejemplo señala el padre Miranda- alertando de que «sólo si se respeta la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, es posible y creíble también la ética de la paz, necesaria e importantísima».
«No somos creíbles cuando hablamos de paz y permitimos que un ser inocente en el seno de su madre o en un laboratorio pueda ser destruido impunemente», añade; más aún, dice el Papa que «no se puede pensar que una sociedad pueda combatir eficazmente el crimen cuando ella misma legaliza el delito en el ámbito de la vida naciente».
Considera el padre Miranda que son palabras fuertes que invitan «a todos a estar formados, y a los políticos a intervenir en defensa y promoción de la vida humana».
En este sentido, el Papa también se centra en dos expresiones para recordar que «hay valores que no son negociables -el derecho a la vida de todo ser humano, la familia fundada en el matrimonio y la libertad de educación de los hijos- y que hay bienes indisponibles, como el de la vida», apunta el especialista.
En conjunto, las exhortaciones papales si dirigen a que se tome conciencia «de estas realidades para actuar, cada uno desde sus posibilidades, sinceramente, a favor de estos valores», concluye.
Así lo sintetizó el miércoles un experto en este campo, el padre Gonzalo Miranda, en la Embajada de España ante la Santa Sede, en el ciclo de conferencias-homenaje que celebra la sede diplomática con ocasión del 80º cumpleaños del Papa y de su segundo aniversario de elección a la sede petrina.
Profesor de Bioética del Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» de Roma, el sacerdote identifica tres grandes motivos que están caracterizando las aportaciones de Benedicto XVI a la Bioética
Cuestión de amar
«La caridad a favor de la vida humana» -la centralidad del amor, subrayada en su encíclica «Deus caritas est»-, es uno de ellos. Y es que muestra el Papa que, «partiendo del amor profundo a cada persona, es posible poner en acto formas eficaces de servicio a la vida», señala en padre Miranda.
Siguiendo la enseñanza papal, «es el amor el que nos lleva a acoger especialmente a los más débiles» -continúa-, al «respeto también por los niños», y esta capacidad de amar es válida igualmente en cuanto al embrión humano, quien «debería siempre nacer de un acto de amor», de forma que el amor está «en el origen del ser humano» y en la «capacidad de acogerle».
Entre las consecuencias de la falta de la capacidad de amar se encuentra el «invierno demográfico» del que alerta Benedicto XVI. «Hay familias recordó el especialista en Bioética haciéndose eco del Papa- que tienen miedo al hijo porque supone un espacio en la propia vida, y cuando se vive sólo para ganar vida, y no para darla, ni para dar espacio de la propia vida, se tiene miedo al hijo».
«Por eso el Papa se entusiasma y se alegra cuando constata la capacidad de amar, que ve especialmente en las madres, "le mamme"; lo dice así, en italiano» -recuerda-; de hecho, «en un encuentro en la diócesis de Roma con sacerdotes, les decía espontáneamente: "Cuando lleguen a casa digan a las mamás, simplemente, 'el Papa os da las gracias, os agradece porque habéis dado la vida, porque queréis ayudar a esta vida que crece y queréis construir así un mundo humano'"».
En este contexto, de acuerdo con el padre Gonzalo Miranda, «muchos de los problemas complejos y difíciles en los cuales interviene la ciencia, el derecho, la teología, la filosofía, muchos se iluminarían si supiéramos de verdad poner en el centro la capacidad de amar, de amar al otro, a todos, de cualquier condición, en cualquier circunstancia, nacidos o no nacidos».
Razón natural
En el campo de la Bioética otra clave de Benedicto XVI está «en su gran interés por la búsqueda de la verdad, su confianza en la razón y en la capacidad de que la razón se deje iluminar por la fe, por la Revelación».
El Papa «confía en la capacidad del hombre para encontrar la verdad, o al menos aspectos de la verdad sin que la pueda completar toda», apunta el sacerdote.
Por eso «subraya que la mayoría de los principios, de los conceptos que tienen que ver con la iluminación de los temas de Bioética son de mera razón natural -añade-, que no se requiere la fe, y que por lo tanto son susceptibles de ser entendidos y aceptados por toda persona que tenga y que quiera usar la razón para entender».
De ahí también que el Santo Padre aluda a la ley natural explica el padre Miranda- y al hecho de que «hoy en día muchas veces no se sea capaz de entender lo que la ley natural dice a la razón del hombre, de todo hombre, porque tenemos una visión deformada» de aquella.
Se la reduce «a los aspectos biológicos naturalísticos; se ha perdido la visión metafísica de la ley natural», «pero hay que recuperarla», por lo que el Papa invita a «hacer referencia a la ley natural como guía para iluminar con la razón muchos de los problemas que la Bioética afronta», indica el especialista.
Igualmente el Papa señala la necesidad de «sanar la enfermedad del escepticismo, del miedo a la verdad, de la desconfianza de la razón».
Y consciente de los límites del conocimiento humano recalca el profesor de Bioética-, el Santo Padre señala la importancia de «tener la capacidad, el valor, de tratar de ir más allá del mero dato científico; de ir al descubrimiento del misterio del hombre», porque «la ciencia, por más que progrese, y progresa, nunca resolverá completamente el problema de fondo de qué es el hombre».
A propósito de la razón, y de su capacidad, «el Papa insiste mucho en la necesidad de formar las conciencias» -advierte-, porque nuestra sociedad actual no se da cuenta de la enorme gravedad de problemas como «la difusión de una mentalidad eugenésica, de selección de embriones, o de su utilización para la investigación», por ejemplo.
Repercusiones y llamada a la acción
De particular importancia, en el examen de las cuestiones bioéticas, es la capacidad del Papa para ver conexiones entre elementos aparentemente independientes, vínculos que permiten apreciar «las eventuales o seguras consecuencias, incluso a largo plazo, de determinadas intervenciones en el campo de la Bioética», alerta el padre Miranda.
Es el caso -ejemplifica- de la profunda afectación de la familia por temas bioéticos: «en una sociedad en la que la familia se permite destruir [con el aborto] la vida que está surgiendo en el seno de la propia madre, y esto es legalmente aceptado, significa que la familia se está perdiendo en cuanto tal, «en cuanto el lugar en el cual se es capaz de acoger al otro simplemente porque es él, a la persona en cuanto persona».
Asimismo «Benedicto XVI pone en conexión algunos temas de Bioética con materias como la paz», por ejemplo señala el padre Miranda- alertando de que «sólo si se respeta la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, es posible y creíble también la ética de la paz, necesaria e importantísima».
«No somos creíbles cuando hablamos de paz y permitimos que un ser inocente en el seno de su madre o en un laboratorio pueda ser destruido impunemente», añade; más aún, dice el Papa que «no se puede pensar que una sociedad pueda combatir eficazmente el crimen cuando ella misma legaliza el delito en el ámbito de la vida naciente».
Considera el padre Miranda que son palabras fuertes que invitan «a todos a estar formados, y a los políticos a intervenir en defensa y promoción de la vida humana».
En este sentido, el Papa también se centra en dos expresiones para recordar que «hay valores que no son negociables -el derecho a la vida de todo ser humano, la familia fundada en el matrimonio y la libertad de educación de los hijos- y que hay bienes indisponibles, como el de la vida», apunta el especialista.
En conjunto, las exhortaciones papales si dirigen a que se tome conciencia «de estas realidades para actuar, cada uno desde sus posibilidades, sinceramente, a favor de estos valores», concluye.
rodrigo gonzalez fernandez
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