Sin duda el calentamiento global ha sido una de las campañas de marketing más exitosas de la historia. La imagen de Al Gore subiendo a un elevador para mostrar la proyección de CO2 en la atmosfera resultaba escalofriante.
Pero al tiempo que los medios, ONG, políticos, y ciudadanos tomábamos las armas para detener la autodestrucción, comenzaban a generarse sospechas e intrigas sobre la metodología, estadísticas y conveniencias de esta alerta mundial.
Según publica Laurence Hecht (Editor de 21st Century Science & Technology), el registro histórico de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera que presentó el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climatológico (GICC), como justificación para reducir los llamados gases de invernadero, es un fraude.
Esta declaración se basa en las investigaciones del profesor Ernst–Georg Beck de la Merian–Schule de Friburgo, Alemania, que muestran que el GICC interpretó y manipuló los registros de CO2 previos a 1957 a partir de la medición de muestras de hielo de extracciones recientes, que pasaron por alto más de 90.000 mediciones directas, por métodos químicos, realizadas entre 1857 y 1957.
El objetivo de esta adulteración, por parte del GICC, tendría como objetivo probar que las concentraciones de CO2 han venido aumentando de modo constante con el progreso de la civilización industrial.
El trabajo de Beck confirma un cúmulo de investigaciones previas que demuestran que el GICC escogió qué datos usar; Además, demuestra que el tratado de Kyoto -para reducir los gases de invernadero- se fundó en un fraude científico que contraviene las leyes del universo, al negar la bien demostrada determinación climática dada por las variaciones cíclicas de la relación orbital entre la Tierra y el Sol, y las del calor que este último emite.
En un análisis concienzudo de 175 estudios científicos, el profesor Beck descubrió que los fundadores de la moderna teoría del efecto invernadero, Guy Stewart Callendar y Charles David Keeling, ignoraron por completo las mediciones, cuidadosas y sistemáticas, de algunas de las figuras más famosas de la química física, entre ellas varios premios Nobel. Las mediciones de estos químicos arrojaron que la concentración atmosférica actual de CO2, de unas 380 partes por millón (ppm), se ha excedido en el pasado, como en el período de 1936 a 1944, cuando el nivel de CO2 estuvo entre las 393,00 y 454,70 ppm.
Los datos que Beck revisó corresponden en lo principal al hemisferio septentrional, que geográficamente van de Alaska, pasando por Europa, a Poona, India, y casi todas se hicieron en zonas rurales o en la periferia de poblados sin contaminación industrial, a una altura de aproximadamente 2 metros sobre el nivel del suelo. La evaluación de los métodos químicos empleados revelaron un margen máximo de error de 3%, y hasta de 1% en los mejores casos.
A diferencia de esto, la GICC utilizó mediciones basadas en muestras de hielo donde se manifiesta un aumento más bien constante en el nivel de CO2 (que convenientemente calza con la idea preconcebida de que la intensificación de la actividad industrial ha generado un aumento constante del CO2). Como ha demostrado el colaborador de Beck, el doctor Zbigniew Jaworowski, un ex alto asesor del servicio polaco de vigilancia radiactiva y montañista experimentado, que ha extraído hielo de 17 glaciares en seis continentes, las inclusiones gaseosas en muestras de hielo carecen de validez como representaciones históricas de la concentración atmosférica. Esto se debe a que la congelación, recongelación y presurización continuas de las columnas de hielo alteran drásticamente la concentración atmosférica original de las burbujas de gas.
Según la teoría del calentamiento por el efecto de invernadero, el aumento de la concentración atmosférica de CO2 que causa la actividad humana, tal como la combustión de combustibles fósiles, actúa como las ventanas de un invernadero al evitar que la superficie inmediata de la Tierra irradie el calor solar. Aunque dicho efecto existe, el dióxido de carbono no es uno de los principales gases de invernadero, pues cuando mucho da cuenta del 2 a 3% del efecto invernadero. Por mucho, el gas de invernadero más importante es el vapor de agua. Así, son tantos los efectos interrelacionados que, relacionar la temperatura global con la concentración de CO2 resulta sumamente "impreciso".
¿Un verdad incómoda?
En base a la investigación presentada por Beck, junto a decenas de investigadores, se emitió un documental en la televisión inglesa titulado The Great Global Warming Swindle. (el video adjunto corresponde a un resumen).
Afortunadamente esta vez contamos con la información, así es que es tiempo de evaluar antes de actuar.
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN .
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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