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| Sergio I. Melnick |
Este es el año decisivo para Bachelet y lamentablemente ha empezado, ya por segunda vez, muy re mal. Le queda muy poco tiempo efectivo para gobernar. Eso significa que necesariamente debe reaccionar con gran audacia, si no quiere pasar a la historia como un gran "bluff", justo cuando se dieron las mejores condiciones posibles para el país. De ser así, perdemos todos.
Lo primero que necesita es un evento significativo que le permita tomar la iniciativa, ya que hasta aquí básicamente ha sido reaccionaria. Va siempre improvisando detrás de las situaciones.
Este evento claramente puede ser un cambio radical de gabinete, acompañado de la apertura de un diálogo constructivo y fecundo con la Oposición, mientras ordena su frente interno en la Concertación, que está al borde del colapso.
Conjuntamente, creo, debe hacer un mea culpa sincero de sus numerosos errores y dejar de echarles la culpa a todos los demás de sus propias falencias. Eso no sólo la engrandecería como líder, sino que, dada nuestra idiosincrasia, le puede suscitar inmediato apoyo popular. Con eso se sube arriba de la pelota. No puede esperar al 21 de Mayo, ¡debe hacerlo ya!
Hay dos urgencias. No puede obviar el Transantiago. Para ello requiere, en primer lugar hacer lo más obvio: esto es sentar, en una mesa, a todos los involucrados para que puedan colaborar y acoplar inteligencias con soluciones compartidas. Necesita un nuevo ministro para ello. Sentados todos en la mesa, hay que transparentar las verdaderas necesidades de buses, recorridos, infraestructura, plazos reales y de costos. Luego, decirle la verdad al país, junto a la solución colectiva. Para ello sólo tiene unos 7 o 10 días. El reventón puede ocurrir.
La segunda urgencia es en el deporte. Dado todo lo ocurrido, hay que ser audaz. Le propongo una fórmula transitoria de 18 meses, similar a la de TVN, con un consejo integrado por Gobierno y Oposición, con un administrador transitorio, que transparenten todo, digitalicen la organización, y en ese plazo la entreguen a su institucionalidad definitiva. A diferencia de las "comisiones", estas son entidades ejecutivas que avanzan con apoyo transversal.
Sacada la "roca" del camino, recién empieza el trabajo. El país requiere alguna "visión" que dé mística, entusiasmo, proyecto, u otro equivalente. Le sugiero una nave madre: llegó el tiempo de las regiones. Pueden utilizarse sin problemas unos 1.500 millones de dólares, por una sola vez, en inversiones productivas de riesgo, en los próximos 24 meses. Digamos unos cien millones por región, pero decididos en las regiones mismas. Esto debe hacerse necesariamente de manera colaborativa con la Oposición, en proyectos pequeños, y comprometiendo aportes privados equivalentes. En paralelo, y usando esos recursos, debe darle la forma de un gran proyecto nacional a la idea de potencia agroalimentaria mundial. Es carrera ganada.
Por más que lo creo indispensable, no tiene tiempo para introducir un proyecto de flexibilidad laboral, lo que sólo le quitaría tiempo y energía (que le queda poca) sin resultados prácticos. Pero puede literalmente eliminar por 5 años los impuestos a las utilidades no retiradas de las pymes o algo equivalente. Algo que de verdad cambie la curva de crecimiento potencial de la economía.
En lo digital, debe tomar un proyecto simbólico y hacerlo funcionar en 12 meses, como por ejemplo la ventanilla única fiscal, lo que sería de un gran efecto de servicio a la población.
Finalmente, aunque ya no será capaz de liderar la "más grande revolución en educación", igual debe hacer algo interesante para mostrar. El proyecto de ley que prepara no irá a ningún lado, porque está mal parido. Creo que hay que hacer un gran proyecto piloto, no ideologizado, pluralista, incluyendo Gobierno, Oposición y privados, y mostrar que se puede.
Yo le sugiero ir a la Araucanía, donde están los peores resultados Simce país. Puede, por ejemplo, potenciar el proyecto Araucanía Aprende por 100 veces, con su Seremi comprometido, y mostrar en 2 años que efectivamente se puede cambiar la historia. Si en ese plazo los niños más pobres de la región logran salir del último lugar, entonces hay orilla y alguna esperanza. Y se puede.
Esto no es un plan de desarrollo. Es sólo la angustia de ver un gobierno que se desarma y que requiere toda la ayuda que se le pueda dar. Vamos todos en el mismo bote, que va de mal en peor.
¿QUIERES QUE INCORPORE AL GOBIERNO A LA OPOSICIÓN?
Efectivamente Bachelet debe llamar a incorporarse al gobierno a la oposición en un proyecto extraordinario de efectos inmediatos y de largo plazo.
¿El problema es que diran los socialistas que de un día para otro entren personeros de la oposición a la toma de decisiones?
Esto no sería algo extraño en la politica chilena. Hay casos anteriores.
Veamos que pasa hoy.
Mañana es otro día de lo mismo
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RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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